domingo, 20 de mayo de 2007

Reflexiones de un ególatra: Verdades que nos ocultan

Aunque no todas sus novelas me parezcan excelentes, no puedo dejar de admirar la narrativa de Milan Kundera. Es inevitable que su halo de influencia ejerza sobre mí alguna acción. De hecho, no puedo negar que una de esas novelas que escribí y que están a la espera de encontrar editor recogen algo de la esencia de Kundera además de alguna que otra cita de sus geniales frases. Quizás lo que me gusta de Kundera es que expresa justo lo que piensa... o lo que pensó, porque quizás hubo una época de su vida en la que no pudo escribir libremente sin miedo a ser terriblemente censurado. En cualquier caso, leyendo La ignorancia he encontrado una de esas exposiciones que hacen reflexionar: el comunismo en Europa murió exactamente doscientos años después de producirse la revolución francesa. O sea, en 1989. Prodigiosa exactitud de acontecimientos. Revolución y... ¿restauración?

Con esta duda inicio mi periplo y voy recordando algunos pensamientos que he escuchado o leído en los últimos días. A eso me anima la idea que subyace durante todo el relato de Ensayo sobre la lucidez. Que no me guste el estilo de Saramago no significa que no sepa apreciar lo que hay bajo la superficie de las palabras. ¿Acaso no vivimos engañados? ¿No hay verdades que se nos ocultan y que nadie parece atreverse a declarar? Eso es más o menos lo que cuenta Saramago en su libro, la manipulación a la que vivimos sometidos sin enterarnos.

El domingo pasado, una conocida escritora que acaba de publicar una obra sobre Líbano respondía a sus lectores acerca de lo que pensaba con respecto a la guerra de Irak. Su contestación se había paseado por mis adentros en más de una ocasión pero nunca la había visto tan clara hasta que salió por su boca. La guerra de Irak es un tremendo éxito para Estados Unidos, que ha conseguido lo que quería: despedazar el Próximo Oriente para que Israel imponga su criterio. Es verdad, es eso lo que han hecho siempre. Son unos chapuceros, sacan beneficios políticos y económicos para ellos y sus aliados destruyendo a otros, aunque, aparentemente, en el campo de batalla no haya ganadores. ¿Por qué no nos hablan en los medios de comunicación de este punto de vista? ¿Por qué nos acribillan simplemente con guerra sí, guerra no? Siempre hay algo detrás, pero no nos lo explican porque la ignorancia es más fácil de controlar.

Alguien muy cercano a mí me ha hecho una observación interesante. ¿Se habla de Suiza alguna vez? No, ¿verdad? ¿Por qué no? Para que este país pase desapercibido, naturalmente. Seguro que no hace mucho os habéis fijado en un mapa de Europa, incluso en alguno de la Unión Europea, y vuestros ojos se han posado en el cerco de naciones de la Unión que rodea a Suiza. Sí, Austria también está en la Unión Europea. ¡Pero si se están planteando la admisión de Turquía, la puerta de Asia! ¿Por qué no se insiste en la incorporación de Suiza, en el corazón de Europa? ¿Por qué? Porque Suiza es la vergüenza de Europa, la han convertido en el lavadero de imagen y de fondos de todo el continente. Es así de lamentable. Y saber eso, saber que se permite la presencia de un país como Suiza al margen de la Unión Europea porque interesa que así sea, que haya una salida para las jugarretas de los poderosos, es lo que me hace desconfiar completamente de la política y estar casi convencido de que no existe un solo político que haga las cosas con honestidad. Decidme uno que haya protestado contra esta conveniente discriminación de Suiza.

En efecto, los medios de comunicación, la prensa, no constituyen un foco de libertad de expresión como nos quieren hacer creer. Detrás de cada canal, de cada emisora, de cada diario, hay una ideología. Todo lo que nos transmiten nos llega manipulado, nunca es objetivo. ¿Será por eso por lo que cada vez veo menos la televisión aunque haya más opciones? Sinceramente, me aburre. Ojalá tuviera el don de la ubicuidad y pudiera comprobar por mis propios medios cómo anda este mundo que tan mal nos venden los periodistas y los políticos. ¿No hay noticias alegres y positivas? No, porque el optimismo nos permite tener tiempo para recapacitar y plantear soluciones, pero a los que gobiernan tampoco les interesa que pensemos más de la cuenta.

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