El martes fuimos a la FNAC y asistimos a un concierto de Marvin Green, un grupo sevillano que puede llegar muy lejos. Dicen que para hacer su música combinan el sentimiento del Soul, el ritmo del Funk y la fuerza del Rock&Roll. La voz desgarrada del vocalista, Queco Kabariti, resulta perfecta para hacerte mover los pies al son de la batería de Héctor Giner, el bajo de Arturo Giner y la guitarra de F. J. Curra.
Mientras me deleitaba con sus canciones, me acordé de Miguel Delibes. Este insigne escritor, tan querido en su tierra y fuera de ella, falleció el pasado viernes, dejando un amplio legado literario. Durante el año y medio que viví en Valladolid pensé a menudo en la posibilidad de conocerle en persona. Finalmente, no se dio la ocasión.
En cualquier caso, fuimos vecinos y sentí su halo de escritor mientras leía sus obras o recorría las calles de la ciudad. Con frecuencia entrábamos en coche desde la autovía para ir a casa y pasábamos junto al Centro Cultural que lleva su nombre. Muchas veces paseamos por algunas de las calles que componen la ruta de El hereje, en honor a su magnífica novela. Indudablemente, su ciudad no le olvidará. Nosotros tampoco.
Justo mientras pensaba esto, Marvin Green tocaba Los infiernos y una de las estrofas dice así:
No sé quién soy
ni dónde estoy
si este es el fin
pues terminó.
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