Últimamente apenas tengo tiempo de hacer las cosas que me gustan. De hecho, hace mucho que no paso a visitar las moradas virtuales de mis amigos. Aún tengo pendiente la lectura del último relato de Paco Illán Vivas, desconozco lo último que han escrito en su blog Javier Márquez, Teo Palacios o Cris Monteoliva, difícilmente puedo seguir las historias de Rafa Marín o los artículos de David Mateo... En definitiva, estos días están siendo una vorágine de acontecimientos que me impiden llevar las cosas con tranquilidad. Me levanto a las siete para escribir al menos una hora diaria, trabajo de nueve a nueve y a duras penas consigo ver en casa a mis dos chicas y disfrutar de su compañía hasta que llega el fin de semana.
De todas maneras, hoy voy a dedicar un ratito a hablar de cómo salgo adelante con mis trabajos literarios en esta situación tan complicada y comentar un poco en qué estoy enfrascado ahora. El proyecto editorial de Hidra, la colección Tú decides la aventura, está funcionando bastante bien y está obteniendo frutos. En menos de tres meses, El talismán cósmico ha vendido unos 800 ejemplares. Pronto alcanzaremos la fatídica barrera de los mil, que siempre ha significado un duro obstáculo para cualquier escritor, aunque parezca una cifra pequeña.
Actualmente estoy trabajando en otro título para la misma colección, que se publicará en la próxima primavera. Después de lo que os he contado, cabe preguntarse cómo saco tiempo para escribir y cómo logro concentrarme en ese rato que le dedico cada día, de lunes a jueves. Ciertamente, no es fácil y hay que organizarse muy bien. Siempre he dicho que es cuestión de administrar bien las tareas. Resulta un trabajo constante y sacrificado, porque tienes que estar planteando continuamente al menos lo que vas a escribir al día siguiente, de forma que puedas seguir avanzando en la obra. Aunque, francamente, a mí no me supone un sacrificio pensar en lo que tengo que escribir. Al contrario, me anima y estimula mi imaginación.
Los días que no he trabajado lo suficiente las ideas y no las tengo claras no aprovecho tanto la escasa hora con la que cuento para escribir, cuando estoy delante del teclado, hilando una frase tras otra. No es un bloqueo mental, sino que, sencillamente, el escritor suele necesitar más tiempo para conseguir una mínima concentración. Para lograr que desde el primer minuto el tiempo dedicado a escribir resulte provechoso parte del trabajo se debe preparar antes, ya sea mentalmente o bien mediante anotaciones. Por tanto, procuro ir programando las cuatro o cinco páginas de cada día, pese a que luego tenga que replantear los pasajes siguientes. Para ello anoto frases o palabras que resuman una escena, apunto ideas espontáneas, trazo dibujos si es preciso. Todo ello facilita que, cuando me encuentre ante el ordenador, pueda escribir entre tres y cinco páginas en una hora, con la rapidez que eso conlleva.
La estructura de una novela que pertenezca a la colección Tú decides la aventura marca las pautas, ya que deben construirse tramas paralelas y provocar saltos entre ellas. Esto impide avanzar a más velocidad. Aunque el editor me pide antes de empezar un esquema general para conocer el argumento de la obra que voy a elaborar, la verdad es que trabajo sobre un guión mental, pues es mucho más flexible y fácil de modificar. Puede que describa tres o cuatro líneas distintas en papel, pero todo lo demás lo tengo en la cabeza. Es el cerebro el que debe trabajar. Hay que forzar la máquina para que se mantenga en tensión y en actividad, para que las ideas sean mejores.
Después de estar escribiendo durante esa temprana hora de la mañana, algo que funciona muy bien es ir caminando hasta el trabajo. Son unos veinte minutos de bastante inspiración en que la mente sigue conectada al relato y puedes seguir desarrollando la historia (para no perder las ideas, utilizo una grabadora de voz, invento muy práctico que recomiendo como herramienta de apoyo, pues la memoria puede fallar). Sin embargo, hay días que me desplazo en autobús, a causa del tiempo, de los dos tiempos: el que medimos con reloj, escasea y te hace llegar tarde, y el que provoca inclemencias meteorológicas. En dichas ocasiones, acostumbro a leer un libro, para relajarme antes de llegar a la oficina, y la creatividad se apaga.
En realidad, como en este mundo no tenemos mucho tiempo y no debemos desperdiciarlo, este mismo método es el que empleo casi siempre. No obstante, la estructura de estas novelas, con saltos sujetos a las decisiones del lector, implica una labor más concienzuda y necesita de una organización más exigente por parte del escritor. La especialización en este tipo de novelas hace trabajar más duro y ejercita la mente. Estoy aprendiendo mucho, al tener que esforzarme de forma particular, y el trabajo realizado es más eficiente. Las ideas fluyen con agilidad.
Al final, el resultado será un libro de unas ciento treinta páginas que cuenta varias historias, pero la lectura de todas completa la novela en sí misma, porque en cada una de ellas se cuentan detalles distintos. Por tanto, no deja de ser una novela de ciento treinta páginas, aunque contenga rutas de veinte y otras de setenta. Mi objetivo con cada novela es que, tenga la estructura que tenga y trate de lo que trate, consiga forjar un universo propio en el que se sumerja el lector y este quiera seguir leyendo, ya sea por la continuidad convencional de un relato o porque le emociona conocer otros posibles desenlaces de la historia.
De todas formas, tengo que admitir que me gustaría contar con más tiempo para poder desarrollar otros proyectos que requieren más dedicación y labor de documentación. Mientras pensaba todo esto, que ahora estoy transcribiendo, llovía y me había olvidado el paraguas en casa. Pero no me importaba. El paseo se me había hecho más corto.
Apuntes y excentricidades de un escritor. Un rincón para quienes quieran comentar algo de literatura... y otros temas, ¿por qué no?
viernes, 23 de enero de 2009
Taller: Técnicas literarias en situaciones extremas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
pues no sabes lo que te agradecemos, por lo menos yo, el que hayas sacado un ratito para escribir una entrada. Gracias por ello y por tus ideas, porque la verdad yo no lo había pensado así, ni mucho menos, pero me gusta lo de la grabadora de voz, en cuanto pueda me compro una, muchas gracias
besos
Primero que todo, enhorabuena por la buena marcha de ese proyecto y segundo gracias por compartir esos consejos pues la verdad es que sí parece ser un mal común ese de la escasez de tiempo y no todos sabemos como lidiar con él.
Un saludo,
GuZ.
Gracias. Vuestras palabras son muy alentadoras. Todos pasamos por situaciones difíciles y, si alguna utilidad tiene contar mi experiencia, me alegro por ello.
Hombre, ¡qué bien volver a leerte! Pues nada, ánimo con ese nuevo proyecto y venga con esos mil ejemplares... ¡Y que sea sólo la priemra de otras muchas barreras a superar!
Un fuerte abrazo, compañero
Te entiendo perfectamente, porque aunque algunas personas no se lo crean (no van con segundas, estoy pensando en personas ajenas a estos foros que piensan que todo lo que yo hago es una perdida de tiempo y me miran con desdén total cuando les hablo de mi labor en LA BIBLIOTECA IMAGINARIA. Qué digo yo...¿para qué leches me preguntan, si saben de siempre que nunca seré una mujer de provecho, o sea, que nunca haré lo que ellos quieren que yo haga), pues últimamente yo también voy así, a contrarreloj, con poco tiempo para desarrollar un proyecto que tengo en mente, y es eso, que en el rato que te pones a escribir, a lo mejor no viene la concentración...
En fin, que ya sabemos todos que lo vas a hacer muy bien y te mandamos toda nuestra energía positiva para que sea así, y sigas vendiendo muchas copias de tus anteriores libros!!!
Besos,
Cris
Pd: no te preocupes por no pasar por mi blog...Estoy últimamente muy monotemática con Eurovisión...Jijijiji!
De todas formas, a pesar de Eurovisión :D, me gustaría tener tiempo para pasarme a echar un vistazo personalmente. Lo haré en cuanto pueda.
Ánimo con tus proyectos.
Publicar un comentario