viernes, 29 de febrero de 2008

Cine: Iron Man

Este verano llegará a las pantallas de cine una película que muchos están esperando. Cuando anunciaron el proyecto, desconfiaba de él. Me parecía que era aún más difícil captar la esencia de este personaje, el Hombre de Hierro, que de Spiderman o Daredevil. Sin embargo, el avance que acaban de hacer público resulta muy prometedor.



Aunque nunca he seguido la serie de cómics, Iron Man siempre me ha caído simpático. Especialmente en la etapa en que lo dibujó John Romita Jr. Tal vez, ahora, después de la famosa Guerra Civil que ha arrasado Marvel, no pueda decir lo mismo. Se ha convertido en el enemigo a batir entre los héroes.

jueves, 28 de febrero de 2008

Irene ha dejado de ser prematura

Según el INE -Instituto Nacional de Estadística-, Irene fue prematura, pues nació antes (poco, pero antes) de cumplirse las 37 semanas de gestación. Yo sigo pensando que, más que prematura, fue precoz, pues tenía ganas de conocer el mundo exterior y encontrarse con sus padres. Inmediatamente, pasó a convertirse en un bebé más, según los especialistas que la atendieron. Pero sus primeras dos semanas de vida resultaron algo duras, ya que no ganaba suficiente peso.

Parece que por fin hemos encontrado el régimen alimenticio adecuado y ha alcanzado la estabilidad que deseábamos. Por ese motivo, el pasado miércoles, cuando Irene cumplía la tercera semana entre nosotros, su tito Benito (así llamamos al Dr. Amil, su pediatra, que es muy cariñoso con ella y ha sabido conducir su evolución perfectamente) decidió que Irene había dejado de ser un paciente VIP y ya no había que tratarla como un recién nacido con los problemas propios que conlleva el ser prematura.


Aquí la vemos, contenta y feliz, al día siguiente, que salió a dar su primer paseo por la calle, celebrando el Día de Andalucía.

miércoles, 27 de febrero de 2008

De mes en cuando (Cristina Monteoliva)

La mayoría de las personas que tenemos una afición y/o vocación sentimos la necesidad, en algún momento de nuestras vidas, de ponernos en contacto con gente que nos comprenda, gente que comparta estas inquietudes.

El año pasado por fin conseguí, después de algún que otro intento fallido, inscribirme en un taller de escritura creativa, concretamente en el que ofrece la Casa de Porras (Universidad de Granada), y que normalmente imparte César Requesens. César nos hablo, entre muchas otras cosas, que la asociación PuraVida, de la que él es presidente, promovía (y promueve) el interesante ciclo literario DE MES EN CUANDO.

El ciclo de presentaciones literarias DE MES EN CUANDO se viene realizando en el Café-Libros Anaïs desde el año 2006, por iniciativa de los escritores Federico Villalobos y Alfonso Salazar. Desde los mismos inicio se sumó al proyecto el escritor y periodista César Requesens y tiempo después el también escritor Ginés Cutillas, el poeta Andrea Perciaccante, la periodista Paula Orellana Uribe y la diseñadora gráfica Cristina Requesens. Actualmente, y desde enero de 2008, la organización de De Mes en Cuando está en manos de Carmen Córdoba, Cristina Requesens y Cristina Monteoliva.

El 'librito' que se edita en esta velada literaria no pasa de tener 12 ó 16 páginas. Del mismo se editan 100 ejemplares. Al público asistente se le obsequia con un ejemplar (que puede firmarle el propio autor al final de la velada) y en la librería Babel de Granada se reparte el resto de la tirada, además de regalarse al autor los correspondientes ejemplares.

Portada del librillo 22, con Andrés Sopeña

La edición de estos 'libritos' la realiza la Asociación Cultural PuraVida a través de Ediciones PuraVida. Esta Asociación Cultural, nacida en 2002, tiene como objetivo la promoción de la Cultura y las artes a través de la realización de actividades relacionadas con las diferentes disciplinas artísticas. Está presidida por César Requesens-Moll y tiene sedes en Granada y Málaga, ciudades donde se realizan actividades como cursos de Tai Chi y talleres literarios y de lectura. Recientemente ha sido publicado el primer título de la colección PuraVida, 'Soul & Heaven Marketplace-Supermercado del espíritu' de César Requesens.


César Requesens en una presentación

El ciclo de Mes en Cuando echó a andar en febrero de 2006 con la presentación de un relato breve del escritor José Abad ('Holocausto'). Desde entonces, cada mes se ha publicado y presentado un relato de algún escritor o artista sin más criterio de selección que la calidad del texto presentado a publicación. Por De Mes en Cuando han pasado escritores reconocidos, como Ángel Olgoso, Andrés Sopeña, Andrés Neuman y Ginés Cutillas, y grandes promesas, como Valeria Tittarelli, Marina Díaz Carmona, Luís Fernando Martínez...

Yo, Cristina Monteoliva, también tuve la oportunidad y la gran suerte de ser fichada para leer en De Mes En Cuando, con mi cuento POMPAS DE JABÓN. Y, como he dicho antes, ahora me hago cargo de parte de la organización, concretamente de los contenidos del blog.

Si queréis saber más acerca de esta gran iniciativa, no dejéis de visitar el blog www.demesencuando.blogspot.es.

Y si algún escritor tiene ganas de pasarse por Granada, ver su cuento publicado y pasar un buen rato en el Anaïs, que se ponga en contacto con nosotras: crismonteoliva@hotmail.com.

Cristina Monteoliva

lunes, 25 de febrero de 2008

ScifiWorld Magazine: Paseo por los clásicos I


EL MATEMÁTICO Y ESCRITOR ALAN ALEXANDER MILNE, NACIDO EN LONDRES EN 1882, ESCRIBIÓ VARIAS OBRAS DE TEATRO DE FANTASÍA QUE FUERON FAMOSAS DURANTE LOS AÑOS VEINTE Y PARTE DE LOS TREINTA DEL SIGLO XX. LLEVÓ AL TEATRO UNA OBRA BASADA EN EL LIBRO DE “EL VIENTO EN LOS SAUCES“ DE KENNETH GRAHAME, PERO TERMINÓ DEDICÁNDOSE AL RELATO Y LA POESÍA.

En 1914, un tren procedente de Winnipeg (Manitoba, Canadá) que transportaba tropas para luchar en Europa, se detuvo en White River (Notario). El teniente veterinario H. Colebourn (1887-1947), un británico afincado en Canadá, salió del tren para despejarse un poco y vio a un trampero que se había quedado con una cría de oso después de matar a su madre. Colebourn le ofreció veinte dólares y se quedó con la osezna, a la que llamó Winnie, en honor de Winnipeg, la ciudad donde residía. Más tarde, decidió dejarla en el zoológico de Londres para que se ocupasen de ella mientras luchaba en el frente. Winnie no tardó en convertirse en la favorita del público, por su carácter cariñoso y dócil. Cuando acabó la guerra, Colebourn volvió al zoo a recogerla, pero decidió dejarla allí, tras comprobar el afecto que despertaba en todos.


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domingo, 24 de febrero de 2008

El escritorio: Recurrencia en destiempos.com

La revista de curiosidad cultural destiempos.com, en su número 13, que acaba de publicar, ha incluido mi relato Recurrencia entre los contenidos de narrativa. Desde aquí quiero agradecer a los responsables de la revista la consideración que han tenido con mi obra. Espero que disfrutéis leyendo esta vuelta de tuerca.

La primera vez que tuve esa extraña sensación fue nada más despertar. Entreabrí los ojos y, como si aún estuviera durmiendo y se tratase de un sueño, sentí que sonaba el móvil. Pero lo cierto es que no estaba sonando. Empezó a sonar justo unos segundos después, mientras me frotaba los párpados con los dedos.

Puedes seguir leyendo aquí.

jueves, 21 de febrero de 2008

Cuando se ligaba leyendo, de Fernando Iwasaki

Terminamos con el último de los Cuatro [ale]gatos a favor de la lectura de Fernando Iwasaki.


Cuando se ligaba leyendo

ES VERDAD. HUBO un tiempo glorioso en el que los libros, la lectura, el conocimiento y los idiomas provocaron un efecto afrodisíaco en una generación de mujeres sensibles, inteligentes y bellas que hoy tienen entre 40 y 50 años. Y no es que las mujeres menores de 40 ya no sean sensibles, inteligentes y bellas, sino que ahora las mujeres saben que la mayoría de los hombres no pasa del suplemento de deportes y por eso no hay tío que aguante dos rounds de vis-á-vis literario con una tía. Pero en los años 70 no era así, y uno se conmueve al recordarlo.

Yo entré a la universidad en 1978 y -a punto de cumplir los diecisiete- alcancé a estudiar con las últimas chicas que todavía creían en el «hombre ilustrado». A mi favor estaba que yo leía muchísimo y en contra tenía que todas eran mayores que yo. Pero entonces uno era optimista y cuanto más adulta e inalcanzable era la chica de mis sueños, más densos y enrevesados eran los libros que devoraba en vano, porque nadie me advirtió que una cosa era parecer interesante y otra muy distinta resultar rarísimo.

A fines de los 70 era inimaginable ligar presumiendo de borrico, pues el mínimo exigible a un manganzón en edad de merecer suponía Cien años de soledad, Historias de cronopios y de famas, El arte de amar de Erich Fromm, ciertas nociones de Marx y cualquier película de Fellini. ¿Quién no ha formado parte de algún círculo de estudios durante los años 70? Y es que en los círculos de estudios se ligaba más que en las convivencias, porque las chicas eran la mar de intelectuales y sólo se fijaban en eso:

- ¿Sabías que Fulanito tiene una bien gorda?
- Será el Ulises de Joyce.
- Yo creo que es Guerra y Paz.

Las chicas de los 70 me hicieron leer El Principito, Juan Salvador Gaviota, El viejo y el mar, Cartas a un joven poeta y todos los pensamientos de Khalil Gilbran, antes de cumplir los 15. Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante.

Muchos contemporáneos míos presumen de disfrutar de una segunda juventud al lado de chicas más jóvenes y hermosas. Puede que sean más jóvenes pero no más hermosas, porque las chicas más bonitas siguen siendo las mujeres de mi edad. Las únicas mujeres de las que me he enamorado siempre a través de sus conversaciones, sus ideales y sus reivindicaciones. Las únicas chicas que comparten conmigo melancolías, canciones y lecturas. Gracias a ellas puedo escribir una autobiografía y no una «autoviagrafía», porque ellas me enseñaron a soñar, a vivir y a leer.

Aquellos fueron unos años mágicos, maravillosos y emocionantes, porque la cultura y la belleza eran igual de conmovedoras para las chicas de los 70. Ellas querían saber qué libros leíamos y sus ojos relampagueaban sensuales cuando uno les hablaba de Poe, Jünger, Dumèzil o Lawrence Durrell. Por eso las mujeres que hoy tienen entre 40 y 50 son así de tiernas, fuertes, brillantes, ilustradas y cómplices. Y a mí, que me hechizaron en la juventud, me siguen fascinando en su plenitud.

Fernando Iwasaki

miércoles, 20 de febrero de 2008

El acoso textual, de Fernando Iwasaki

Le toca el turno al tercero de los Cuatro [ale]gatos a favor de la lectura de Fernando Iwasaki. En él, encuentro un posible (y simpático) punto de fricción con mi carrera académica de matemático. :D Pero tiene mucha razón en la protesta que argumenta. Me ha hecho recordar el interés que tenía por conocerme hace unos días una exigente lectora, que había leído mi novela en el proceso de selección para formar parte del programa El placer de leer. Le resultaba peculiar que un matemático hubiera podido escribir un relato coherente sin irse por las ramas ni complicar la trama.


El acoso textual

HACE UNOS MESES, visitando institutos de enseñanza secundaria en Andalucía, más de un periodista local me preguntó si era recomendable -y por lo tanto pedagógico- obligar a leer a los adolescentes. Así, en frío, uno siempre quiere contestar que no es partidario de obligar a nadie a nada, pero como esa pregunta ya me la han formulado muchas veces, respondí que ya estaba bien de hacernos sentir culpables a los escritores, humanistas y profesores de letras. ¿Por qué nadie le pregunta a los profesores de ciencias si es bueno obligar a un adolescente a simplificar polinomios, sumar exponentes, factorizar radicales, resolver ecuaciones y descifrar logaritmos? A mí me obligaron –incluso- a estudiar números que ni siquiera eran reales.

De entrada me parece injusto crearle un problema de conciencia al profesor que le exige a sus alumnos memorizar un soneto de Garcilaso, mientras que nadie pone en entredicho que los elementos de la tabla periódica deben de ser memorizados con sus respectivos símbolos, columnas y pesos atómicos correspondientes. Hay más escrúpulos a la hora de obligar a los alumnos a leer, que a la hora de obligarlos a paporretear fórmulas, valores y cadenas moleculares. ¿No hay en realidad un prejuicio contra las humanidades y un menosprecio a los conocimientos históricos, literarios y filosóficos? ¿Por qué se promueve la falaz persuasión de que la única y verdadera inteligencia es la matemática?

Siempre he creído que hay una aptitud verbal y una aptitud numérica, así como existe una aptitud musical y otra plástica. Algunos individuos pueden atesorar de manera simultánea varias de esas aptitudes, pero no necesariamente desarrollarlas todas por igual, así como hay personas del todo negadas para las ciencias, el dibujo, la música y las humanidades. ¿Por qué la demostración de un teorema tiene que suponer más elaboración intelectual que la traducción de un verso de Horacio? Yo admito que ambas operaciones puedan ser igual de bellas, luminosas y perfectas, aunque yo mismo sea un discapacitado numérico y un minusválido matemático.

Toda la vida me costó aprobar las asignaturas de ciencias, tanto en la secundaria como en la universidad, porque ni siquiera en la facultad de letras me libré de cursar una asignatura de matemáticas que era obligatoria para todas las especialidades de humanidades. Mas no por ello rumio rencores contra las ciencias y más bien admiro a matemáticos ilustres como Lewis Carroll y Bertrand Russell. ¿Acaso el mismo Borges no proponía constantemente juegos y paradojas de naturaleza matemática?

Qué maravilla, ser escritor y poder ayudar a los hijos a sacar raíces cuadradas, simplificar inecuaciones y calcular la aceleración de un móvil que se desplaza sobre un plano inclinado rugoso (¡Dios mío! ¿Por qué encima «rugoso»?). Hace años me obligaron a estudiar todas esas cosas y seguro que mis maestros creían que hacían lo correcto. ¿Entonces por qué a los escritores, humanistas y profesores de letras nos acusan de practicar el «acoso textual» cuando exigimos leer? Hay gente que está a favor de las ciencias exactas, pero no de la exactitud.

Fernando Iwasaki

martes, 19 de febrero de 2008

La enseñanza sentimental, de Fernando Iwasaki

Continuamos con el segundo de los Cuatro [ale]gatos a favor de la lectura del amigo Fernando Iwasaki.


La enseñanza sentimental

MUCHAS VECES HE leído –en críticas o reseñas literarias- que el valor de tal o cual libro consiste en haber recreado la educación sentimental del autor o los lectores. A uno se le antoja una expresión afortunada eso de la educación sentimental, mas no por su dimensión autodidacta sino por la promesa de una docencia. Y cuando uno ha sido feliz gracias a los libros y la música, procura que sus hijos aprendan a querer las mismas lecturas y melodías.

En estos tiempos de juegos virtuales y consolas mágicas, interesar a los niños en Robinson Crusoe, La Isla del Tesoro y Tom Sawyer es una empresa más bien ardua y complicada. La primera parte de mi educación sentimental transcurrió entre los siete y los trece años sobre las páginas de Julio Verne, la Condesa de Segur, Sir Walter Scott, Oscar Wilde y Homero, entre otros. Y aunque uno apenas es mayor de cuarenta, tal vez comparta aquel aprendizaje con otros «contemporáneos» mayores de sesenta. Por eso quiero rehacer la biblioteca de la infancia, porque me aterra la idea de que mis hijos nunca lleguen a ser mis «contemporáneos».

Desde hace unos años dedico un tiempo de mis pesquisas por librerías de viejo, a buscar las mismas ediciones en que leí fascinado las obras gloriosas de mi educación sentimental. Me hace ilusión ponerlas al alcance de los niños y descubrir con ellos mi descubrimiento del mundo. Pienso en los cuentos de Constancio C. Vigil, en las fábulas de Esopo y en los hechos de la corte del Rey Arturo. Sin embargo, hay unos títulos que hasta ahora me han sido esquivos.

Yo debía de tener unos nueve años cuando entré por primera vez en la biblioteca de mi colegio -el Champagnat de los Maristas de Lima- y salí de ahí con Tuska el jabalí bajo el brazo. Me bebí en una sola tarde aquel libro, sobrecogido por la emoción y la belleza de sus páginas, y descubrí entusiasmado que se trataba de una colección de vidas de animales que contenía otros títulos como Inkosi el león, Timur el tigre, Loki el lobo, Bru el oso, Kra el mandril y otros más hasta llegar a doce volúmenes. Por suerte en la biblioteca estaban todos y así los fui leyendo mientras cursé mi cuarto de primaria en 1971. Por desgracia nunca supe quién era el autor y cuál la editorial.

Muchos años después hallé Chag el caribú en una exposición de libros infantiles de la vieja biblioteca pública de Sevilla, e hice la ficha de rigor: Bernard Rutley, Editorial Molino, Barcelona y 1959. Desde entonces no he dejado de buscar esa colección en vano. Incluso viajé hasta Barcelona para poner boca abajo los almacenes de la Editorial Molino, y tan sólo recogí las lágrimas de un viejo conserje conmovido por los recuerdos de alguien que leyó hace más de veinte años y en Lima, unos libros saldados y preteridos.

He llegado a la conclusión de que si no los encuentro tendré que reescribirlos para mis hijos, apelando a la memoria y mis ensoñaciones. Y tengo muy claro que si lo consigo no estaré recreando mi educación sentimental, sino enseñando sentimentalidad.

Fernando Iwasaki

lunes, 18 de febrero de 2008

Mi primera experiencia textual, de Fernando Iwasaki

Hace unas semanas, en la presentación de la novela La mágica pelliza de Carlos Marx, de Rafael Raya, conocí a Fernando Iwasaki, un escritor magnífico y una magnífica persona. Puedo afirmarlo, a pesar de haber compartido con él apenas unos minutos y haber cruzado tan sólo dos mensajes de correo electrónico. Debe de ser por su forma de expresarse y por su generosidad al cederme un texto como el que presento hoy. De hecho, creo que acertó de pleno al enviarme sus Cuatro [ale]gatos a favor de la lectura, muy acorde con el tono general de mi blog.

Como Fernando me lo ha sugerido, he decidido publicar cada uno de los cuatro [ale]gatos por separado, para que el lector se deleite tranquilamente con ellos, aunque formen parte de un todo. Empezamos con el primero, en el que Fernando nos desvela ciertos secretos personales que han hecho que sienta aún más afinidad con él, porque también para mí fueron (y siguen siendo) muy valiosos tanto los clásicos como los tebeos.


Mi primera experiencia textual

DURANTE MI INFANCIA los cómics fueron tan valiosos como los clásicos, así que debo citar a Julio Verne, Mark Twain y H.P. Lovecraft, al lado de Tarzán, Spiderman y los 4 Fantásticos. Ya de adolescente leí cinco libros maravillosos: la Ilíada y la Odisea, Historias de Cronopios y de Famas de Julio Cortázar, La palabra del mudo de Julio Ramón Ribeyro y los Cuentos Completos de Edgar Allan Poe. De los libros leídos en mi último año de colegio me marcaron para siempre Cien años de soledad de García Márquez, La Cartuja de Parma de Stendhal, El libro de arena de Borges y El mito del eterno retorno del rumano Mircea Elíade, los cuales «ordenaron» todas mis lecturas anteriores, superhéroes incluidos.

Como entré a la universidad con 16 años, todavía no sabía leer con alicate y destornillador, así que también leí a Freud, Levi-Strauss y San Agustín como si fueran autores de literatura fantástica, hasta que descubrí la complejidad narrativa de Conversación en La Catedral de Vargas Llosa, El obsceno pájaro de la noche de Donoso y El Astillero de Onetti. Literariamente hablando, mi descubrimiento de esas tres novelas fue comparable a lo que representaron para mí Fellini, Bergman y Woody Allen en el dominio del cine. Desde entonces siempre leo con «caja de herramientas».

Ha transcurrido mucho tiempo desde entonces y los libros que me han encantado son numerosos, pero si tuviera que elegir sólo cinco me quedaría con La Ilíada, Historias de Cronopios y de Famas, El libro de arena, La Cartuja de Parma y los Cuentos Completos de Poe en unos tomitos azules de Alianza. Mi textualidad se definió con la lectura de esos libros a los que siempre regreso, porque en aquella edad remota mi promiscuidad textual era absoluta y podía quedarme horas en la cama disfrutando del texto por el texto, practicando la homotextualidad y a veces la heterotextualidad.

No es casual que sólo haya citado libros que leí sin destornillador, porque el hechizo que me infligieron fue poderoso, fulminante y perturbador, como los rayos de Cíclope o la energía cósmica de Galactus. Admiro a los escritores que son capaces de cifrar en una sola novela el compromiso, la condición humana y la identidad de su país, su continente o su planeta; pero sólo envidio a quienes nos seducen textualmente y nos mantienen en vela hasta que la mañana nos arrasa, deslumbrados y felices.

Por eso la primera experiencia textual es más esencial y memorable que la otra.

Fernando Iwasaki

domingo, 17 de febrero de 2008

El escritorio: Vuelta a empezar

Con motivo de un concurso que había convocado, entré en contacto con El mundo imaginario de J. E. Álamo. Hace poco hizo una propuesta pública, para animar a los aficionados a enviarle trabajos de fantasía, ciencia ficción y terror que publicaría en su blog, Letras para soñar. He tenido el placer y el honor de inaugurar la sección con mi relato Vuelta a empezar.

sábado, 16 de febrero de 2008

Diez días con Irene

La pequeña Irene ya lleva diez días con nosotros. Han sido diez días duros (bendito permiso por paternidad), pero enriquecedores y reconfortantes. Ojalá pudiera estar todos los días con mi mujer y con ella como ahora (habrá que seguir intentándolo con la Primitiva). Come abundantemente, así que pronto empezará a crecer y a cambiar. En unos años leerá algunos de los libros que se encuentran a nuestras espaldas.

viernes, 15 de febrero de 2008

El placer de leer


"El placer de leer" es el nombre que recibe el proyecto de animación a la lectura promovido por la Diputación de Sevilla entre los alumnos de 3º y 4º de ESO de la provincia. El pasado año 2007 funcionó bastante bien, pero parte de su éxito radica en la implicación de los narradores orales que motivan a los jóvenes a leer y en la colaboración de los autores cuyos libros se dan a leer a esos jóvenes.

Sin duda, la clave en "El placer de leer" es la participación del joven lector. Básicamente, el programa se desarrolla en tres fases: en la primera se distribuyen 2.500 ejemplares de las obras seleccionadas en los municipios: 30 ejemplares de una misma obra para cada grupo de 4 municipios y un lote de las 14 obras seleccionadas para cada municipio participante. En la segunda fase, cada municipio constituye un grupo de treinta jóvenes, que realizan la lectura de la obra correspondiente. Es el momento en el que se inician las actividades de animación: narraciones orales, visita de autores y concurso por internet. En la tercera fase se realizará una gala en la que se encontrarán todos los participantes y se entregará el premio a los ganadores del concurso en las diferentes categorías.

En la mañana del viernes 15 de febrero se ofreció una rueda de prensa para presentar la cuarta edición del programa. En ella intervinieron Fernando Rodríguez Villalobos, el presidente de la Diputación, la Diputada del Área de Juventud, el escritor Antonio Rodríguez Almodóvar, la escritora Nerea Riesco y el cuentacuentos José Ramón G. Céspedes. También asistieron algunos de los quince escritores (sevillanos por nacimiento o adopción) que han sido invitados a participar en el programa en 2008. Uno de ellos era yo y resultó un honor enterarse de que comparto esta importante misión con veteranos como Antonio Rodríguez Almodóvar, Concha López Narváez, Francisco Núñez, José A. Ramírez Lozano, Dolores López Enamorado, Eliacer Cansino, Enrique Martín Rodríguez, Manuel Jurado, Manuel Moya o Miguel Fernández Villegas, y con jóvenes autores consagrados como Eva Díaz Pérez, Nerea Riesco y mi amigo Pepe Carrasco.


Algunos de los autores del programa con el presidente de la Diputación y la Diputada de Juventud.


Las actividades del programa alcanzarán a unos 1800 estudiantes. A mí me tocará visitar centros de estudios de cuatro de los 57 municipios que se han incorporado al programa. En esta primera toma de contacto con los organizadores, lo que más me emocionó fue saber que Ladrones de Atlántida había superado una criba difícil y muy exigente. Todos esperaban que mi novela gustara entre los estudiantes y pudiera repetir en 2009, algo muy curioso tratándose de una obra escrita para el público general. Por otra parte, fue un placer conocer a Nerea Riesco y poder hablar con ella sobre la literatura y la forma de escribir de cada uno.

jueves, 14 de febrero de 2008

Taller: El escritor humilde, de David Mateo

Debo suponer que todos aquellos que nos embarcamos en un proyecto parecido al de Historias Asombrosas (abónense) en el que incurren autores consagrados y nuevos valores, lo hacemos desde el respeto y la buena fe. Cuando llevamos entre manos una publicación que atañe a los autores noveles que están tratando de abrirse paso en el complejo mundo de la escritura, debemos ser sumamente respetuosos con esos nombres que el gran público desconoce y que en cualquier momento pueden pegar la campanada.

La falta de humildad, o lo que es lo mismo, el escritor que se cree algo y a menudo observa por encima del hombro al resto de sus congéneres, suele ser símbolo de escritor fracasado, caduco o corto de miras. ¿Por qué corto de miras? Porque el buen escritor debe ser consciente de que entre la gente que le rodea, de esos nombres anónimos que surgen de los foros y blogs, en cualquier momento puede aparecer un puñado de buenos escritores con mejores herramientas para ensamblar una historia que llegue a la gente y que, fácilmente, te deje en la estacada.

Desde que comencé a escribir, hay dos frases que se han quedado grabadas en mi cabeza. Una la leí en un libro, Mientras escribo (¡cómo no!) de Stephen King, venía a decir más o menos lo siguiente: «¿Quiere usted escribir? No lo mencione tanto. Escriba.» La otra la pronunció Juanmi Aguilera durante una comida: «En España hay mucha gente que escribe bien y podría publicar, pero para publicar hay que ser constante y encontrar la capacidad de escribir un libro tras otro.» Como editor tengo una fe ciega en los aficionados que se ponen delante del ordenador y comienzan a desarrollas sus primeros cuentos. Como escritor les guardo un respeto terrible. Es más, considero que el buen escritor es aquel que, en vez de cerrarse en sí mismo y vivir con sus esputos, se abre a nuevas tendencias y conoce la lengua de otros escritores, mejores o peores, más hábiles o más torpes. Porque tengamos una cosa bien clara: alcanzar una vida soñada en la élite de la literatura está al alcance de muy poquitos y, normalmente, la gente que llega hasta ahí no es la que mejor escribe. Incluso el autor novel que mejor maneja el lenguaje pero de lo único que se preocupa es de engrandecer su ego, corre el riesgo de quedarse tirado en una cuneta y ser burla y escarnio de aquellos de los que él mismo se mofa. Tengamos claro que, normalmente, esa petulancia suele poner un velo en los ojos del escritor confiado y éste no llega a ser consciente de sus propios errores. No basta con ser un buen arquitecto en el uso del lenguaje, sino que hay que ser capaz de transmitir, de insuflar alma a las letras, de encontrar una buena historia que llame al lector y lo retenga. Y para ser un buen narrador, no sólo hay que ser un buen juntaletras, sino que también hay que tener la capacidad de crear historias que hechicen a la gente.

Desde el respeto se puede conseguir mucho. Hay muy pocos escritores que se dedican a chafar la cabeza del compañero o a hablar mal de otros autores, os lo aseguro, ya conozco unos cuantos profesionales y la mayoría son respetuosos y disfrutan ejerciendo su labor de escritor. El que quiera enfrascarse en ese juego de mala sangre, allá él, probablemente quedará marcado por la comunidad literaria. Con ello no quiero decir que entre todos los que estamos metidos en este sarao existan lazos fraternales que nos unan en la vida y en la muerte. No seamos tan cabezahuecas. Un colega que trabaja en la radio suele decir: «Mis mejores amigos están fuera de la profesión.» Pero ni un extremo ni otro. El que quiera trabajar haciendo letras, tiene que ser consciente de que en el camino acabará encontrándose con otra gente que haga letras, es ley de vida. Algunos estarán mejor dotados, otros serán menos aptos, pero a todos hay que guardarles respeto. ¿Por qué? Porque todos hemos empezado en una silla de mimbre, con una libreta en la mano y garabateando palabras con un bolígrafo BIC, y el que renuncia a su pasado sólo para reírse del que está dando sus primeros coletazos no es más que un inconsciente deshumanizado porque se está señalando a sí mismo en otra faceta de su vida.

A todos los autores que estáis empezando a escribir, que os ilusionáis con publicar y que acabáis horrorizados con el proselitismo barato que se ejerce en algunos lugares, pasad de ellos. En la mayoría de los casos esa verborrea calenturienta suele proceder de mentes atrofiadas que no han conseguido nada, se han vendido a sí mismos como una marca registrada cuando vivían tiempos mejores y, ahora, con la puesta en escena de un mercado abierto, renovado y menos viciado, ven como su hegemonía chusca y pasada de moda caduca y se ven obligados a sermonear desde el atril como lo hacía el clero en tiempos de Mari Castaña. Basta con que echéis una ojeada al nuevo redil de escritores que publica en editoriales más o menos conocidas, para comprender que trabajando —trabajando por un tubo, porque publicar nunca va a ser fácil— puedes llegar a una meta y, desde ahí, ir avanzando posiciones poquito a poco. No os desaniméis. Seguid escribiendo. Escribid mucho. Seguid haciendo historias bonitas, sea cual sea vuestro afán. El mundo editorial os espera y, como me dijo una vez Domingo Santos, llegar es complicado, pero si lo hacéis, disfrutaréis de un mundo apasionante lleno de sorpresas.

Escribid, malditos, escribid.

Publicado originalmente por David Mateo en su blog, La Sombra de Grumm, el 22 de enero de 2008.

miércoles, 13 de febrero de 2008

ScifiWorld Magazine: La literatura en internet


EL MUNDO DE LA LITERATURA AVANZA, EVOLUCIONA Y BUSCA NUEVAS FÓRMULAS PARA REIVINDICARSE. HOY, INTERNET, ES LA HERRAMIENTA QUE ESTÁ AL ALCANCE DE TODOS LOS LECTORES Y MÁS RUMOROLOGÍA DEPARA.

Lo mejor y lo peor de internet es que te enteras de todo y cada vez más rápidamente. A veces, demasiado pronto (por ejemplo, te desvelan el desenlace de tu saga favorita de cómics o libros) y otras demasiado tarde (encuentras un libro genial que ya está descatalogado y es difícil que puedas comprar). En ocasiones, de noticias que son falsas y en otras de cosas ciertas pero tan inconcebibles que cuesta creerlas.


Continúa aquí.

lunes, 11 de febrero de 2008

Colaboraciones: Víctima es una estrella sin cielo, de Luis Alberto Ambroggio

A Luis Alberto le conocí a través de mi amiga María del Águila Boge. En uno de esos viajes que hace de vez en cuando desde Washington, donde trabaja y reside, visitó Sevilla y María del Águila nos presentó. Desde entonces, nos hemos encontrado en otra ocasión y mantenemos contacto por correo. Se ha convertido en un amigo más, logrado gracias a la literatura y sus vínculos. No es la primera vez que le menciono en este blog, pero hacía tiempo que quería publicar alguno de sus poemas. Hace unos meses me envió algunos que había seleccionado con tal propósito y he decidido elegir este:

Cae vulnerable como piedra abatida por el embrujo de las hojas.
Cae con los llantos del viento que cambia el paraíso.
Cae debajo de las aguas tibias del diluvio y sus salvados.
Cae como aquella flor que alguna vez maldije con mis ojos.
Cae de frente en un lugar que no existe en cada rincón de esta tierra.
Cae bebiendo la oscuridad que lo explica en sus oraciones sin respuesta.
Cae porque el destino de la locura lo abandonó junto al abrazo de su lápida.
Cae en la cruz de la memoria deslumbrado por la ilusión de la dicha.
Cae empujado por el aire que lo confunde con su extensa geografía.
Cae en el surco generoso de los cirios antes que las lluvias lo resuciten.
Cae, y siempre que cae es noche, en la que celebra la alborada.
¿Quién, hombre/mujer, es la víctima de este diseño de serpientes?

© Luis Alberto Ambroggio

viernes, 8 de febrero de 2008

Los ojos de Irene

Es vivaz y despierta. Desde el primer momento pudimos ver cómo abría sus ojos oscuros. Como el cazador que persigue a su presa, papá José Ángel consiguió sorprender por fin esa mirada el jueves, un día después de su nacimiento.



Nuestros amigos del foro nos han dedicado un sinfín de cariñosas felicitaciones en el hilo Ha llegado un nuevo bebé al foro.

jueves, 7 de febrero de 2008

Irene ya está aquí


Así es, quiso sorprendernos y, casi un mes antes de lo previsto, la pequeñita Irene quiso nacer. Ayer, 6 de febrero, su madre rompió aguas al mediodía y hacia las seis de la tarde nacía la tierna y entrañable niña que veis en la foto. Ha pesado 2,400 Kg. y ha medido 44,5 cm. Así que ahora tiene que comer, crecer y madurar para hacerse aún más fuerte.

Tanto la mamá como la hija se encuentran muy sanas. Pero habrá que cuidarlas a las dos y darles mucho cariño.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Taller: Tomar notas

A menudo me preguntan cuándo escribo, qué tiempo dedico a escribir o cómo me las arreglo, teniendo en cuenta que ejerzo otra profesión. Entonces, me limito a explicar mi método personal. Nunca me pongo ante una hoja en blanco, delante del ordenador, a esperar que surjan las ideas. Las ideas han debido de surgir antes y, muy probablemente, hayan sido apuntadas en una libreta o un cuaderno. A veces, incluso utilizo la grabadora de voz (antes la del teléfono móvil; ahora tengo una mucho más práctica). Cuántas ideas se perdían, se olvidaban, por no poderlas anotar a tiempo.

En efecto, como la idea aparece cuando menos se espera, suelo tener cerca la grabadora o aprovechar cualquier papel donde poder tomar notas. Luego las voy pasando a una libreta o a un archivo. Cuando las ideas se acumulan, hago un trabajo previo de clasificación y ordenación. Más tarde, en el momento en que me pongo frente al ordenador personal, tan frecuentemente como se pueda y como exige la disciplina del escritor, es habitual que el trabajo consista en organizar todas las notas y desarrollarlas, ampliando descripciones o profundizando en los diálogos.

Mi amiga Cristina Monteoliva destacó en su artículo Sobre la importancia de tomar notas unos comentarios de Henry James que había encontrado en el libro Cómo ambientar un cuento o una novela, de la editorial Alba, y que ilustran perfectamente mi forma de trabajar (James lo hizo tan bien que resulta absurdo intentar explicarlo con otras palabras):

...tanto tiempo hace que no tomo notas, no apelo a una libreta cualquiera, no escribo mis reflexiones corrientes, no me sirvo de una hoja de papel para verter, por así decirlo, mis secretos. Mientras tanto tal cantidad de cosas han ido y venido, tal cantidad que ahora es demasiado tarde para apresarlas, reproducirlas, preservarlas. He dejado pasar demasiadas por haber perdido, o más bien por no haber adquirido, el hábito de tomar notas. Podría serme de gran provecho; y ahora (...) que puedo hacerlo más libremente, debería esforzarme por guardar, hasta cierto punto, un registro de las impresiones pasajeras, de todo aquello que va y viene, que veo, y siento, y observo. Apresar y conservar algo de la vida; a eso me refiero.

Henry James (Nueva York, 1843-Londres, 1916), por John Singer Sargent

lunes, 4 de febrero de 2008

Documentación: Teoría de la Atlántida según Ali Bey

Resulta peculiar que el aventurero Domingo Badía y Leblich naciera en Barcelona (1767) y falleciera envenenado por los ingleses en Damasco (1818). Los deberes profesionales de su padre trasladaron a toda la familia hasta Almería, donde el ambiente morisco de la época le hizo interesarse por el Islam. Estudió árabe en Córdoba y en 1793 empezó a relacionarse con la Corte. Godoy, primer ministro de Felipe V, le encomendó la misión de espionaje que le haría célebre para la posteridad. Adoptó otra personalidad, se hizo pasar por musulmán, bajo el nombre de Alí Bey el-Abbasi, y recorrió Marruecos, Argelia, Libia y diversas regiones del imperio Otomano, visitando territorios donde nunca antes había estado un occidental. Desilusionado con Carlos IV, prestó sus servicios a Napoleón desde 1808.

En la primera parte de su famosa obra, Viajes de Ali Bey, que versa sobre sus experiencias en Marruecos, dedica el último capítulo, titulado De la antigua isla Atlántida y de la existencia de un mar Mediterráneo en el centro de África, a exponer su propia teoría sobre la existencia y desaparición de la Atlántida. Nótese que, al contrario de lo que pretendieron hacernos creer los especuladores del siglo XX, la Atlántida era un tema que preocupaba a los investigadores en todas las épocas. Recogemos aquí algunos fragmentos:

“[…] He pensado:

1. Que la antigua isla Atlántida se formaba de la cordillera del monte Atlas.

2. Que existe en África un mar Mediterráneo, que así como el Caspio en Asia, existe por sí mismo sin comunicación con los otros mares.

Después de tantos sistemas y conjeturas sobre el sitio que debió ocupar antiguamente la isla Atlántida, parecerá quimera reproducir una cuestión tantas veces ventilada y olvidada ya en el día; mas como yo no hago aquí sino indicar ligeramente esta idea, discutida con demasiada frecuencia por otros escritores, su coincidencia con la existencia de un mar interior en África me servirá de excusa con los lectores, quienes no obstante podrán mirar el presente capítulo como un episodio de la historia de mis viajes.

[…] Si consultamos los autores y mapas antiguos, hallaremos designados con el nombre de mar Atlántico los mares que ciñen el África por levante, mediodía y occidente; y pues el país de Atlas daba su nombre a mares tan distantes, es claro que con mayor razón lo habrá dado al mar de Sáhara que bañaba sus costas, y entonces la isla de Atlas o Atlántida se presenta rodeada por el mar del mismo nombre y por el Mediterráneo, ofreciendo exactamente la primera circunstancia referida a Platón por el sacerdote de Sais, quien dice que esta isla estaba situada a las orillas del mar Atlántico.

Otra de las particularidades de aquella isla era hallarse enfrente de la embocadura que los griegos llaman en su lengua las Columnas de Hércules. El sacerdote no dice simplemente que la isla estuviese enfrente de las Columnas de Hércules, sino que marca con más especialidad el sitio, diciendo que estaba enfrente de la embocadura que los griegos llaman en su lengua las Columnas de Hércules. Ahora bien, esta embocadura nunca ha sido otra sino el estrecho de Gibraltar; y el pequeño Atlas, que es un brazo de la cordillera que se extiende hasta Teza y Tetuán, llena exactamente la segunda condición.

Dicha isla era mayor que Libia y Asia juntas. Tal es poco más o menos la extensión del Atlas grande y pequeño.

El sacerdote de Sais añade que de esta Atlántida pueden los viajeros pasar a otras islas, de donde fácilmente van al continente. Es claro que el gran número de islas del Mediterráneo podía facilitar las comunicaciones de la Atlántida con los diferentes puntos del continente de Europa y Asia, bañados por dicho mar, y tanto más, cuanto en el estado de pujanza en que se supone a los reyes atlánticos, debían extender su dominio a las pequeñas islas vecinas, para servirse de ellas como de escalas, según la expresión del mismo sacerdote de Sais.

La dominación de los reyes atlánticos establecida por un lado desde Libia hasta Egipto, y por el otro hasta la Tirrenia, y sus amenazas contra los griegos, concuerdan perfectamente con la posición de aquella isla, situada en la línea central del país, y con su numerosa población.

Una sola objeción puede oponerse a este sistema, la cual a primera vista parece que debía destruirlo. Es la que se deduce de la desaparición de la isla, ocasionada, según el mencionado sacerdote, por horrorosos temblores de tierra y desastrosas inundaciones. La isla, en efecto, ha cesado de existir, pues se ha transformado en continente; es también posible que algunas partes de la isla hayan sido tragadas por los terremotos, como por ejemplo la porción que ocupaba el espacio llenado hoy día por el golfo de Trípoli, desde el cabo de Bou, junto a Túnez, hasta el cabo Ras Sem inmediato a Dérna: los grandes bancos de Kirkenni y Sidra que están en dicho golfo vendrían también a apoyar dicha hipótesis, si se les quiere considerar como restos de una tierra sumergida; lo cual coincidiría también con la última circunstancia mencionada por el sacerdote de Sais sobre la isla Atlántida. En cuanto a la sumersión total en veinticuatro horas de una isla tan extensa como suponen la Atlántida, y de sus montañas, es un suceso imposible de admitir, si se atiende a las inmensas simas que sería indispensable supone para concebir efecto tan prodigioso; suposición absolutamente gratuita, y de ningún modo apoyada en otros hechos análogos sacados de la historia de la naturaleza después del último gran cataclismo.

Si se supone que llegaba la isla del Atlas hasta el cabo Ras Sem, entonces esta parte de la Atlántida se hallará enfrente y a corta distancia de la Tirrenia, Grecia, Asia, Egipto y Libia; y aquí tenemos el teatro de las conquistas de los atlantes, cuya metrópoli se hallaba en el centro.

Podría muy bien amontonar pruebas sobre pruebas, y raciocinios sobre raciocinios en apoyo de mi sistema; mas no queriendo tratar esta cuestión sino como accesoria y subordinada a la de la existencia de un mar interior en África, abandono la solución a los críticos que ya la han analizado. Sin embargo, dejando aparte la multitud de sistemas que se han publicado sobre la Atlántida, creo poder hacer observar que la posición dada a aquella isla por el autor de la Historia filosófica del mundo primitivo no responde a los datos que tenemos del sacerdote de Sais; pues entonces no estaría a orillas del mar Atlántico, si se la coloca, como él hace, en medio del Mediterráneo, que jamás ha llevado el nombre de Atlántico, ni enfrente de la embocadura que los griegos llaman en su lengua las Columnas de Hércules, es decir, el estrecho de Gibraltar, de donde, según el autor citado, debiera distar 200 leguas: en tal hipótesis ninguna línea recta tirada desde la isla hubiera terminado en el estrecho sin pasar por las tierras intermedias, a causa de la proyección de las costas de aquel mar; desde luego el reducido espacio donde coloca la isla no podía contener un territorio tan grande como Libia y Asia juntas, sea cual fuere la reducción que se haga experimentar a los países conocidos entonces bajo estos nombres, y aún menos un territorio en el cual reinaban soberanos célebres por su poder… que extendían su dominio a inmensos países adyacentes, y que estaban orgullosos con tantas fuerzas. Bien veo que el autor de la Historia filosófica ha prevenido estos inconvenientes con ingeniosas soluciones; y confieso también que sólo con mano trémula es como aventuro algunas objeciones al autor de un monumento que miro como el código de la naturaleza; pero a él mismo es a quien someto mis observaciones, persuadido a que hará justicia a mi afán por hallar la verdad, cualquiera que sea el grado de probabilidad que se pueda atribuir a mi sistema.

Debo también advertir que la posición dada a dicha isla por Bory de Saint-Vincent en sus Ensayos sobre las islas Fortunadas tampoco llena mejor las circunstancias mencionadas por el sacerdote de Sais, pues Bory la supone en el mar Atlántico, y no en las riberas de dicho mar, como dice éste. En tal caso ya no tendría por un lado Libia, y por otro la Tirrenia. Según la situación y forma que les da, los atlantes no hubieran tenido otras islas intermedias para pasar al continente. Pero lo que todavía hay de más notable es que el sacerdote dice positivamente que Atenas existía ya desde el tiempo de la isla Atlántida, y que los atenienses armabas flotas contra los atlantes conquistadores: resulta, pues, en el sistema del autor, no obstante su comentario, que en tiempo de la Atlántida el estrecho de Gibraltar y Atenas no existían, porque el uno aún no estaba abierto, y de la otra, con todas las llanuras de Grecia, se hallaba todavía sumergida por las aguas del Mediterráneo, las cuales no la dejaron en seco sino para romper el estrecho y tragarse la Atlántida. ¿Cómo, pues, los atenienses, cuyo país aún no existía, pudieron poner freno a la ambición de los atlantes? ¿Cómo fue posible que las flotas de ambos entrasen y saliesen del Mediterráneo, que según la suposición del autor era a la razón un lago cerrado por todas partes sin comunicación con otro mar? Remito la discusión detenida de este proyecto a mis Memorias sobre la parte científica de mi expedición de África.

[…] He aquí las razones que me determinaron a creer la existencia de aquel mar, aun antes de viajar por África; razones que discutí en 1802 en París con muchos sabios del Instituto, y en Londres con algunos miembros de la Sociedad Real. También envié desde Cádiz una memoria sobre el mismo asunto, fecha 30 de mayo de 1803, y otra de Trípoli, en noviembre de 1805.

[…] Un hecho tan notable desvanece hasta la más ligera apariencia de duda sobre la existencia del mar interior o mar Caspio africano, que Buhlàl llama siempre Bahr Sudan o mar de la Nigricia; por lo demás, a mis ojos ya estaba demostrado antes de mi viaje a Marruecos, por los cálculos de sana física que he indicado.”

viernes, 1 de febrero de 2008

ScifiWorld Magazine: Las contradicciones de la España fantástica


FANTASÍA DISFRAZADA, PERO AL FIN Y AL CABO FANTASÍA EN ESTADO PURO.

España es un país de contradicciones. Al menos, en apariencia. Una de las materias en la que se producen las paradojas más llamativas es el mundo de los libros. En nuestro país, se editan muchísimos libros; de hecho; España destaca por tal motivo. Sin embargo, las estadísticas siguen indicando que, en general, se lee muy poco. Para colmo, son muchos los críticos que afirman que hay más escritores que lectores. O, como mínimo, hay más personas escribiendo y queriendo publicar que lectores. Es cierto que dicha sensación se siente ante la afición a contar historias que manifiesta gran parte del público que suele asistir a actos literarios. Pero uno de los grandes dones de la humanidad es precisamente la creatividad y, dado que las circunstancias actuales nos permiten disponer de más tiempo libre, no debe extrañarnos que la gente lo aproveche intentando explotar esa facultad.


Continúa aquí.