lunes, 27 de noviembre de 2006

Taller: La carrera previa del escritor (III)

¿Cómo ser un buen escritor?

En realidad, ya hemos dado una primera respuesta a la pregunta que hemos formulado. Pero creo que podemos concretar un poco más los factores que pueden influir en el hacer del narrador. Esto nos interesa en la medida en que luego el escritor querrá dar a conocer su obra mediante la publicación. Quienes se avengan a publicarla pondrán condiciones. Hay algunas elementales que deben cumplirse siempre. Y es más fácil seguir las reglas si el escritor hace uso de las cualidades que debe poseer, unas innatas y otras a fuerza de aprendizaje.

La realización de una buena obra depende fundamentalmente de la constancia, el dominio del lenguaje y el talento, no necesariamente en este orden. De hecho, sin constancia, de nada vale el talento (a no ser para redactar relatos cortos, de pocas líneas) y es más difícil dominar el lenguaje porque no se practica. Pero con constancia, siempre se consigue algún resultado (la calidad final es otra cosa).

La constancia
Ray Bradbury nos hablaba de la constancia. Decía:

Si el escrito está bien uno aprende. Si está mal, aprende todavía más. El único fracaso es detenerse. No trabajar es apagarse, endurecerse, ponerse nervioso: no trabajar es fatal para el proceso creativo”.

Si no se posee constancia por naturaleza, existen herramientas para conseguirla. La disciplina que se impone quien escribe, como responsabilidad del autor con su propia obra, le ayuda a conseguir esta constancia y le permite concentrarse en la obra en curso el tiempo que sea necesario, venciendo los impulsos de dedicarse a otras ideas más recientes y consiguiendo alcanzar la concentración.

También le obliga a documentarse en profundidad y no darse por satisfecho con unos pocos retazos, así como a esforzarse por superar las pausas, a veces inevitables, los puntos donde la obra podría quedar estancada. Incluso puede utilizarse para hallar la inspiración, obligando a la mente a trabajar para encontrar la idea adecuada en cada momento.

El talento
Se tiende a pensar que el talento es connatural, pero, si la base de la obra a escribir es acertada, puede suplirse con la experiencia, a través de la constancia y el empeño. Normalmente, para tener esta experiencia se necesita haber acumulado vivencias propias y ajenas (la edad puede ser un medidor de esto, pero no es de riguroso cumplimiento, porque hay autores que hicieron grandes logros siendo muy jóvenes, con veintitantos años).

La inspiración –identificada a menudo con el talento- es, con frecuencia, el fruto de la dedicación y el trabajo y no siempre debemos asociarla con la eficaz idea que de pronto se enciende en la cabeza como una bombilla. Pablo Ruiz Picasso dijo "que la inspiración te encuentre trabajando" y así es. ¿Qué utilidad tendría la inspiración si nos limitáramos a coleccionar las ideas espontáneas que produce?

En consecuencia, el talento debe conducirse para que no limite la creatividad. De cualquier modo, la escritura requiere una entrega voluntaria e incluso algunos sacrificios (tiene que dedicar tiempo y esfuerzo personal), habitualmente satisfactorios para el narrador.

El dominio del lenguaje
El dominio del lenguaje puede ser lo más difícil. Más allá del cuidado que supone la gramática y la ortografía, a veces ni siquiera los autores consagrados consiguen transmitir adecuadamente lo que debe percibir el lector. En este punto me sumo a la opinión de William Forrester, el protagonista de la película que antes hemos citado, y sugiero que el escribir se vea como un entrenamiento continuo. Esto significa que siempre, en todo lo que se escriba, se utilice un estilo de lenguaje elaborado y minucioso, aunque se intente adaptar al medio (ya sea un manuscrito, un poema, una intervención en un foro de discusión de internet, una carta, un correo electrónico, un mensaje de móvil, un anuncio en prensa, un informe, una instancia, etc). Así, el escritor se educa a sí mismo y se hace autodidacta.

El dominio del lenguaje se amplía con la observación (la lectura de toda clase de libros) y se mejora con la práctica (la propia escritura). Por otra parte, escribir bien no tiene por qué significar ahorrar palabras buscando la exactitud semántica. Naturalmente, tampoco puede basarse en el abuso de ellas (es lo que leíamos en las citas).

Primeras conclusiones
Resumiendo, sin olvidarnos del posible talento y la inspiración que posea el escritor, ha de apoyarse en la constancia, en la disciplina y el esfuerzo, y en utilizar el lenguaje como arma para redactar cosas provechosas y para dotar al mensaje y al argumento a desarrollar de suficiente claridad.

Finalmente, el narrador debe tener la capacidad de tomar decisiones sobre la obra, los detalles y los personajes, incluso si esto puede suponer prescindir de ellos parcial o totalmente. Suya es siempre la potestad sobre la obra. La obra puede conducir al escritor, pero no poseer el mando de la dirección a tomar.

La documentación
Para preparar algunas obras, resulta preciso indagar en la materia a tratar y conocer apropiadamente la época, la cultura, la ciencia, y el entorno sobre los que se va a escribir para, sin ser experto, reducir al máximo posible los errores; en esto hay que ser paciente e invertir bastante tiempo.

Luego, se mezclará con otros aspectos que aparentemente no tienen ninguna relación para obtener la ficción: posiblemente un poco de fantasía, otro tanto de sentimientos, algo de aventura, una pizca de argumentos sociales y culturales, etc.

¿De dónde extrae el escritor la información que luego transcribe? No sólo de su mente creativa. Cualquier cosa, cualquier ambiente puede suscitar ideas. Un viaje, una charla, una conferencia, la lectura de un libro, la visión de un programa de televisión, etc.

Predisposición a la crítica y revisión
La creación de una obra escrita requiere el dominio de una técnica (la estructura, la puntuación, la gramática, la ortografía), y un esfuerzo por parte del escritor, que debe ser perseverante y constante, como ya hemos indicado. Puede tomar la improvisación como una de sus fuentes, pero después siempre revisará lo escrito para pulir los detalles.

Al final, tal vez se habrá obtenido el fruto esperado: una obra madura, que tiene fuerza y puede defenderse por sí sola. Como el manuscrito es la verdadera tarjeta de presentación del escritor frente al editor, o el lector o el jurado de un concurso, ahora tocaría adecentarla lo más posible.

El proceso de revisión puede prolongarse tanto o más como la redacción de la obra, en función de la complejidad que comprenda. Debe considerarse como algo perentorio e inseparable del acto previo de escribir. Es decir, una obra escrita no está acabada, no se ha concluido, hasta que se ha revisado adecuadamente. Y no hablamos sólo de una corrección ortográfica y gramatical.

Naturalmente, la obra debería ser repasada por un especialista del lenguaje, pero dudo que un autor novel pueda permitirse pagar sus servicios. El corrector ortográfico del procesador de textos nos ayudará en esta labor, aunque tendremos que procurar cultivarnos lo más posible en ese dominio de la técnica (fijándonos en lo que leemos), así como confiar en el criterio de nuestros primeros lectores y críticos.

Hay dos pruebas seguras. Una es leer la obra en voz alta y proceder a modificar todo aquello que no suene bien, que suponga rupturas del ritmo de lectura. Después, convendría pasar la obra a otros lectores, amigos o no, para que la evalúen en todos los sentidos posibles e indiquen al escritor qué debería someter a estudio, sin que haya descalificaciones ni adulaciones. Puede que las sugerencias de estos lectores y sus propuestas de modificaciones no sean siempre aplicables, pero un buen escritor debe estar preparado para la crítica y el análisis de su obra. Si no es humilde y honesto consigo mismo se estará negando a mejorar, a superarse, a aprender, y nadie querrá prestarle ayuda en la difícil tarea de revisión.

Por último, es recomendable dejar reposar la obra y olvidarse de ella durante un tiempo. Cuando el autor retome el texto, lo hará con una mirada nueva, fresca y más objetiva, como si la obra ya no le perteneciera, y esto le permitirá ser más crítico y distante con su propio manuscrito.

Todo esto (la redacción, la documentación y la revisión) conforma un cuerpo único, un proceso completo que definiríamos como escribir.



Nota: Material extraído del taller literario “Tengo una historia, ¿quién me la publica?” impartido el 27 de mayo de 2006 durante las I Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas, Sevilla.

domingo, 26 de noviembre de 2006

Mis favoritos: La despedida de Milan Kundera

He leído varios libros de Milan Kundera, entre ellos varios ensayos y la célebre novela La insoportable levedad del ser. En todos sus trabajos sorprende su dominio del lenguaje y su capacidad de ser conciso y llegar al lector. Pero si he de destacar una obra de este firme defensor del arte de la novela es La despedida.

Nacido en 1929 en Brno, la República Checa, Kundera era hijo de Milada Janiskova y del pianista y musicólogo Ludvik Kunderaku. Estudió en el Carolinum de Praga y se instruyó en cine en el Instituto de Estudios Cinematográficos. En dicho centro, además de escribir y tocar jazz, música que interpretaba desde su adolescencia, dio clases de historia del cine. Se afilió al Partido Comunista al finalizar la Segunda Guerra Mundial, del que fue expulsado tras los sucesos de 1948 por posiciones individualistas, según los dirigentes.

En 1967 contrae matrimonio con Vera Hrabankova. Un año después, a raíz de la invasión soviética de Checoslovaquia, pierde su trabajo y sus creaciones son prohibidas. En ellas se entreveía una ironía crítica al modelo de sociedad comunista. Llegaron a ser retiradas de las bibliotecas de su país y su nombre desapareció de los manuales de historia literaria. En 1975 se exilió en París y en 1981 obtuvo la nacionalidad francesa, tras ser privado dos años antes de su nacionalidad por el gobierno checoslovaco, como respuesta a la publicación de El libro de la risa y el olvido.

Unos treinta años después de partir al exilio, el escritor ha registrado un tremendo éxito en su patria. Su éxito mundial, La insoportable levedad del ser, que acaba de ser editado en Praga, veintidós años después de su primera publicación en París, se ha encaramado de inmediato en los primeros puestos de las listas de ventas. La primera edición, de diez mil ejemplares, se ha agotado, según informó la editorial Atlantis en Brno. El interés en la obra es sorprendente, ya que la relación del autor de 77 años con su patria se considera irremediablemente deteriorada desde su huida de Checoslovaquia. El libro, considerado una de las novelas más significativas del siglo XX, narra una historia de amor con la represión de la "Primavera de Praga" como telón de fondo. Sólo había sido editado en checo en 1986, por una editorial de exiliados checos en Canadá.

En La despedida, ocho personas, a cual más excéntrica, se encuentran en un balneario. Las circunstancias que les rodean van entretejiéndose hasta formar, con la precisión de una telaraña, una trama en la que todos acaban viéndose atrapados: el músico célebre y la hermosa enfermera que quiere quedarse embarazada; la celosa esposa del músico y el joven mecánico enamorado de la enfermera; el ex convicto, víctima de las purgas de su país, que va a despedirse de la cerebral Olga; el ginecólogo, con sus fanfarrones proyectos demográficos, y el rico excéntrico, un santo en versión moderna. Esta inteligente novela tiene menos de ensayo o filosofía explícita que La insoportable levedad del ser o, tal vez, lo que tiene queda impregnando los dinámicos diálogos que forman el relato.

Al conocer a los personajes, cada uno con su problema, el lector se pregunta: ¿Por qué no lo hizo de esta otra forma? Y luego se contesta: Tal vez yo hubiera hecho lo mismo. Kundera exagera las repercusiones de algunas actitudes, el resultado de la omisión, de la decisión equívoca. Es sorprendente cómo se enlazan las vidas de los personajes, casualidades que no lo son, cómo los personajes llegan simultáneamente al clímax de la historia de la forma más natural. El drama subyace en todo momento, pero se esquiva, pareciendo que no puede haber un mal final, aunque lo creamos inevitable. Cómo juega Kundera con nosotros, los lectores. Al contrario que en una novela convencional, aquí el lector apenas construye la historia, la hace suya. ¡El autor nos manipula, llevándonos por donde quiere!

Me pareció una novela sorprendente, maravillosa, de ésas que releería encantado pasado un tiempo. A quien se la recomiendo, sencillamente le digo que es la novela por antonomasia.

Cito algunos fragmentos:

"Un hijo es una imprevisión pura. Uno no sabe en qué se convertirá, qué es lo que traerá de nuevo y, precisamente por eso, hay que aceptarlo. De otro modo uno viviría sólo a medias, viviría como quien no sabe nadar y chapotea junto a la orilla, a pesar de que el verdadero mar sólo está allí donde hay profundidad."

"Las personas deberían recibir su veneno el día de su mayoría de edad. Debería entregárseles en una ceremonia solemne. No para inducirlas al suicidio. Al contrario, para que vivan con más tranquilidad y más seguridad. Para que vivan con la conciencia de que son dueñas de su vida y de su muerte."

"El tiempo pasa muy rápido. Los celos llenan la mente aún más que una actividad intelectual apasionante. En la mente no queda ni un segundo de tiempo libre. Quien tiene celos no sabe qué es el aburrimiento."

Datos del libro:


Título: La despedida
Autor: Milan Kundera
ISBN: 84-8310-417-2 ; 978-84-8310-417-0
Publicación: 05/2005 por Tusquets Editores
Nº páginas: 256

jueves, 23 de noviembre de 2006

Matemáticas: Fibonacci

Me resulta inevitable publicar de vez en cuando algún tema relacionado con esa disciplina que estudié y que forma parte inextricablemente de nuestras vidas, lo queramos o no. En esta ocasión, quiero mostraros que las matemáticas no son sólo números (o letras, según se mire), derivadas e integrales, sino que hay detrás un montón de historias y anécdotas que pueden resultar interesantes.

Empezaremos mencionando a un afamado pisano que seguro conocéis, pues debe de ser de los matemáticos más veces citados en novelas. Se trata del también conocido como Fibonacci ("hijo de Bonaccio"), uno de los grandes matemáticos europeos de la Edad Media sino el más importante.

Leonardo de Pisa -éste era su nombre- nació en 1170 y falleció en 1241. Se aficionó a las matemáticas siendo un chiquillo, tras un curso de aritmética posicional hindú que su padre, director de la oficina de aduanas en una factoría mercantil italiana asentada en Bougie, Argelia, le hizo seguir. La más conocida de sus obras, Liber abaci (1202) (literalmente, Libro del ábaco) era en realidad un amplio tratado del sistema de numeración indoarábigo, en el que presenta los signos hindúes y el 0 (quod arabice zephirum appellatur), y el método de regula falsi para ecuaciones de primer grado. Sin embargo, sus razonamientos no parecieron causar demasiada impresión a los mercaderes italianos de la época. Aunque, con el tiempo, su libro llegaría a ser la obra de máxima influencia entre todas las que contribuyeron a introducir en Occidente la notación indo-arábiga.

En De quadratis numeris (hacia 1225), que se perdió y apareció en 1853 en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, cuando muchos pensaban que sus resultados estaban copiados de Diofanto, supera a éste y a los árabes y sólo es superado por Pierre Fermat en el siglo XVII.

No deja de ser irónico que Leonardo, cuyas aportaciones a la matemática fueron de tanta importancia, sea hoy conocido sobre todo a causa de un matemático francés del siglo XIX, Edouard Lucas, interesado por la teoría de números (y recopilador de una clásica obra de matemáticas recreativas, en cuatro volúmenes), quien encadenó el nombre de Fibonacci a una sucesión numérica que forma parte de un problema trivial del Liber abaci. La sucesión de Fibonacci (1, 1, 2, 3, 5, 8, 11...), en la que cada término es la suma de los dos anteriores (Fn=Fn-1+Fn-2, ha tenido intrigados a los matemáticos durante siglos, en parte a causa de su tendencia a presentarse en los lugares más inopinados, pero sobre todo, porque el más novel de los iniciados en teoría de números, aunque sus conocimientos no vayan mucho más allá de la aritmética elemental, puede aspirar a investigarla y descubrir curiosos teoremas inéditos, de los que parece haber variedad inagotable. El interés por estas sucesiones ha sido avivado por los desarrollos en programación informática, ya que al parecer tiene aplicación en clasificación de datos, recuperación de informaciones y generación de números aleatorios.

Seguramente la propiedad más notable de la sucesión de Fibonacci sea que la razón entre cada par de números consecutivos va oscilando por encima y debajo de la razón áurea, y que conforme se va avanzando en la sucesión, la diferencia con ésta va haciéndose cada vez menor; las razones de términos consecutivos tienen por límite, en el infinito, la razón áurea. La razón áurea es un famoso número irracional (pero no trascendente como Pi, que no tiene representación algebraica), de valor aproximado 1,61803..., que resulta de hallar la suma de 1 y la raíz cuadrada de 5, todo dividido por dos.

Estatua de Leonardo en el Campo Santo de Pisa (1863)

Profundizando más sobre la sucesión de Fibonacci
Hay abundante literatura dedicada a la aparición de la razón áurea y de la sucesión de Fibonacci tan relacionada con ella, en el crecimiento de los organismos y a sus aplicaciones a las artes plásticas, a la arquitectura e incluso a la poesía. George Eckel Duckworth, profesor de clásicas en la Universidad de Princeton, sostiene en su libro Structural Patterns and Proportions in Vergil's Aeneid (University of Michigan Press, 1962) que lo mismo Virgilio que otros poetas latinos de su época se sirvieron deliberadamente de la sucesión de Fibonacci en sus composiciones.

En el reino vegetal, la sucesión de Fibonacci hace su aparición más llamativa en la implantación espiral de las semillas en ciertas variedades de girasol. Hay en ellas dos haces de espirales logarítmicas, una de sentido horario, otra en sentido antihorario. Los números de espirales son distintos en cada familia, y por lo común, números de Fibonacci consecutivos.

La lista de propiedades de la sucesión de Fibonacci bastaría para llenar un libro. Otro tanto puede decirse de sus aplicaciones en Física y Matemáticas. Leo Moser ha estudiado las trayectorias de rayos luminosos que inciden oblicuamente sobre dos láminas de vidrio planas y en contacto. Los rayos que no experimentan reflexión alguna atraviesan ambas láminas de sólo una forma; para los rayos que sufren una reflexión hay dos rutas posibles; cuando sufren dos reflexiones, las trayectorias son de tres tipos, y cuando sufren tres, de cinco. Al ir creciendo el número n de reflexiones, el número de trayectorias posibles va ajustándose a la sucesión de Fibonacci: para n reflexiones, el número de trayectorias es Fn+2. La sucesión puede utilizarse de forma parecida para contar el número de distintas rutas que puede seguir una abeja que va recorriendo las celdillas exagonales del panal; supondremos que la abeja se dirige siempre a una celdilla contigua y a la derecha de la que ocupa. Poco cuesta probar que hay sólo una ruta hasta la primera casilla, dos hasta la segunda, tres hasta la tercera, cinco itinerarios que conduzcan a la cuarta, y así sucesivamente. Al igual que antes, el número de trayectos es Fn+1, donde n es el número de casillas del problema. Y ya que viene a cuento, las abejas machos, o zánganos, no tienen padre. C. A. B. Smith ha hecho notar que cada zángano tiene madre, 2 abuelos (los padres de la madre), 3 bisabuelos (y no cuatro, pues el padre de la madre no tuvo padre), 5 tatarabuelos, y así sucesivamente, en sucesión de Fibonacci. David Klarner ha mostrado que los números de Fibonacci expresan de cuántas maneras podemos construir con dominós (rectángulos de tamaño 1 x 2) rectángulos de dimensión 2 x k. Hay sólo una manera de formar el rectángulo 2 x 1; 2 maneras de construir el cuadrado de 2 x 2; 3 para el rectángulo de 2 x 3; 5 para el de 2 x 4, y así sucesivamente.

Cola de un camaleón

El más notable de los problemas abiertos concernientes a sucesiones de Fibonacci es el de si contienen o no colecciones infinitas de números primos. En una sucesión de Fibonacci generalizada, si los primeros números son divisibles ambos por un mismo número primo, todos los términos posteriores lo serán también, y es evidente que tales sucesiones no podrán contener más de un número primo. Supongamos, pues, que los dos primeros números sean primos entre sí (esto es, que su único común divisor sea 1). ¿Podrán existir sucesiones generalizadas que no contengan absolutamente ningún número primo? El primero en resolver esta cuestión fue R. L. Graham en A Fibonacci-like Sequence of Composite Numbers, en Mathematics Magazine, vol, 57, noviembre de 1964 pp. 322-24.

Fuente: Escuela Técnica Superior de Ingenierías Informática y de Telecomunicación

miércoles, 22 de noviembre de 2006

Documentación: Origen y fuentes del mito de la Atlántida

Durante la preparación de Ladrones de Atlántida tuve que realizar un notable trabajo de investigación. A primera instancia, la documentación sobre Atlántida parece abundante y diversa. Muchos son los libros de divulgación que plantean alguna hipótesis concreta sobre su ubicación e intentan hallar argumentos para justificarla. Hay múltiples alusiones a este enigmático nombre (Atlántida o Atlantis) en decenas de películas y programas. Y las referencias en Internet se cuentan por miles. Sin embargo, la bibliografía realmente útil es escasa y muy pocas son las obras de ficción que tratan exclusivamente de la Atlántida y desarrollan con detalle el mundo que pudo ser.

Con alguna excepción, los únicos documentos de los que puede sacarse información de provecho son los Diálogos de Platón, en los que empezó el mito. Mientras no haya restos arqueológicos que demuestren lo contrario, no se puede saber si la Atlántida fue tan sólo una invención del filósofo para ilustrar un paradigma de nación, pero ya ocurrió antes con la Troya de la que hablaba Homero en sus poemas.

Hay un aspecto adicional a considerar: la traducción de los Diálogos vertida del griego antiguo puede hacer variar la interpretación que se haga del texto. Esto ocurre, por ejemplo, con el vocablo utilizado por Platón -Nêsos- para describir el territorio atlante y que, según el investigador que interprete su significado, puede entenderse como “continente”, o como “península” o “isla” (el científico Georgeos Díaz-Montezano defiende esta última traducción). No obstante, ¿quién no reconoce al oírlo el nombre de esta mítica tierra, sea una isla, una península o un trozo de continente?

Antes de empezar a dar forma a mi propio proyecto, Ladrones de Atlántida, me hice la pregunta: ¿Y si hubiera existido? Sobre esta idea comencé a construir mi visión de lo que puso ser la Atlántida, tomando los planteamientos que me parecían más acertados, más creíbles o basados sobre mejores fundamentos.

Dice Critias en el Diálogo del mismo nombre: “Todos estos y sus descendientes vivieron allí durante muchas generaciones y gobernaron muchas otras islas en el océano y también dominaron las regiones interiores hacia aquí, como ya se dijo antes, hasta Egipto y Etruria.” De modo que la civilización atlante parece que, en efecto, alcanzó otras tierras, ya fuera comercial o militarmente, e implantó su hegemonía sobre ellas.

Entre las varias opciones de ubicación, dado que no había ninguna con pruebas irrefutables que la validaran, opté por elegir aquella que era tradicionalmente más familiar, la que debemos sobre todo a la labor de Ignatius Donnelly. En el siglo XIX, los franceses Brasseur de Bourbourg y Le Plongeon se mostraban convencidos de que algunos habitantes de la Atlántida habrían conseguido llegar hasta Centroamérica tras el hundimiento de la isla, ejerciendo luego una influencia decisiva sobre las culturas olmeca, tolteca, maya y azteca. Los descendientes de los mayas han conservado una tradición acerca de una isla llamada Aztlan, que sería, supuestamente, la patria originaria de todas las tribus indígenas centroamericanas, entre ellos los mexicas y aztecas. Donnelly (1831-1901), novelista y erudito, era el miembro más instruido del Congreso Norteamericano a finales del siglo XIX. En 1882 publicó un libro, Atlantis: The Antediluvian World, que conocería más de cincuenta ediciones y que sirvió de punto de partida para numerosas teorías posteriores. A partir de ese momento, la Atlántida se transformó en tema de conversación obligado para cualquier tertulia. En dicha obra no se ofrecían nuevas pruebas de la existencia de la Atlántida, sino que se hacía una síntesis de las ya existentes, encontrando nexos entre aspectos que no parecían tener relación. Consiguió establecer una secuencia de argumentos que, además de corroborar la historia original de Platón, brindaba datos nuevos sobre el continente perdido. Estudió los enigmas de distintas culturas y conjeturó que la Atlántida fue un continente entre Europa y América que quedó sumergido y que incluso llegó a constituir un puente terrestre entre ambos mundos.

Donnelly se basó en lo que los antropólogos denominan Teoría Difusionista, la cual sostiene que, si en lugares muy apartados surgen culturas parecidas, el hecho no puede ser casual, sino que se debe a contactos directos o indirectos. Las dos culturas con tantas similitudes son la egipcia y la mesoamericana. Son asombrosas las semejanzas entre sus templos, llaman la atención el hecho de que ambas culturas construyeran estructuras piramidales y utilizaran jeroglíficos en su escritura, así como la similitud entre sus aparejos y, aunque a Donnelly le pasó desapercibido, ambos pueblos representaban a sus dioses con forma de animal o con forma híbrida (humano y animal). Debido a todo esto, podría pensarse que hubo un contacto cultural continuado entre los antiguos egipcios y los antiguos habitantes de Centroamérica, aunque muchos antropólogos rechazan esta propuesta arguyendo que las culturas tienden a evolucionar de modo semejante aunque no tengan relación entre sí (hay convergencia en las tendencias culturales). La teoría tuvo sus detractores, naturalmente, y, de hecho, hubo puntos que fueron refutados razonablemente.

Las verdaderas motivaciones de Donnelly en su búsqueda del continente perdido salieron a relucir también. "Los habitantes de la Atlántida", escribió, "fueron los padres de todas nuestras concepciones básicas sobre la vida, la muerte y el mundo. Su sangre corre por nuestras venas" y "cualquier peculiaridad de las razas, de la sangre, cualquier iluminación del pensamiento, conduce, en último término, de regreso a la Atlántida". Donnelly y sus seguidores quisieron encontrar las raíces de la humanidad en una raza de superhombres, lo que explica en parte el porqué de la fascinación por la Atlántida. Son muchas las civilizaciones que poseen leyendas sobre algún tipo de paraíso, un mundo antediluviano en el que la humanidad vivía en paz y prosperidad.

El libro de Donnelly se convirtió en un clásico para aquellos que creían en la existencia de la Atlántida. Su mapa sitúa la isla en el océano Atlántico, más allá de las columnas de Hércules, donde, según Donnelly, también la situaba Platón.



Estas afirmaciones ya se hacían siglos antes. En su escrito de 1638 Nova Atlantis, el inglés Francis Bacon, uno de los primeros eruditos occidentales en interesarse por el tema, identificaba el entonces recién descubierto continente americano con la nación descrita por Platón. Veintisiete años después, otro sabio, el jesuita alemán Athanasius Kircher, en su obra Mundus Subterraneus, afirmaba que se habría tratado de una isla propiamente dicha, de un tamaño inmenso, fijando su enclave al oeste del estrecho de Gibraltar, entre Europa y América, tal como figura en el siguiente mapa (se ha invertido la imagen para hacerlo coincidir con las representaciones cartográficas habituales).



Para elaborar la novela Ladrones de Atlántida se consideró que Atlántida se hallaba en el Océano Atlántico, pero con dos ligeras matizaciones: se trataba de un archipiélago de menores dimensiones y más próximo al Estrecho de Gibraltar (las Columnas de Hércules) que a América.

Pero hay otras teorías. Cuando los griegos contemporáneos de Platón reconstruyeron la historia remota de sus antepasados, reconocieron que su cultura había nacido como reflejo de las civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, de esa “luz traída de Oriente” por los navegantes fenicios. Para no reducir el papel de los ancestros al de meros receptores pasivos, se incluyó entre los relatos orales y las leyendas la aparición de Zeus, el mayor de los dioses de la Hélade, afirmando que fue quien viajó a Fenicia para, transformado en toro, apoderarse de la cultura oriental, personificada en la doncella llamada Europa que raptara llevando sobre su grupa hasta las playas de Creta, identificada por el historiador Tucídides como la sede de la primera cultura que surgió en el Egeo. Esto ocurrió hacia 2.000 a.C., cuando se produjo la expansión minoica y se construyeron los primeros palacios en Creta. Tras la hecatombe provocada por un seísmo, hacia 1700 a.C., se reanudó la construcción de edificios ostentosos y la escritura jeroglífica es sustituida por el Lineal A, mientras se relacionaba de forma fructífera con la Grecia continental, las islas cercanas, y con Egipto y Asia Menor gracias a su estratégico emplazamiento. Más tarde, tras la erupción del volcán de Thera (actual Santorini) que afectó a la propia Creta y a su flota, la isla fue invadida por los micénicos, que destruyeron los palacios. Las excavaciones arqueológicas en Creta y otras islas cercanas parecen apoyar la teoría de que la leyenda sobre Atlántida proviene de la destrucción de la civilización minoica tras la erupción de Thera (la actual Santorini), un volcán varias veces mayor que el Krakatoa. Los defensores de esta teoría afirman que la leyenda original sitúa la Atlántida fuera del Mediterráneo simplemente por dramatismo.

Hoy en día, el asunto de Atlántida no ha perdido trascendencia y sigue formando parte de serias investigaciones en todo el mundo. Sirva de ejemplo el curso impartido en marzo de 2005 por la doctora en Historia Antigua María Teresa Macadán y promovido por la prestigiosa Fundación Arqueológica Clos y el Museo Egipcio de Barcelona. Por otra parte, entre el 11 y el 13 de julio de 2005 se celebró en la isla griega de Milos “Atlantis 2005”, la "I Conferencia Internacional de Investigación sobre la Atlántida". Según los organizadores, este evento apunta a servir como foro para la presentación y discusión constructiva de todas las hipótesis científicas que se han publicado sobre la tierra perdida de Atlántida y para reunir a especialistas de todas las disciplinas científicas implicadas en destacar los aspectos de este tema. El Comité Internacional de este evento estuvo compuesto por más de cuarenta selectos investigadores de Universidades y centros científicos de investigación de Europa y EE.UU.

martes, 21 de noviembre de 2006

Cine: Spiderman 3 - Sinopsis

Por fin, Spiderman goza de cierto éxito popular entre los ciudadanos de Nueva York, cuestión que no deja de influir en Peter Parker (Tobey Maguire). Éste, a su vez, se ve envuelto en un nuevo conflicto sentimental. Gwen Stacy (Bryce Dallas Howard), hija de un capitán de policía, compite con Mary Jane Watson (Kirsten Dunst) por el amor de Peter, a pesar de los sentimientos de Eddie Brock (Topher Grace), un fotógrafo del Daily Bugle, hacia ella.


Póster promocional que se podía ver en las salas IMAX de cine
a mediados de julio en Estados Unidos


Peter comienza a hacerse más reservado aún, ignorando a aquellos que le quieren. Entonces el capitán George Stacy (James Cromwell) cuenta a Parker y a su tía May (Rosemary Harris) las nuevas evidencias que se han encontrado y que prueban la implicación de Flint Marko (Thomas Haden Church), alias el Hombre de Arena, en la muerte de tío Ben. Parker le persigue personalmente como Spiderman, enfrentándose a él y también a su amigo Harry Osborn (James Franco), que se ha transformado en el nuevo Duende Verde con el nombre de Night Surfer (reemplaza el aerodeslizador de su padre por una especie de tabla de snowboard).



Mientras tanto, el astronauta John Jameson (Daniel Gillies), hijo de J. Jonah Jameson (J. K. Simmons), ha vuelto a la Tierra tras un viaje al espacio y trae consigo una "fuerza alienígena" que establecerá una relación simbiótica con el uniforme de Peter, influyendo en su comportamiento. Como resultado de esto, Spiderman se verá obligado a luchar contra el mal interior, hasta que finalmente se despoja del simbionte. Al separarse de Spiderman, el simbionte encuentra un nuevo huésped en Eddie Brock, que, por las circunstancias, odia cada vez más a Parker. Es así como aparece Veneno.

Originalmente, el director, Sam Raimi, se oponía a incluir a Veneno en el desarrollo se Spiderman 3, pero el productor Avi Arad le convenció para que lo reconsiderase, puesto que el personaje tiene mucho carisma y es seguido entre los aficionados al cómic. Eddie Brock es, como personaje, un reflejo de Peter Parker, pero con una terrible infancia que convierte sus reacciones en desmedidas.

Se especula en internet acerca de las posibles batallas de Spiderman con sus enemigos. Posiblemente el combate contra el Hombre de Arena dure poco en proporción con el metraje total de la película, mientras que sólo podrá vencer definitivamente al nuevo Duende Verde con las habilidades adicionales que le ofrecerá el uniforme simbionte.

Dicen que éste será el aspecto de Veneno:


Y éstos son el Hombre de Arena y el Duende Verde (James Franco), en realidad llamando Night Surfer:


Más sobre la producción de Spiderman 3 en MTV. Y si quieres saber cómo se filma una película como ésta, puedes ver el rodaje de una escena en Nueva York, el pasado 10 de junio aquí.

Web de Spiderman en Sony Pictures

lunes, 20 de noviembre de 2006

El escritorio: Innegiamo al Signore

Dicen algunos poetas que nunca escuchan ópera porque adormece los sentidos. Les creo, porque los sonidos que desprende la buena ópera parecen capaces de asfixiar la más profunda inspiración, al sumirnos en el placer de la absoluta percepción sensorial.

El museo nos acoge en su cálido seno, entre valiosas obras de la pintura, mientras una garganta artística vibra y ejerce su dominio magistral de la voz. El aire se llena de sonidos que relajan el alma. Las notas dramáticas del piano se deslizan dibujando en la mente el esbozo de la música materializada, que evoca imágenes de épocas desconocidas. Se suceden una pieza tras otra, a cual más famosa e incluso popular, todas de grandes compositores italianos, como Verdi o Puccini.

Es inevitable que el corazón se resienta y las sensaciones se desborden ante tan prodigiosa exhibición de magia fabricada con las voces humanas. La melodía de la Casta Diva de Bellini se pasea entre el respetuoso público dando color al silencio. Me llega la fragancia de un perfume cuando la señora sentada a mi lado mueve la cabeza, buscando el rostro de la soprano. Y los sentidos se confunden, ebrios de emociones.

Transcurre el tiempo con suma rapidez, como un agente inadvertido que nos arrebata un poco de vida y nos deja en su lugar el pasado con sus recuerdos. El cerebro se mantiene alerta y ya va lamentando que cada vez esté más cerca el desenlace de esta brillante interpretación coral, que ni la más experta formación de ángeles podría superar. La multitud aplaude con alborozo cuando aún quedan vestigios de la última nota cantada.

Pero nos obsequian con una obra fuera de programa y nos deleitan demostrando sus virtudes con una cascada final de truenos, concebidos por Mascagni para abrumar a los más orgullosos. Parecían inimaginables sobre una partitura hasta que son escuchados. El coro hace retumbar la nave y su poder se transmite a través del suelo, resonando en todo mi cuerpo, invadiendo mis oídos por dentro y por fuera. Entonces, justo antes de que todo acabe y pueda empezar a sentir añoranza de este recital, es cuando se me eriza la piel y siento escalofríos.



Notas: Con motivo de la campaña “Toscana en España 2005”, la Camera Italiana di Siviglia organizó el viernes 18 de noviembre de 2005 el recital “Cori d’Opera a Siviglia”, en el que, dirigidos por Mario Ignacio Bustillo Martínez, la Coral San Marcos de Sevilla y la Coral San Martín de Callosa de Segura (Alicante) interpretaron hermosas obras de Verdi, Bellini, Mascagni y Puccini en una de las salas del Museo de Bellas Artes, ubicado en el antiguo Convento de la Merced. Mientras disfrutaba del recital, entre cuadros de Murillo, tomaba notas enloquecidamente. Seguramente, la señora a mi lado pensaría que era un periodista preparando la columna del día siguiente, pero no era más que la simiente de este pequeño relato.

Inneggiamo al Signore (Cantemos himnos al Señor) es el título de la pieza que ubico al final del recital; pertenece a la ópera Caballería Rusticana (Caballerosidad pueblerina) de Pietro Mascagni (1863-1945), con la que el autor ganó un concurso de óperas de un solo acto.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Taller: La carrera previa del escritor (II)

¿Qué es un escritor?

Como hemos hecho antes, busquemos la respuesta citando a algunos famosos, pues se puede aprender mucho de su experiencia, resumida en unas cuantas frases:

Un escritor no elige sus temas; sus temas le eligen a él.”

Mario Vargas Llosa

Toda novela es sólo la sombra de otra, perfecta y arquetípica, que el escritor ha vislumbrado en sus ensueños.”

Luis Landero

Nada es real si no lo escribo.”

Virginia Wolf


Desde la perspectiva de estos tres conocidos literatos, la figura del escritor es lo que menos importa. Es un mero instrumento de las historias a contar que, como dice Virginia Wolf, sólo cobran sentido cuando son escritas. En conclusión, el escritor es un ser sensible que imprime a través de la literatura aquello que percibe.

Visto de forma más mundana, diríamos que un escritor no es simplemente quien escribe, sino quien además siente que escribir es una necesidad. Mi teoría es que se es escritor cuando se persiguen los siguientes objetivos básicos:

- Saciar una inquietud interior que incita a desarrollar por escrito ideas, pensamientos, sentimientos, emociones o anécdotas (ya sea en forma de poema, relato, novela, obra de teatro o ensayo).

- Buscar la obra perfecta.

- Querer ser leído.

En efecto, hay una parte egocéntrica en el escritor, ya que quiere satisfacer sus propias necesidades y elaborar textos que cuenten lo que él quiere contar. Pero hay otra parte enfocada hacia el público (querer ser leído), hacia el exterior, pues el escritor elabora textos que cuentan a los demás lo que él quiere contar. El equilibrio entre ambas partes es fundamental y la existencia de ambas partes es imprescindible en un escritor, que no puede verse sujeto únicamente a los criterios de los lectores (contexto público) ni tampoco únicamente a la realización de una obra íntima que nadie más podría entender (contexto privado).

Para mantener este equilibrio entre el contexto privado y el contexto público, pues a ambos quiere satisfacer por igual, el escritor estará buscando la obra perfecta cada vez que trabaja en un texto. Es la búsqueda de un ideal, de un modelo, que, con cada obra que escriba, le permitirá pulir su estilo, mejorar su prosa (o su verso) y dominar el lenguaje y las técnicas de comunicación que emplee.

Esto nos lleva a plantearnos cómo el escritor realizará dicha búsqueda para convertirse en un buen escritor.



Nota: Material extraído del taller literario “Tengo una historia, ¿quién me la publica?” impartido el 27 de mayo de 2006 durante las I Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas, Sevilla.

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Mis favoritos: La máquina del tiempo, de Herbert George Wells

Debemos a una tuberculosis que H. G. Wells abandonara todo para dedicarse a escribir. Emprendió una carrera que resultaría verdaderamente prolífica, con más de cien obras. Algunas, como La máquina del tiempo (1895), mezclaban ciencia, política y aventura y obtuvieron un éxito inmediato.

H. G. Wells nació en el condado de Kent, Inglaterra, en 1866. Fallecería en Londres, en 1946. Junto a Julio Verne, se le considera uno de los precursores de la ciencia ficción (a Wells no le gustó la comparación, pero Oscar Wilde le describió como "un Jules Verne inglés"), aunque también se interesó por la realidad sociológica de su época, especialmente por la de las clases medias y los marginados.

La máquina del tiempo, la obra que nos ocupa, es una novela de anticipación. Por una parte trata acerca de la explicación del invento y discute sobre la cuarta dimensión (todo esto apareció publicado en el Henley's National Observer en 1893), haciendo eco de las teorías científicas del momento y las discusiones en torno al espacio y el tiempo que desembocarían en la revolución einsteniana. Pero en su mayoría se ocupa de las aventuras del viajero a través del tiempo, que escribió en apenas quince días.

Wells inauguraba así la temática del viaje a través del tiempo, aunque había algunos relatos anteriores que tenían en su argumento el desplazamiento a otra época histórica: Mi noche de Año Nuevo entre las momias (1878), de Grant Allen, y El reloj que retrocedía (1881), de Edward Page Mitchell. Incluso Mark Twain se adelantó a la experiencia en 1889 con Un yanqui en la corte del rey Arturo. En la novela de Wells, que tiene connotaciones más científicas aunque no considera las posibles paradojas temporales, prima la finalidad moralizadora, utilizando el socialismo utópico y la sátira de la sociedad de entonces.

Además, la travesía de su protagonista le lleva hacia el futuro, hasta el año 802701. Allí encontrará un Londres desconocido, un mundo en ruinas, una raza humana degenerada, dividida entre los fieros e irracionales Morlocks que habitan el subsuelo y los gráciles e inofensivos Eloi que viven en la superficie. Toda esta decadencia era fruto de un progreso científico sin control, por lo que Wells enmarcaba una sombría visión del futuro de la humanidad.

La cuestión de los viajes en el tiempo sigue dividiendo hoy a la comunidad científica. La máquina del tiempo, que se reedita continuamente, ha sido llevada al cine en varias ocasiones, recientemente en 2002.

Como puede suponerse, el haber empezado la sección de "Mis favoritos" con este título no es casual. Le tengo un cariño especial a esta novela pues me apasionó desde pequeño. Fue el primer libro que no me regalaron, el primer libro que me compré con mis escasos ahorros. Lo antepuse incluso a los cómics que por entonces me costaba tanto conseguir.

Datos del libro:


Título: La máquina del tiempo
Autor: Herbert George Wells
ISBN: 84-207-3391-1 ; 978-84-207-3391-3
Publicación: 02/2005 por Anaya (colección "Tus libros")
Nº páginas: 192

lunes, 13 de noviembre de 2006

Querida HISPACON

Más vale tarde que nunca. Aunque ya ha pasado más de una semana desde que se celebró el XXIV Congreso Nacional de la AEFCFT, es decir, la HISPACON 2006 (también llamada DHCON por la sede, Dos Hermanas), no quería dejar de añadir mis impresiones personales al respecto. Puedo afirmar que terminé muy satisfecho y con ganas de más. Así que me alegré muchísimo de saber que probablemente el año que viene se desarrolle en Sevilla, aún más cerca de mi casa.

Es una pena que estos eventos no se prodiguen más. Pero, claro, tienen un público reducido (si unas trescientas o trescientas cincuenta personas en total -según las estimaciones ofrecidas por la prensa de Dos Hermanas- pueden considerarse un público reducido) y aumentar la frecuencia puede suponer agotar a los invitados y a quienes esperan ansiosamente asistir a este tipo de actividades e incluso redundar en la temática.

De todas formas, si todo sigue adelante (todo apunta a que sí), es cierto que el número de actos relacionados con la literatura fantástica seguirá creciendo. De hecho, si la HISPACON se ha celebrado este año en Dos Hermanas ha sido gracias a que la organización conocía la sede por las I Jornadas de Literatura Fantástica realizadas en mayo con bastante éxito. Aún recuerdo cuando Rafa Marín me escribió hace dos meses buscando una alternativa para la HISPACON 2006, a punto de naufragar por los problemas en Córdoba. Fue muy emocionante poder formar parte de esto desde el principio. Imaginaos cuánto me entusiasmó entonces, cuando días después sabíamos que Dos Hermanas sería definitivamente la sede, ver mi nombre en el cartel como autor invitado, junto al de tantos escritores conocidos, nacionales (Ángel Torres, Rafa Marín, Víctor Conde, Joaquín Revuelta, Tobías Grumm, etc) como extranjeros (Ian Watson, Richard Morgan, Kiril Yeskov, etc).

Tras la inauguración en el Teatro Municipal, con el discurso del Concejal de Cultura y de la directora de la Biblioteca, asistí atentamente a los actos que se sucedieron. Claro que siempre era difícil elegir y temías estar en el sitio menos interesante. En realidad, eso nunca pudo ocurrir. Todas las actividades lo eran.


Carlos Quintana, Agustín Jaureguizar y Ángel Torres Quesada

Después de la curiosa exposición de Juan Carlos Pereletegui sobre la ciencia ficción en español (de ahí el título de "Ciencia ficción de pata negra"), me dispuse a coger mi máquina del tiempo con Agustín Jaureguizar, que, acompañado de Carlos Quintana y Ángel Torres, recorrió algunas obras de la literatura en las que se utiliza el viaje en el tiempo como elemento de la trama. Se suponía que, antes de que terminara esta conferencia, debía estar sentado en la mesa redonda de la otra sala, pero pude escucharla completamente. Estaba tranquilo porque Ángel Torres, sentado en esos momentos al lado del conferenciante, también tenía que sumarse a la siguiente charla.


Con Ángel Torres Quesada

Mi sensación es que a la mesa redonda "De las novelas de a duro a los novísimos" le faltó tiempo. Pero no lo digo en tono crítico, sino porque era un tema en el que estoy seguro de que tanto los veteranos Ángel Torres, Alfredo Álamo, Víctor Conde y Joaquín Revuelta, como los autores noveles Pepe Carrasco y yo, habríamos querido decir mucho más (desde luego, yo me quedé con las ganas). Pero había que cumplir con la programación y los moderadores fueron muy puntuales en los comienzos y los finales (labor meritoria, porque no es cuestión fácil).


Alfredo Álamo, Joaquín Revuelta, Víctor Conde y Pepe Carrasco

Al día siguiente, mientras se producía el primer encuentro con el escritor Richard Morgan, Alfonso Merelo presentaba mi novela Ladrones de Atlántida en la sala contigua. Me sorprendió gratamente comprobar que el público iba en aumento, pese al interés que podía suscitar el afable Morgan, que, para colmo, sabía hablar español perfectamente. En cuanto al discurso de Alfonso para introducirme fue tan agradable como halagüeño.


Alfonso Merelo presentando Ladrones de Atlántida

Habría quien pudiera decir que en las presentaciones de mi libro siempre se despierta el espíritu andaluz que llevo dentro, porque, mientras hablo, parece que esté cantando por bulerías, a juzgar por los gestos de las manos y la expresión de estupor de Alfonso en la fotografía siguiente. Podría enseñaros alguna escena parecida en actos anteriores. Debe de ser que me emociono hablando de la Atlántida...


Las actividades seguían desarrollándose, aparentemente con completa normalidad. La organización nos confesaba a algunos privilegiados que sí estaba habiendo algún que otro problemilla, incluso alguno importante. Pero para el público todo aquello estaba resultando invisible y la HISPACON transcurría complaciendo a los presentes, ya fueran invitados o asistentes.


Ian Watson

Escuchar a Ian Watson hablar sobre Inteligencia Artificial fue un lujo que pocas veces puede experimentarse. Sus esfuerzos y sus ensayos para dar la conferencia en español merecieron la pena, aunque su entonación resultara algo extraña. El turno de preguntas resultó tan interesante como la propia exposición. Y hubo una aseveración poniendo en tela de juicio nuestra propia realidad que me gustó especialmente: "Poder construir una matriz (como en la película Matrix) puede significar que ya estamos viviendo dentro de una simulación".


Rafa Marín presentado por Joaquín Revuelta

Este lujo sólo es comparable al de oír a Joaquín Revuelta y Rafa Marín cantando a coro. Rafa presentó su nueva novela, Juglar, leyendo íntegramente uno de sus capítulos más siniestros. Para ello tuvo que poner la voz de un muerto en los diálogos y, de haber sido de noche, las sensaciones hubieran sido realmente tenebrosas. Entre Juglar y Lágrimas de luz, curiosamente los dos libros que me firmó esa tarde, el autor y sus amigos establecían una relación que me permitirá leerlos con otra mirada.


Richard Morgan y Kiril Yeskov

Por último, el domingo, antes de la clausura, pudimos ver juntos, en una mesa redonda acerca de nuevas tendencias en la literatura de fantasía y ciencia ficción, a Tobías Grumm, Richard Morgan y Kiril Yeskov. Hubo una especie de simpático duelo entre los dos extranjeros que supieron llevar con muchísima armonía, llevándose la razón o la contraria elegantemente.

Sólo me he detenido en algunas de las cosas que más me llamaron la atención, tratando de resumir cuánto disfruté y recoger una minúscula representación de los instantes vividos esos días (ya comenté algo en mi web). Pero hay mucho más en los siguientes enlaces:

Memorando, blog de Alfonso Merelo:
He vuelto de la HISPACON
Crónicas Hispacómicas

Cosillas güenas de Alfonso Merelo:
Fotos del viernes 3 de noviembre en DHCON
Fotos del sábado 4 de noviembre en DHCON
Entrega de Ignotus 2006

Esperando la marea, blog de Joaquín Revuelta:
Mudo por culpa de la HISPACON 2006

Crisei - Bitácora de Rafael Marín:
De vuelta tras el paréntesis

La sombra de Grumm, blog oficial de Tobías Grumm:
HISPACON: 1660 kilómetros entre pecho y espalda pero... ¿qué más da si soy feliz?

Frolik 8, blog literario de Alfredo Álamo:
HISPACON 2006: Notas

...y tan pocas balas, blog de Víctor Miguel Gallardo:
HISPACON 2006
HISPACON 2006: breve álbum fotográfico

Escrito en el agua, blog de Rodolfo Martínez:
Siensia ficción en Dos Hermanas

Y el exhibicionismo, blog de Gabriella Campbell:
DHCON finiquitada y servidora exhausta

No crónica de una HispaCon, por PilyB

Recuerdos de una HispaCon, por Tobías Grumm

Fotos de Alex Vidal

Más fotos

Reseñas en los medios de comunicación:
Periódico El Nazareno
Relación de Premios Ignotus 2006

domingo, 12 de noviembre de 2006

La biblioteca: Sputnik, mi amor de Haruki Murakami

La editorial Tusquets comentó acerca del libro: "Cuando en mayo de 2001 presentamos a los lectores en lengua española la monumental novela Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, sabíamos que muchos sucumbirían a la magia de la escritura del japonés Haruki Murakami, de modo que decidimos, a partir de entonces, seguir su trayectoria literaria; por eso publicamos ahora Sputnik, mi amor, su novela más reciente, e iremos editando sus anteriores obras. Traducido, homenajeado y leído en el mundo entero, Murakami también merece darse a conocer definitivamente en España."

Texto de contraportada de la novela: "Perdidos en la inmensa metrópoli de Tokio, tres personas se buscan desesperadamente intentando romper el eterno viaje circular de la soledad; un viaje parecido al del satélite ruso Sputnik, donde la perra Laika giraba alrededor de la Tierra y dirigía su atónita mirada hacia el espacio infinito. El narrador, un joven profesor de primaria, está enamorado de Sumire, a quien conoció en la universidad. Pero Sumire tiene una única obsesión: ser novelista; además se considera la última rebelde, viste como un muchacho, fuma como un carretero y rechaza toda convención moral. Un buen día, Sumire conoce a Myû en una boda, una mujer casada de mediana edad tan hermosa como enigmática, y se enamora apasionadamente de ella. Myû contrata a Sumire como secretaria y juntas emprenden un viaje de negocios por Europa que tendrá un enigmático final."

Sputnik, mi amor enmarca un triángulo amoroso (entre dos mujeres, Sumire y Myû, y un hombre) que, hoy en día, se ha vuelto más convencional aunque no sea el típico romance entre dos hombres y una mujer donde ésta es perseguida por ambos varones, por ejemplo. Pero, en cambio, los protagonistas no son convencionales. Murakami parece basar sus relatos en personas complicadas o tal vez resalta aquello que las hace parecer complicadas. Al fin y al cabo, ¿no somos todos complicados a nuestra manera y tenemos nuestras manías, nuestras rarezas? El propio narrador de la historia así lo plantea.

El primer párrafo es terrible, impactante, lo suficientemente impactante para atraer la atención y seguir leyendo. Y me gusta que en cuatro páginas sepas de qué va la historia (que el título quede justificado y se entienda). La novela mantiene al lector en tensión conforme se cuenta lo que va ocurriendo. A pesar de eso, hay capítulos, como aquel en el que se describe el viaje del protagonista masculino a Grecia, que resultan algo lentos, innecesarios. Pero imagino que es para prolongar ese suspense.

La forma de contar las cosas es muy ligera y termina gustándome más que como lo hace en Tokio Blues. No obstante, al principio la narración va como dando tumbos, del pasado al presente, y el autor se ve obligado a situar al lector una y otra vez. Es un recurso extraño.

Por otra parte, durante toda la historia, mientras leía, tenía la impresión de que nos estaba contando anécdotas ocurridas en los años sesenta o setenta del siglo XX, a juzgar por el ambiente recreado. Pero me ha asombrado comprobar que no es así, que el autor menciona el euro como moneda europea. Así que se trata de una época muy reciente (el libro se publicó por primera vez en 1999).

Finalmente, en líneas generales, mi conclusión personal es que la historia contada en Tokio Blues es más atractiva. Sin embargo, esta otra novela tiene pasajes estupendos y frases destacables, seguramente muchas son reflexiones del autor (puestas en boca de los personajes). Cabe señalar que, una vez contada la historia de Myû y leídos los documentos de Sumire, el libro, a mi parecer, sufre un bajón. Los últimos capítulos parecen estar escritos con un estilo diferente, más plúmbeo, y no reflejan bien la angustia de los personajes, que creo que es lo que se pretende. Tal vez por eso me gustó más Tokio Blues, porque los sentimientos y las emociones quedaban mejor descritos.

En esta obra de Murakami, la segunda que leo, el narrador vuelve a actuar como mero observador a pesar de ser agente partícipe. Vuelve a ser un sujeto más bien pasivo pese a las acciones que realiza. Nos parece que quienes le rodean están más llenos de vida.

Ahora comentaré dos aspectos concretos que quizás no deba conocer quien quiera leer la obra. La anécdota del pelo blanco de Myû es un símbolo importantísimo en la novela. Sin embargo, Murakami no consigue transmitir su importancia con suficiente fuerza y eso me sorprendió al leerla. Algo le falta a la narración en este punto para darle verdadero valor a ese hecho tan singular que marca a la figura de Myû y su personalidad. No obstante, la idea del pelo blanco me gusta. Otra idea que me gusta es el placer encontrado por Myû en el ocio de una pequeña ciudad (ya sea suiza o de cualquier otro sitio), turbado por la persecución interesada de un pretendiente. Ahí sí quedan reflejadas perfectamente las sensaciones de la mujer.

Datos del libro:


Título: Sputnik, mi amor
Autor: Haruki Murakami
ISBN: 84-8310-216-1 ; 978-84-8310-216-9
Publicación: 09/2002 por Tusquets Editores (Colección Andanzas, 487)
Nº páginas: 248

viernes, 10 de noviembre de 2006

Cine: Spiderman 3 - Nuevo avance

Ya tenemos nuevo avance de Spiderman 3, película que se estrenará en mayo de 2007. No está mal, aunque sigo pensando que muchas de las imágenes creadas por animación digital siguen pareciendo dibujos animados. Sin embargo, estoy seguro de que disfrutaré como un enano cuando la proyecten. Podéis ver el "trailer" en alta definición aquí.

Me ha llamado la atención la confirmación de que el Hombre de Arena, muy bien caracterizado y tan animal como en los tebeos, será uno de los principales villanos, así como el Duende Verde (alias Harry Osborn). ¿O se limitarán a llamarle Duende a secas, como en la serie Ultimate Spiderman? También tenemos al uniforme simbionte o algo similar. Pero de Veneno, nada.

No estoy tan al día como me gustaría. ¿Alguien sabe dónde se concreta algo más al respecto?

Reeditado el 13 de noviembre: Me contesto a mí mismo en parte. No sé qué fiabilidad ofrecen estas imágenes, según dicen filtradas, pero en cualquier caso resultan curiosas. Vuelve a aparecer Gwen Stacy y la escena final muy bien podría estar preparada para el final de la película. Vosotros mismos...

Web de Spiderman en Sony Pictures
Para ver el teaser trailer anterior

jueves, 9 de noviembre de 2006

Se buscan colaboraciones

Si has llegado hasta aquí es porque te interesa la literatura y posiblemente no sólo leer sino también escribir.

En mi cuaderno de bitácora pretendo recoger todas esas cosas que creo interesantes, en torno al mundo de los libros o fuera de él, porque puedan servir para inspirarnos ideas o como simple elemento de ocio. Entre otras cosas, me gustaría publicar trabajos de otras personas para darles una oportunidad de ser conocidos en la red al tiempo que se promociona el sitio y se fomenta su visita. Pueden ser relatos, poemas, críticas literarias, anuncios de eventos, experiencias como autores, reseñas bibliográficas... Todo lo que pueda resultar útil para quienes sentimos una especial predilección por el papel y los lápices.

Te animo a participar en esta propuesta. Para ello, envía tus textos a jamuriel@elautor.com.

Gracias.

Taller: La carrera previa del escritor (I)

Hablar de talleres literarios siempre es aventurado, porque ni siquiera el escritor más reconocido y consagrado puede dar algo más que algunas recomendaciones a quienes se inician en el difícil mundo de las editoriales y de la literatura. Cada escritor es, como individuo, un mundo de posibilidades literarias muy diferentes. Eso sí, puede aportar su propia experiencia. Y también se pueden marcar unas pautas que, en un momento dado, todos podríamos seguir como una guía.

Si llamamos “taller literario” a esta actividad es para distinguirla de alguna manera con respecto a las demás actividades programadas dentro de las I Jornadas de Literatura Fantástica, pues nuestro propósito era simple: transmitir a otras personas que escriben la experiencia de quienes ya han recorrido una parte del camino. Así se hacía en las tertulias que se celebraban en los siglos XVIII y XIX en torno a uno o varios eruditos para intercambiar impresiones y discutir de los problemas técnicos de la literatura. De hecho, si nosotros estamos hoy aquí es porque consideramos la literatura realmente importante y nos gusta hablar de libros.

Dividiremos esta actividad en dos partes. En la primera intentaremos definir brevemente, sin entrar en demasiados detalles, qué cualidades debe trabajar un escritor para escribir bien, con el objeto de poder presentar más tarde la obra escrita para su posible edición comercial.

En la segunda sección trataremos las distintas opciones que tiene una persona que ha escrito una obra y la quiere publicar. Entraremos en tantos detalles como queráis, pero tenemos un tiempo limitado. Por eso, si queréis más información, podéis dejarme al final vuestras direcciones de correo electrónico y os enviaré un resumen de la documentación con la que vamos a trabajar.

Aprovecharemos para contar la experiencia personal de varios autores. Cada uno de ellos ha utilizado una vía diferente para introducirse en el mundo de los libros. El objetivo principal de quien escribe no debe ser exclusivamente la publicación de su obra, pero obviamente el cometido de todo acto creativo es encontrar un público que complete con su interpretación el ciclo vital de la obra resultante, en este caso el fruto de escribir.

¿Qué es escribir?

Empecemos con varias citas para conocer la opinión de algunos personajes célebres:

Escribir es una larga pregunta.

Ana María Matute

Escribir es como mostrar una huella digital del alma.

Mario Bellatín

Escribir es una forma de automutilación, cada vez que el escritor deja caer la letra sobre el papel, está en realidad arrancando una parte de su ser, para entregarla a las fauces anónimas de la historia.

Gerardo Bloomerfield

El arte de escribir consiste en el arte de interesar.

Jacques Delille

En la película Descubriendo a Forrester el protagonista, un novelista interpretado por Sean Connery, dicta las tres reglas básicas a seguir para ser escritor: escribir, escribir y escribir. Dentro de cierto contexto esto es totalmente válido. Sin embargo, también es evidente que “todo el mundo puede escribir, pero no todo lo escrito es literatura”.

Para el escritor, tal vez no tenga sentido buscar el significado de lo que es escribir. Para el escritor, escribir es tan vital y necesario como respirar (con estas mismas palabras lo afirmó en su día el escritor Franz Kafka, autor de la Metamorfosis). Simplemente lo hace, escribe. Hay quien se detiene a intentar definirlo como si fuera un concepto más a tener en cuenta.

Algunos –como Jacques Delille, a quien acabamos de leer- dicen que escribir es un arte. Yo, personalmente, quizás por ignorancia, no me atrevería a afirmar tanto, pero, cuando menos, escribir es una forma de disfrute para quien lo hace.

Quien escribe goza de un genio, importa poco ahora su envergadura o importancia, un talento que le permite enlazar conceptos y palabras, pudiendo crear sus propias reglas y sus propios esquemas para construir la obra escrita, buscando la belleza oculta tras las letras.

Ahora surge otra pregunta: ¿qué es un escritor?



Nota: Material extraído del taller literario “Tengo una historia, ¿quién me la publica?” impartido el 27 de mayo de 2006 durante las I Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas, Sevilla.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

El escritorio: Tanka del escritor frustrado

Grandes ideas
o palabras audaces,
faltan a veces.
Sólo líneas vacías,
algunos versos huecos.


Tanka: Poema de origen japonés compuesto por cinco versos de 5, 7, 5, 7 y 7 onjis (entiéndase sílabas). La tercera línea hace de pivote entre los dos primeros versos y los dos últimos.

Leyendo el libro Sputnik, mi amor de Haruki Murakami se me ha antojado intentarlo.

martes, 7 de noviembre de 2006

Reflexiones de un ególatra: El reparto de poder en el mundo

Esta mañana he leído este artículo y me he quedado un poco sorprendido. No es que me extrañe que existan estas cosas, pues, de hecho, soy de los que creen que podría haber un conjunto limitado de personas que gobiernan el mundo y lo controlan (quienes manejan los hilos), pero leerlo como noticia me ha hecho pensar en una típica inocentada o en el argumento de una novela.

Nunca he sentido interés por pertenecer a ningún club, posiblemente porque la mayoría de ellos parecen basarse en un sentimiento clasista o elitista que nunca podría compartir. Nadie es superior a nadie, aún menos si es por la fortuna de tener mayores recursos que otros. Así que, desde luego, jamás me gustaría verme representado en este Club Bilderberg. Mala suerte, he llegado tarde. Tenemos representantes serios en esta sociedad que parece tomarse como algo personal la "salvación" del planeta. ¿Tendrán en cuenta también los riesgos medioambientales a los que la Humanidad está sometiendo su mundo natal? ¿Realmente con el uso de tres monedas en todas partes repararíamos el hambre y la pobreza que azota a tres cuartas partes (o cuatro quintas partes) de nuestra población?

Qué dolor me provoca pensar que con nuestras sobras podría alimentarse a todos los que se mueren o están muriendo de hambre. Esas sobras no es lo que tiramos en nuestras casas (aunque está bien educar a nuestros hijos enseñándoles que deben rebañar el plato y no dejarse nada; aún dicen que en un restaurante es de mal gusto hacerlo, qué estupidez), sino que se trata de los excedentes industriales de los que nos deshacemos para no perder un ápice de nuestra riqueza, de nuestro poder frente a los pobres.

Como he dicho tantas veces, el mundo está en equilibrio gracias al desequilibrio, al caos que reina y permite a unos ser ricos a costa de que otros vivan de forma miserable. Porque la ambición puede al ser humano y éste antepone sus riquezas a todo lo demás.

Este viernes, si a alguien le tocara el premio máximo del Euromillón, se llevaría un bote de más de 110 millones de euros (como dicen en la tele, más de 18.000 millones de las antiguas pesetas). Con tanto dinero podría vivir cómodamente toda mi familia (mis padres, mis suegros, mis hermanos y mis cuñados, si apuras hasta mis tíos y primos) durante los años que duremos. Nada más que con los intereses nos aseguraríamos un buen salario, por no hablar de las inversiones que se podrían hacer con prósperos rendimientos. O sea, indudablemente, si me tocara el premio, sería riquísimo.

Luego piensas a otra escala y recuerdas esos amplios pisos que vendían junto a Central Park, en Nueva York. Muchos valían más de 50 millones de dólares y algunos alcanzaban los 75. Personalidades célebres como Madonna, Robert de Niro, Paul Newman, etc, tienen pisos en la zona. Pero además tienen viviendas en otras ciudades. ¿Cuánto dinero manejan estas personas, sin ser realmente personas que representen el poder político? ¿Os dais cuenta de la envergadura del problema? Qué mal, pero qué mal repartido está el mundo...