jueves, 18 de diciembre de 2008

Aventuras y desventuras de Irene

Hace unos días, Irene cumplió diez meses. Parece que fue ayer cuando nació, cuando nos enfrentamos a su prematuro advenimiento, cuando nos mudamos con ella a esta ciudad, tan chiquitita como era... Estos últimos días hemos revivido cada momento pasado con Irene. Ha sido inevitable recordarlos todos, los buenos y los no tan buenos. Nos ha acudido a la mente cada una de sus indisposiciones, cada uno de sus momentos de insomnio y hemos comprendido por fin a qué se debían, aunque entonces pensábamos que era algo normal en un bebé. Al final todo tiene explicación.

La última semana de noviembre, Irene estuvo hospitalizada. Fueron unos días muy duros, pero ya hemos pasado lo peor y nuestra pequeña hija se recupera, creemos que con bastante rapidez a juzgar por su actitud y su aspecto. Y es que Irene es muy fuerte, física y anímicamente. De hecho, si no fuera por eso, porque nunca llora y apenas se queja, nos habríamos percatado mucho antes de que arrastraba un problema que podía haberse corregido sin que sufriera tanto. Porque, aunque nos pese, Irene ha tenido que pasarlo muy mal y tiene que haber padecido bastantes retortijones. Y ahí estaba, siempre risueña y alegre.


Su salud ha pasado por una etapa muy delicada. Llevaba un tiempo comiendo menos y de forma irregular. Tampoco dormía muy bien y se despertaba quejumbrosa. Pero como su humor no variaba, ningún médico (y eso que visitábamos a varios) le daba importancia al hecho preocupante de que no ganaba peso. Afirmaban que todo estaba dentro de la normalidad. Sin embargo, desde los seis meses apenas había ganado un kilo. De repente, un día empezó a vomitar sin parar todo lo que comía, ya fuera de día o de noche, y comenzó a sentirse débil. La llevamos a Urgencias, pero tampoco se resolvió la situación.

Un lunes por la mañana, Mª Carmen, desesperada y con lágrimas en los ojos porque llegó a pensar que la perdíamos, decidió llevarla directamente al hospital. Se desahogó con la doctora que las atendió y le rogó que le hiciera caso pues veía a nuestra hija francamente mal. La doctora tomó la tensión a Irene y, teniendo todo en cuenta, se determinó que la mejor opción era ingresarla y averiguar qué le sucedía.

Durante la semana siguiente, mantuvieron a Irene aislada en una habitación. Gracias a eso, empezó a recobrarse. Primero mejoró de la infección respiratoria aguda que tenía (¿cómo nadie había percibido antes que tenía bronquitis?). Pero había algo más que no estaba relacionado con este problema. Las atenciones de un especialista en digestivo fueron decisivas, ya que dio en la clave al intuir que Irene no toleraba alguna proteína vacuna, de modo que le cambió la leche que debía tomar. Como luego demostrarían los múltiples análisis que hicieron a Irene, todo estaba en orden y no era alérgica a nada. Pero, ciertamente, algo de los preparados lácteos le sentaba mal.

Fueron momentos muy duros, ya que, antes de empezar a restablecerse en el hospital, incluso llegó a desmayarse en una ocasión debido a su debilidad. Pero eso ya hay que olvidarlo y pensar en lo que está mejorando. Perdió muchísimo peso y ya lo ha recuperado en su totalidad porque es una glotona como pocas. Ahora es otra niña, mucho más feliz y alegre aún, que no para de jugar, que come en cantidades insospechadas y duerme mucho mejor. En serio, no nos lo creemos.

Desde hace aproximadamente un mes, ya da sus primeros pasos. Se sostiene perfectamente de pie, apoyándose en cualquier objeto que le sirva. Se incorpora con la rapidez del rayo. Se mueve y gatea de un lado a otro a una velocidad sorprendente. Se cae constantemente debido a sus temeridades, pues no se le ocurre otra cosa que soltarse de los sitios a los que se sujeta. Pero cada vez se defiende ella sola con más seguridad. Le encanta tocar las palmitas, mueve todo su cuerpecito para bailar al son de cualquier sonido parecido a música (da igual que desafinemos), señala con su dedo aquello que le gusta o le llama la atención y, lo más importante, ríe, ríe, ríe, a carcajadas, hasta no poder más, con su cara de niña buena y traviesa a la vez.

De momento la hemos tenido que dar de baja en la guardería, hasta que se encuentre dentro de unas medidas equilibradas, de peso y talla, y no sea tan vulnerable a contagiarse de cualquier resfriado o algo peor. Pero al ritmo actual no tardará en ser una nena más gordita. Ya se le notan los cachetitos y la carne de las piernas y los bracitos vuelve a estar dura. Además, debido a estas circunstancias, la han visitado sus abuelitos y también sus titos y su primita. ¡Y ahora va a vivir sus primeras fiestas navideñas!


Se trata quizá de la peor experiencia que hemos vivido mi mujer y yo. Nos hemos dado cuenta de lo que duele el pesar de un hijo y cómo valoras infinitamente más su vida que la tuya propia.

10 comentarios:

Violeta J. dijo...

Pero que guapisima está!!! Ainss, que sustitos más grande os habeis llevado. No sabía nada de nada. Ainss, mi niñaaaaaa!!
Bueno, ya ha pasado todo. Ahora a crecer feliz y alegre como es ella.
Un besazo enorme para los tres. Felices fiestas!!!
Abrazos,
Violeta

Javier Márquez Sánchez dijo...

Seguro que esas primeras fiestas de Irene son una verdadera alegría, y no digo nada esos papás...

Toda la felicidad del mundo para esta familia a la que tanto quiero.

J.E. Alamo dijo...

Me alegro sinceramente que todo haya ido bien aunque me siento indignado por lo que comentas sobre los médicos a los que acudistéis. ¿Cómo no le dieron importancia al hecho de que la chiquilla no ganaba peso? Es increíble el nivel de incompetencia que tenemos que sufrir los pringaillos de a pie. Por cierto, a Sarah -mi princesita- también le hemos tenido que cambiar la leche ya que presenta cierta intolerancia a la lactosa. La suerte es que la pediatra que tenemos es fantástica.
En fin, una vez superado el susto os deseo las mejores Navidades del mundo.
Un abrazo

Arwen Anne dijo...

Es preciosa la niña, me alegro de que este ya en casa y que vuelva a ser la misma niña de siempre. Yo la verdad es que no entiendo como algunos niños lo pueden pasar tan mal siendo tan indefensos como son, pero seguro que esta, ya mismo esta en la guardería y lo pasado, pasado estará para siempre

Esteban González García dijo...

Uf, vaya susto. Me alegro infinito que vuestra pequeña Irene se recupere.
Tiene una carita preciosa.
Qué tendrán los niños, ¿verdad?
Un día quedamos para ennoviar a los enanos, que el mío tiene 5 meses casi. ;)

Anónimo dijo...

Por desgracia, esto de que los médicos no detecten lo que sucede pasa a menudo. Lo importante es que Irene ya está bien y come un montón. Los niños salen con hambre de lobo del hospital, lo he comprobado con mi sobrino y con otros familiares.
Seguro que serán unas muy felices fiestas.
Besos,

Cris

José Angel Muriel dijo...

STB, cuento con esa cita, después de las fiestas si quieres.

Es cierto, no se entiende que los médicos consideren "normal" casi todo. Si no hubiéramos desconfiado y mi mujer no se hubiera empeñado en que le resolvieran la situación en el hospital, ¿dónde estaría ahora Irene? No quiero ni pensarlo.

¡Felicidades a todos!

Esteban González García dijo...

Ok. Ya pensamos dónde vernos con los chiquitines. El mío es aún muy pequeñín y no gatea ni nada todavía.

Teo Palacios dijo...

Uy... yo puse mi comentario aquí ayer, pero no ha salido...

Bueno, la cuestión es que Irene ya está bien, que vais a poder disfrutar las fiestas todos juntos y con salud y que esta pequeñaja tiene una familia que la adora. ¿Puede haber mejor regalo?

Un abrazo.

José Angel Muriel dijo...

El regalito es Irene, Teo. :D

STB, ya hablaremos en enero. ;)