sábado, 22 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Epílogo

Extracto del artículo Nuevas especies del Amazonas, publicado por el biólogo Jean Marie Bregnon en el número 123 de la revista Ciencia y Naturaleza:

“[...] Habíamos llevado nuestra investigación a uno de los afluentes más anchos del Amazonas. Instalamos nuestro laboratorio portátil en su ribera. Era un lugar seguro hasta la estación de las lluvias, pero nos sorprendió algún chubasco inesperado. Estábamos sometiendo una pequeña porción de terreno a la exposición de dos focos artificiales que permanecían encendidos durante el día y que desconectábamos cuando había oscurecido completamente. Nuestro objetivo era descubrir qué efecto causaba sobre el entorno este tipo de acción agresiva y artificial.

Como en otras ocasiones históricas, la casualidad nos condujo hasta uno de los descubrimientos más importantes de nuestra carrera. Habíamos encontrado numerosas especies nuevas de artrópodos mientras hurgábamos en la maleza y en las copas de los árboles. Pero ninguna como la que voy a describir.

Una maraña de raíces mezcladas con tierra acababa de salvar un salto de agua y flotaba en la corriente del río. A juzgar por la composición de aquel pequeño islote, tenía que haberse desprendido de algún lugar próximo a la orilla, un centenar de metros curso arriba. Permanecía suspendida en la superficie del agua de forma prodigiosa, pero lo más interesante era la fauna que poblaba aquel minúsculo ecosistema. Eran unos insectos diminutos que formaban una comunidad, como las hormigas, pero estaban dotados de una inteligencia inusitada y construían estructuras complejas con ramitas y hojas secas.

Recogimos la muestra, que identificamos claramente pese a la falta de luz porque estaba rodeada de hojas muertas de caléndula amazónica y estas se vuelven blancas al perder la clorofila. Luego la pusimos en una urna de cristal para su estudio, convencidos de que nos tenía reservadas muchas sorpresas.
[...]”

viernes, 21 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 19

Tal vez ayer fallecimos todos y estamos en el paraíso. El Viaje llegó a su fin, pero no como esperábamos. De pronto, la isla se detuvo. Propulsada por una fuerza inimaginable, por algo tan gigantesco que resultaba irreconocible, nuestra isla sobrevoló el mar y fue depositada en tierra firme.

Según dicen, nos rodea una vegetación más frondosa y rica que la que había en la tierra de nuestros ancestros, la tierra de la que un día partimos. No obstante, como han confirmado nuestros exploradores más expertos, más allá de unos pasos es imposible avanzar. Nos rodean unas paredes casi invisibles que son imposibles de atravesar.

Pero en este nuevo entorno me siento más cómodo. Antes se abría ante nosotros un inmenso mar, casi infinito. Ahora que nuestro universo tiene límites y nos constriñen estas fronteras transparentes, me siento feliz. Siento que puedo abarcarlo todo.

Terminado el Viaje, esta crónica carece de sentido. He decidido abandonarla definitivamente y dedicarme a investigar lo que nos rodea. Supongo que la muerte me alcanzará antes de que pueda plantearme continuar escribiendo. Espero que esta experiencia sirva a nuestros descendientes.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 18

Hoy que empieza un nuevo año, pues ha caído la noche y pasará mucho tiempo hasta que la luz vuelva, también es un nuevo día para nosotros. A lo lejos, parece adivinarse el tenue fulgor de nuestros dos soles, que permanecen fijos y, como todos los años de oscuridad, terminarán apagándose para encenderse con la luz del año siguiente.

De hecho, me pregunto si realmente este es el décimo octavo día de mi crónica, pues la tasa de natalidad ha descendido ante la crisis del momento, que ha trastornado nuestros hábitos, y, como todos saben, contamos un día cada veinte nacimientos, pues así de regular es nuestro índice de reproducción. En las circunstancias actuales, sin embargo, me cuesta estimar el tiempo.

En cualquier caso, decía que este es un nuevo día, porque el mundo no terminó ayer para nosotros como temíamos. Después del mar que se acababa, había otro mar. Al final del abismo por el que nos precipitamos, nos esperaba otro vasto océano. Aunque es cierto que la brusca caída ha hecho que nuestra isla pierda algunos fragmentos y que algunos de nuestros compañeros hayan perecido ahogados, tal vez porque la comunidad había perdido la sensatez y muchos corrían como locos, buscando una forma de escapar del desastre. Pero no la había. Y yo les observaba, aguardando el final pacientemente. Mi lentitud y torpeza me han favorecido. Gracias a ello, sigo vivo.

Seguimos a la deriva bajo un cielo negro en el que brillan miles de puntos más pequeños que nuestros soles. Flotamos entre lo que creíamos placas de hielo y realmente son masas vegetales blancas y duras. Yo mismo lo he comprobado al arrancar un trozo de la primera con la que colisionamos.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 17

Este día ha sido el más corto, porque sabemos que será el último y nos quedan tantas cosas por hacer a todos, y, al mismo tiempo, el más largo, porque ansiamos que este tormento acabe cuanto antes.

Serán mis palabras finales. Estamos tan cerca del precipicio que se puede distinguir su perfil. Se extiende por todas partes, rodeando toda la circunferencia que compone nuestro vasto mundo, y sus irregularidades nos permiten apreciar cómo se desploma el agua hacia la nada. La masa oceánica se derrama por sus bordes. Es un espectáculo insólito. Las viejas leyendas acerca del manantial único y la tierra de las lluvias perpetuas cobran sentido.

Después de tanta ignorancia a lo largo del Viaje, nos sentimos unos ingenuos. Nos confunde conocer la desconcertante verdad.

El Viaje está a punto de acabar. El precipicio está tan cerca.

Creo que voy a asomarme para ver nuestro momento final.

martes, 18 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 16

Me apena no haber comenzado antes a registrar las hazañas y proezas de mi pueblo, pues pronto terminará nuestro Viaje. Hace dieciséis días que comencé a escribir y ahora es el fin. Ha llegado tan repentinamente…

Resulta muy doloroso haber descubierto cuál será nuestro desenlace. En efecto, ese rumor que ha ido creciendo desde que empezamos a escucharlo hace dos jornadas se debía a una cascada. El agua del mar se precipita al vacío formando una catarata en el horizonte. Es de suponer que se trata de una enorme catarata, una catarata sin fondo, pues hemos alcanzado el fin del mundo.

Es inconcebible. Ninguno de nosotros creía que esto existiera hasta que lo hemos presenciado. El fin del mundo es tal como lo describían los antiguos. El océano se desborda por él y nuestra isla está condenada, arrastrada inevitablemente por una corriente invencible. Aún tenemos unas horas, antes de caer por el abismo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 15

El ruido no cesa, pero no nos acostumbramos a él y nos cuesta conciliar el sueño. Por otra parte, la noche se ha hecho eterna. El cielo permanece oscuro y no se ilumina lo suficiente con el brillo de nuestros dos soles, que han quedado muy atrás.

La fuerza de la corriente es tremenda. Ninguna embarcación podría escapar de ella por muchos remeros que bogaran en sus costados. Ahora se hace evidente que nuestros exploradores tomaron nuestro mismo rumbo. Es imposible tratar de seguir otra dirección.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 14

Anoche empezó a oírse un gran rumor procedente del horizonte. Todos hacen conjeturas y especulan acerca de qué puede ser, pero no acertamos a descifrar su origen ni a determinar qué causa ese sonido continuo que recuerda el de una caída de agua.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 13

Es muy extraño. Hoy el viento ha dejado de soplar completamente y la corriente se ha hecho más intensa. La isla se desliza más rápido y el agua burbujea como si hirviera. Sin embargo, en algunas zonas se acumulan placas de hielo que se parten conforme avanzamos.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 12

Apenas hay algo que destacar. Pero los más ancianos me han contado varias anécdotas de tiempos que no conozco. Dicen que antaño nos sobrevolaban bandadas de pájaros, pero hace mucho que no se ven más que gaviotas solitarias y desorientadas.

Cuentan que una vez llegó a nuestra isla un náufrago extranjero, procedente de algún continente que nunca hemos pisado, y manifestó su desconcierto ante el movimiento constante de nuestra isla. Nunca había conocido nada igual. El forastero convivió poco entre mi gente, porque sucumbió a una terrible enfermedad y falleció sin darle tiempo a formar parte de la comunidad.

Pero todo esto me ha hecho pensar. Tal vez cada vez nos alejamos más de la civilización, de la gente como nosotros. ¿Y tan singular resulta que nuestra isla se mueva siguiendo los empujes de mar y aire y deambule por la inmensa masa oceánica? Nunca me lo había planteado.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 11

Mientras nuestra isla prosigue su curso, la comunidad ha decidido no preparar más partidas de exploración. Se aguardará al éxito o fracaso de la última, pero no se fabricarán más barcos. La resolución no se debe al tiempo que conlleva esto, sino a los recursos que se emplean. A causa de la construcción de naves y de la sequía padecida la última década durante el Viaje, la superficie de la isla se ha despoblado de árboles, por lo que se ha prohibido su tala hasta que el bosque se recupere.

Recuerdo que antes la vegetación cubría la isla y su verdor se confundía con el del mar. Ahora, muchos terrenos son áridos y la arena se extiende tierra adentro desde las playas. Ya no abundan los cocoteros en la orilla. Sus troncos han servido para alimentar hogueras y falsas esperanzas, pues muchos tienen la íntima convicción de que tampoco mi amigo y su valeroso grupo volverán.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 10

Nada que destacar en los dos últimos días.

Hoy se terminó de construir una nueva embarcación y se botó esta misma tarde. He estado observando atentamente los trabajos durante los últimos días. Partió tripulada por un pequeño grupo de voluntarios con ganas de emprender la aventura.

Personalmente, a mí me parece una temeridad en la que jamás me involucraría por iniciativa propia, pero para algunos el hastío es un lastre mayor que el riesgo. Esos valientes han zarpado hacia poniente. Desplegaron las velas a favor de los vientos y pronto fueron tan solo una mota en el horizonte. Un amigo mío gobernaba la nave. No sé si volveré a verle.

De las tres expediciones anteriores no se ha sabido nada. La primera salió hace ya casi diez años. Se lanzaron a modo de avanzadilla para intentar averiguar qué nos espera más allá. Pero nunca regresaron. Quizá naufragaron, se hundieron, se ahogaron o perecieron de sed y hambre. Tal vez les fallaran los instrumentos y se extraviaran.

Lamentaría tremendamente que algo tan nefasto les hubiera pasado, pero, egoístamente, no soportaría pensar que alcanzaron tierra firme y, estando en un paraíso, no quisieron o no pudieron volver por nosotros.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Breves noticias sobre literatura

Supongo que ya lo sabréis, pero últimamente me entero tarde de todo. Michael Crichton falleció hace unos días. Nos ha dejado un legado de grandes títulos. Algunos son realmente novelas excelentes, aunque muchos lectores den la misma importancia en su carrera a las que resultaron más mediocres y por eso nos parezca a veces un autor de libros de verano y piscina. No lo era. Estudiaba sus relatos hasta el mínimo detalle y dos de sus libros, Parque Jurásico y El gran robo del tren, figuran en mi lista de favoritos. Además de escritor, fue guionista y está relacionado con muchas grandes producciones cinematográficas. Fue uno de los grandes y se le recordará siempre.

Después de las malas noticias, han de venir las buenas. Primero está el premio francés Utopiales que ha recibido mi amigo Javier Negrete por Señores del Olimpo. Luego, el Premio Ateneo de Sevilla conseguido con El mapa del tiempo por Félix J. Palma, autor al que no conozco personalmente pero con el que he compartido alguna antología gracias al certamen de relatos de Dos Hermanas. También me alegra celebrar la edición en bolsillo de Lágrimas de luz de Rafael Marín, que acaba de publicarse.


Si seguimos recopilando noticias, tenemos que hacer eco de algunas importantes presentaciones de libros. A finales de octubre, varios miembros de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, entre ellos mi amigo poeta Luis Alberto Ambroggio, uno de los impulsores del proyecto, presentaron la Enciclopedia del español en Estados Unidos. Admiro el trabajo de este hombre por su perseverancia y su constancia en la defensa de nuestro idioma dentro de un país tan grande y desconocido (a pesar de las películas) como es Estados Unidos, en el que cada vez hablan español más personas: ahora son 45 millones de hispanoparlantes. Pero no debemos olvidar las próximas presentaciones de otros dos buenos amigos.

Primero será José María Carrasco, el lunes 17 de noviembre, en la FNAC de Sevilla. Acaba de lanzar al mercado El regreso del Capitán Nadie, continuación de su exitosa primera novela con Editorial Edebé, y la presentará con la colaboración del escritor y periodista Javier Márquez, al que todos conocemos ya por aquí. Lamentablemente, me la voy a perder. Ya me gustaría estar por ahí y poder compartir ratos de charla con ellos y con otros colegas. Además, tengo la suerte de contar ya con mi ejemplar dedicado y habérmelo leído. El libro sigue la línea dejada por el primero y cuenta las peripecias, fantásticas pero realistas al mismo tiempo, de Paquito, alias el Capitán Nadie. Su superpoder, esa extraña suerte que le acompaña, le permite resolver un caso más al tiempo que la relación con otros personajes se aclara. No debéis perderos las nuevas aventuras de este héroe sevillano.

Un día después, el martes 19, en la FNAC de Murcia, Francisco Javier Illán Vivas presentará El rey de las esfinges, también una segunda parte, esta vez de su saga La cólera de Nébulos, en la que se entremezcla la fantasía épica con la mitología clásica tal como también hiciera Negrete, precisamente, en su Señores del Olimpo.

Son encuentros que no deberíamos perdernos si tuviéramos un sistema de teleportación. Sabed, amigos, que os acompañaré al menos en espíritu y os deseo lo mejor.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 6

Escribir no es tan fácil. Apenas lo había hecho desde la infancia, aunque verbalmente me expreso con fluidez. He tenido que recordar algunas palabras y recurrir a antiguos libros. Para preparar estas escasas líneas debo dedicar mucho tiempo y mucha concentración. Por eso, cualquier imprevisto me impide llevar a cabo lo que me había propuesto. Lo que ocurre fuera de estas hojas puede ser de una importancia vital.

Después de la tempestad, sobrevino un calor pegajoso. Algunos miembros de la comunidad decidieron darse un baño. Al final del día nos percatamos de que no habían vuelto. Al principio, supusimos que se habían alejado demasiado. Su búsqueda infructuosa es lo que me apartó de mi actividad de escribano. La organizamos entre todos.

Hace unas horas, recuperamos algunos restos. Parece que, mientras estaban nadando, les atacó algún tipo de bestia. A partir de ahora, la gente será más cautelosa antes de echarse al agua.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 3

Ayer debía haber sido el segundo día de mi crónica. Pero la tormenta fue tan fuerte que nos mantuvo ocupados a todos, incluso a mí, el más torpe entre todos, y me impidió continuar con la labor a la que me he consagrado.

Afortunadamente, no se produjeron bajas. Sin embargo, la comunidad se sintió completamente impotente frente a los elementos. El agua torrencial que caía del cielo, el viento huracanado, el mar embravecido y las olas enormes. Temimos por nuestra supervivencia.

Muchos pensamos en lo importante que sería controlar nuestro rumbo en lugar de ir a la deriva, sin siquiera poder detenernos. Pero, si alguna vez existió un mecanismo para impulsarnos, debió dejar de funcionar. Vamos hacia donde nos llevan el mar y el viento.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 1

Me llamo Markus el Lento. Y creo que escribir es para lo único que puedo servir. Me apodan el Lento porque soy incapaz de hacer cualquier cosa al mismo ritmo que lo hacen los demás, a pesar de que las ideas parecen moverse en mi cerebro a la velocidad normal.

Después de probar innumerables oficios, me di cuenta de que entorpecía el trabajo del resto de mis congéneres, así que, cuando encontré por casualidad, en un viejo arcón, unas resmas de papel y algo de tinta, me propuse dedicarme a algo con lo que no molestara a nadie. Eso me ha llevado a convertirme en cronista de este largo viaje, que empezó hace mucho tiempo, antes de que yo naciera. Por eso, entre nosotros, hablamos simplemente del Viaje, con mayúsculas. El Viaje es nuestra vida, nuestra historia, nuestro pasado. Nadie antes había documentado el día a día a bordo o, si lo hizo, lo dejó de hacer hace tanto que hemos perdido el material y hemos olvidado si existen archivos en alguna parte.

Navegamos sin rumbo, por el océano interminable de este vasto mundo, impelidos por la corriente que nos arrastra hacia un destino que desconocemos. Hoy, la puesta de sol ha sido diferente. El color del cielo anuncia lluvias para mañana.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Por fin en casa

No, no hemos estado de viaje (de nuevo) ni hemos regresado a Sevilla (de momento, aunque ahora venga el frío, nos toca quedarnos en la acogedora ciudad de Valladolid). Se trata de otra cosa. Ayer por la mañana recibí por fin mis ejemplares de El Talismán Cósmico y viví mi momento "George McFly" (otra vez, he de decir). Es así como mi amigo Pepe Carrasco describe el instante en que recibes la caja llena de libros de la primera edición, recordando la escena en que el padre de Michael J. Fox, en la película Regreso al futuro, hace realidad su sueño de ser escritor.


Qué agradable fue disfrutar de los libros y hojearlos, con sus ilustraciones interiores, la portada llena de detalles que aún no había apreciado bien (como las telarañas transparentes), y esa encuadernación tan atractiva, entre rústica y tapa dura.

Esta misma semana ha comenzado su distribución. Muy pronto lo encontrarás en tu librería o en tu centro comercial y ya estamos organizando presentaciones. Es una novela con la que se divertirá el niño que llevamos dentro (a mí me pasó mientras la escribría). Espero que disfrutes con su lectura.