miércoles, 30 de julio de 2008

Juegos entre primas

Sigue pasando el tiempo. Irene ya tiene veinticinco semanas y está a punto de cumplir seis meses. Supera los seis kilogramos y crece en estatura, aunque se mantiene más delgada de lo que marca el promedio. Sin embargo, ha demostrado repetidamente lo enérgica y saludable que es. Siempre está sonriendo, come más o menos bien y no para de jugar y moverse.

Hace unos días que ha empezado a responder a la llamada de su nombre. Reconoce las sílabas de "Irene", las mismas que componen las letras de colores que adherimos a la puerta de su habitación y que tanto le hacen reír. Por cierto, esta semana ha empezado a dormir solita en su dormitorio (ya lo hacía cuando íbamos a Sevilla) y tanto ella como nosotros descansamos más. Se está haciendo mayor.

Está cambiando costantemente ante nuestros ojos. Lo notamos, aunque la veamos diariamente. Cuánto más lo notarán quienes la ven cada quince días, como son sus abuelos y titos.

Desde hace varios meses arqueaba la espalda para facilitarnos que la cogiéramos, cuando nos acercábamos a ella con los brazos extendidos. Ahora también abre sus bracitos para recibirnos. Le encantan los peluches, sobre todo la rana que le acaba de regalar su madrina y el elefantito que le regaló nuestra amiga Ale cuando nació. Hace prácticamente lo que quiere con sus manos y disfruta manipulando todo tipo de objetos. Además, aunque aún no gatea, ya se arrastra y se sostiene bocabajo sobre sus bracitos durante bastante rato, exhibiendo su magnífica fortaleza. También incita a sus propios juegos, cuando algo le gusta. Por ejemplo, le gusta dejarse caer cuando está sentada porque nos reímos cuando lo hace.

Pero quizá lo más curioso es su fascinación ante los libros, las revistas y los periódicos. Se queda maravillada frente a las estanterías de libros y, con ayuda de mamá, ha aprendido a sacar y meter los libros de su hueco en la librería.


Y qué cariñosa es. Cómo nos sonríe en cuanto nos ve, al despertarse, y cómo le gusta tocarnos la cara, cogernos las manos, recibir besos y caricias. Se vuelve loca al percibir nuestra presencia y empieza a patalear de alegría.

Ya está haciendo sus primeros viajes turísticos. La hemos llevado a algún castillo, hemos dormido en un hotel de Frómista, hemos visitado iglesias... Y ella contempla todo con sus ojitos curiosos, en silencio y con paciencia. Es una excelente compañera de viajes y aventuras. Seguramente no es coincidencia que le guste tanto conocer otros sitios o que sienta esa atracción por la letra escrita. Los estímulos deben de ser efectivos.

Irene y su primita Pilar se llevan estupendamente. Pilarcita es respetuosa y afectuosa con ella. Solo se acerca para mirarla y darle besitos y está demostrando tener un gran corazón, a juzgar por el trato tan delicado que le dedica. Pronto hablarán de verdad entre ellas. Aunque ya han empezado, como refleja este video del pasado domingo.

3 comentarios:

Javier Márquez Sánchez dijo...

Entrañable, de verdad... Una de esas conversaciones sin palabras. Cuando sean mayorcitas, seguro que eso las ayuda a tener mayor complidad entre ellas... Una lindeza las dos.

Violeta J. dijo...

He estado de vacaciones y cuando he vuelto me he encontrado con esta maravilla de video. Pero que grande están las dos!! cómo han crecido!! Ainssss, que cuando la vuelva a ver seguro que anda y no habrá quien la coja.. con las ganas de achucharla que tengo!!

Y la niña nos salió lectora!! oleeeeee!!

un besazo enorme para los tres.

José Angel Muriel dijo...

Sí, muy lectora. Le encantan los libros y las revistas (de momento, las destroza cuando caen en sus manos, pero ya aprenderá).

Besos.