Al final, ocurrió. Era el fin del mundo conocido. Siempre fui algo escéptico al respecto. Quizá por eso, cuando sucedió, se dibujó una tímida sonrisa en mis labios, como si no terminara de creérmelo. Me enteré en la oficina, así que, tras confirmar la noticia discretamente, me acerqué al despacho del director y le dije: “A partir de mañana no me espere, jefe”. “¿Y eso por qué?”, exclamó alarmado. “Las cosas van a cambiar y no quiero estar aquí cuando pase”, concluí sin acritud. La confusión se reflejaba en su rostro.
Después, me marché. Antes de avisar a mi mujer para que hiciera lo mismo que yo, quería ir al banco. Mientras bajaba en el ascensor, observaba el boleto de lotería premiado. Unos cuantos millones lo cambian todo. Era otro principio.
Apuntes y excentricidades de un escritor. Un rincón para quienes quieran comentar algo de literatura... y otros temas, ¿por qué no?
viernes, 12 de septiembre de 2008
El escritorio: Cambios
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5 comentarios:
El relato que a todos nos gustaría protagonizar. ¿Quién no se habrá imaginado más de una vez como protagonista de esta historia...?
Sí, todos los que jugamos a la Primitiva o al Euromillón esperamos ese fin del mundo. Debe de ser la secta más mayoritaria. :D
Vaya, por un momento creí que era verdad, ¡qué lástima de realidad!
Nos vemos dentro de poco en la realidad de la fantasía.
Qué bueno y que poco te prodigas ultimamente.
El verano y sus secuelas, Paco. Pero prometo volver. ;)
Gracias.
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