El pistolero tomó un trago y, después, notablemente irritado, soltó un gruñido y golpeó bruscamente la madera del mostrador con el culo del vaso. El sonido, fuerte e inesperado, sobresaltó al camarero y al resto de los clientes, que bebían, hablaban o jugaban a las cartas en el salón.
-¡Demonios! -protestó el pistolero entre aspavientos.
El otro tipo que estaba apoyado en la barra ni siquiera se había inmutado. Se colocó bien el sombrero, giró la cabeza y lo observó con indiferencia.
-¿Qué te pasa? -le preguntó.
-¡Sabe a chinches!
Sonó un disparo y, antes de que nadie pudiera reaccionar, el pistolero estaba en el suelo desangrándose.
-Es el mejor whisky que puedes tomar -sentenció el tipo del sombrero por toda explicación.
Como acababa de demostrar, Joe era el más rápido en desenfundar y abrir fuego.
Apuntes y excentricidades de un escritor. Un rincón para quienes quieran comentar algo de literatura... y otros temas, ¿por qué no?
domingo, 25 de septiembre de 2011
El escritorio: Chinches
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