Pero pasaron muy bien. Resultaron interesantes y divertidas al mismo tiempo, probablemente porque los asistentes compartíamos intereses por la literatura y en el fondo formábamos un grupo de amigos. Tuve la oportunidad de conocer en Málaga a lectores de mis libros, a más amigos del foro en el que suelo participar y a otros escritores, entre estos últimos a Juan Ramón Biedma, David G. Panadero, Miguel Ángel León, Marta Querol, Félix González, Paloma Sánchez-Garnica y José Luis Baca. También me pude volver a encontrar con Patrick Ericson, Olalla García, Pedro de Paz, Jorge Magano y Jerónimo Tristante. Hablamos, aunque menos de lo que me hubiera gustado, e incluso comimos y bailamos para pasar la velada del sábado.
Las I Jornadas Literarias de la Asociación Mejor con un Libro han resultado un evento cultural digno de destacar en el panorama malagueño y andaluz, con reseñas en la prensa y la colaboración de tantos escritores que han apadrinado la recién fundada institución. Se han mezclado actividades de diversa índole (cuentacuentos, presentaciones, conferencias, mesas redondas y firmas colectivas), mostrando plenamente cuáles son los objetivos de la mencionada asociación.
A la inauguración del viernes por la tarde, a la que asistí con el honor y el placer de ser uno de los autores llamados para apadrinar el nacimiento de Mejor con un Libro, siguió una jornada del sábado bastante intensa. Faltó tiempo para escuchar a Paco Pérez Fernández, ponente de la extraordinaria conferencia El estereotipo del asesino en serie en el cine y la literatura: Realidad y ficción, de temática muy inspiradora para los amantes de las novelas de suspense y terror. Y, desde el principio, disfruté con la idea, luego hecha realidad, de compartir espacio con otros diez o doce escritores en FNAC, para hablar con los lectores y dedicarles los ejemplares de nuestros libros. Nunca había visto un acto de este tipo antes y me pareció que cubrió las expectativas de todo el mundo.
Una vez clausuradas las I Jornadas, les dimos justa conclusión con una cena entre amigos, regada de charlas sobre libros, premios, concursos y otros asuntos menos literarios. Después, el esperado momento de las copas y el baile en el que algunos demostramos el atavismo que todavía escondemos dentro.
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