El pasado fin de semana se celebró el VII Encuentro de Literatura Fantástica de Dos Hermanas. Cada año se hace más difícil sorprender al público con contenidos novedosos, pero hasta el momento se mantiene el nivel de estas jornadas, a pesar de las dificultades de financiación que les afectan, como a todo hoy en día. Hay fieles seguidores que acuden edición tras edición y se suman a las actividades, participando intensamente con sus opiniones y preguntas desde el patio de butacas del salón de actos donde se desarrollan, en el Centro Cultural La Almona.
El viernes los interesados en el taller literario de Aula 3 rebosaron el aula donde se impartía y se tuvo que ampliar el cupo para satisfacer a quienes deseaban incorporarse. Luego, siguieron presentaciones y firmas de libros.
El sábado se hizo la recepción oficial de los invitados y los inscritos desde primera hora de la mañana. Tras unas palabras de Mª Carmen Gómez, la directora de la Biblioteca Pública Municipal, con las que se inauguraron el Encuentro, Ernesto Fernández, otro miembro de la organización, presentó a Ricard Ibáñez, que nos ofreció la conferencia inaugural con el lema 2012: Fin de la realidad como título. Ricard es, además de gran aficionado a los juegos de rol, autor de los dos títulos más emblemáticos de este campo en España: Aquelarre (1990) y Alatriste (2002). Más tarde, empezó a publicar dentro del género de novela histórica, aunque su obra más reciente, Mio Sidi, conjuga fantasía e historia perfectamente.
En un tono desenfadado, Ricard repasó cronológicamente las predicciones más relevantes acerca del fin del mundo: el diluvio universal de 1524 según Johannes Stoeffer, los terremotos de 1761según William Bell, los vaticinios de 1843 según la Iglesia de los Adventistas del Séptimo Día, el desastre de 1882 según la interpretación hecha por Charles Piazzi a partir de mediciones en la Gran Pirámide de Giza o de 1924 según Charles Taze Russell (fundador de los Testigos de Jehová), los gases incandescentes del sol de 1919 según Albert Porta, así como las profecías de los discípulos de Horton sobre 1967, de Herbert Armstrong (fundador de la Iglesia Mundial de Dios) sobre 1972, de los Cabalistas en 1997, los seguidores de la Numerología en 1998 y la probabilidad del agujero negro originado por la puesta en funcionamiento del colisionador de hadrones en 2008. A lo largo de la historia, sea cual sea la civilización y la cultura, estas manifestaciones se han repetido y han servido para manipular a la gente.
Con Ricard Ibáñez, después de su conferencia.
Algo después, me tocó moderar la mesa redonda sobre El fin del mundo más allá de los libros. Algunos de los acontecimientos que pueden causar un "fin del mundo" ya han ocurrido y han provocado desde las grandes extinciones del pasado remoto hasta cambios geológicos. Antiguamente, en las crónicas, se mencionaban desastres ya acaecidos, como sucede con el relato del Diluvio Universal y el arca de Noé, que recoge la misma leyenda que la de Matsya Avatar en la mitología hindú, el poema de Gilgamesh, y el mito griego de Deucalión. Otra catástrofe de envergadura fue referida por Platón cuando habla de la Atlántida. Con el paso del tiempo, el ser humano ha usado toda su imaginación y ha optado por hablar de los desastres venideros, que lleven a una situación en la que la Humanidad se extinga o pueda sobrevivir difícilmente.
El Dr. Francisco Antonio Rubio, experto en la historia de las culturas prehispánicas americanas de la Universidad Pablo de Olavide, hizo una elocuente introducción acerca de lo que podría haber fomentado que se relacione el calendario maya y la profecía del fin del mundo. La conclusión fue que los mayas nunca predijeron nada al respecto.
Por la espectacularidad visual y del propio mensaje que se puede transmitir, el fin del mundo es un tema recurrente muy atractivo para los medios audiovisuales. Alfonso Merelo, conferenciante y articulista especializado en el género fantástico, trató esta materia, poniendo ejemplos de las películas que le parecen más representativas: La hora final, por su verosimilitud al presentar las repercusiones de un holocausto nuclear, y Mad Max, porque trata un futuro en el que se han agotado los recursos, algo que también es posible. Alfonso destacó nuestra dependencia actual de la tecnología y de los canales de distribución, sin lo cual nos veríamos en serios aprietos. Su desaparición repentina podría ser tan problemática como una catástrofe de grandes dimensiones.
Por su parte, el tercer ponente, José Carlos Gadea, habló sobre su experiencia en videojuegos, explicando por qué se introduce el desastre como ingrediente en los juegos y cómo influye en sus argumentos. Además de la interacción con el jugador, estos juegos implican más al usuario y cambian la historia para adaptarla a él. José Carlos distinguió tres clases de juegos en relación con el tema del fin del mundo: aquellos en que el objetivo es evitar la destrucción, aquellos en los que está pasando (como Resident evil) y, por último, aquellos en los que ya ha pasado (como FallOut).
Gracias a las opiniones de los ponentes y a las numerosas intervenciones de los asistentes, la mesa redonda resultó interesantísima y pasó veloz. En general, el público se quedó con ganas de más discusión, como ocurrió con el debate que protagonizaron por la tarde Ricard Ibáñez, Concha Perea y Pepe Carrasco, defendiendo dos bandos distintos: ¿qué puede ser más destructiva: una catástrofe natural o una invasión? Lo más curioso de esta actividad fue que Pepe Carrasco no pudo ser imparcial y al final intercambió papeles con Ricard, dejando de ser así el moderador. Naturalmente, todo esto transcurrió entre bromas y risas. Aunque no se declaró claramente al término del debate, creo que finalmente la victoria fue para las invasiones alienígenas (donde se ponga Galactus, el Devorador de Mundos, que se quite cualquier meteorito o virus).
Finalmente, antes de la clausura, todos los presentes entablaron una viva discusión, moderada por Teo Palacios, en la mesa redonda Explorando nuevos caminos de edición. Los escritores Magüi Cabral y Juan Ramón Biedma, compartieron sus experiencias sobre el libro electrónico y la edición tradicional, dando pie a otro debate que enfrentaba a las editoriales y sus costes con los deseos de los lectores de abaratar los libros.
Personalmente, disfruté mucho de lo que escuché, de las charlas con los amigos y los nuevos conocidos. Creo que la mayoría habría querido que se prolongaran más tiempo, lo que siempre es positivo y alentador. Por supuesto, organizaremos una edición más el año próximo, si el fin del mundo lo permite y la crisis también.
Reseñas:
El solitario de Providence
Blog literario de J. J. Tapia
Club de Rol y Estrategia 2H
FotosM: Mirastudio
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