Las ventas de libros siguen cayendo. Pero esta mañana, la mayoría de los libreros que tenían caseta en la Feria del Libro de Sevilla celebraban los resultados del día de ayer.
El público acudió en masa el sábado por la tarde y las ventas se multiplicaron. Desde luego, no son las cifras de antaño. Posiblemente, las librerías que vienen participando en esta feria tradicionalmente estaban acostumbradas a vender el triple. Pero los comerciantes que se han sumado al evento en plena crisis han sabido campear el temporal, aliándose con distribuidores y editores y aumentando el número de firmas de autores. Eso les ha permitido incrementar las ventas en esta edición.
La conclusión es que son malos tiempos, pero, con un esfuerzo algo mayor y un poco de ingenio, se puede seguir adelante con cierta holgura.
Por otra parte, espero que las editoriales no estén mermando los índices de calidad de sus productos. De los cuatro libros que me había comprado en los tres últimos meses, antes de la Feria, dos de ellos se me han deshojado mientras los leía. Hacía mucho tiempo que no me ocurría eso y aún menos con un libro recién comprado.
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