Teo Palacios y Concha Perea animaron la mañana del domingo 27 de mayo, dentro de las III Jornadas Literarias Mejor con un Libro, empleando un tono jocoso, que recordaba a Cary Grant y Katherine Hepburn en La fiera de mi niña, mientras nos instruían en un tema tan serio para los escritores como la definición de los personajes para una obra.
La idea principal en la concepción de un personaje es que tiene que ser tan creíble que el lector crea que puede existir, como ocurre en novelas como Firmin de Sam Savage, protagonizada por una rata que vive en una librería, o La canción de Cazarrabo de Tad Williams. La construcción de los personajes debe realizarse sobre los siguientes pilares básicos, algunos de los cuales no resultan imprescindibles:
- El nombre.
- La descripción física.
- Las motivaciones.
- La evolución.
- La personalidad.
- Los antecedentes.
El nombre
Lo primero es presentar al personaje. Como afirma Antonio Muñoz Molina, el "nombre debe contenerlo y definirlo". Los nombres son significativos incluso cuando están ausentes (el personaje no tiene nombre).
Ejemplos célebres son Campanilla de Peter Pan, Hannibal Lecter el Caníbal de El silencio de los corderos, Severus Snape de la saga de Harry Potter, Tom Builder de Los pilares de la tierra y el monstruo de Frankenstein, que, de hecho, carece de nombre propio para reflejar la falta de aceptación por parte de los demás.
La descripción física
En función del personaje, no es fundamental. La caracterización se suele hacer a lo largo del relato, para no abrumar al lector con datos desde el principio. La descripción es importante si los rasgos son peculiares y diferencian al personaje. Cuando uno de los personajes es el narrador, no se suele describir a sí mismo.
A algunos personajes se les puede identificar por dos o tres rasgos:
- Harry Potter: joven, gafas, cicatriz.
- Monstruo de Frankenstein: alto, con tornillos, monstruo.
- Bilbo Bolsom: tragón, bajito, pies peludos.
- Alicia: niña, delantal, vestido azul.
- Dorothy: niña, trenzas, zapatos plateados.
Las motivaciones
Las motivaciones del personaje son importante, así como las emociones propias. Todo personaje debe tener un papel en la trama de la historia. De acuerdo con Leon Surmelian, sus motivaciones deben ser consistentes con el carácter del personaje, verosímiles, sinceras y suficientemente poderosas y complejas para que el relato gire en torno a ellas.
La relación entre los personajes les da peso en la historia y los define (ocurre, por ejemplo, con Íñigo Montoya en La princesa prometida). Los personajes deben complementarse sin necesidad de guardar una buena relación (recordemos a Holmes y Watson). A veces, la relación entre ellos representa el enfrentamiento del bien contra el mal, como sucede con Holmes y Moriarty o Jekyll y Hyde.
La evolución
Los personajes deben cambiar a lo largo del relato. De hecho, si un personaje sigue exactamente igual al final, puede resultar cómico. Por ejemplo, mientras el protagonista de En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán, evoluciona durante la historia que narra, Harry Potter no cambia, solo se hace mayor, a pesar de los elementos que surgen en su camino para provocar la evolución: conflictos, obstáculos, traiciones y otros estímulos.
La personalidad
Según Vladimir Propp, hay siete tipos de personajes. A. J. Greimas habla del sujeto (el protagonista que realiza la búsqueda), el objeto u objetivo (sea físico o no), el destinador o mentor, el destinatario (que recibe las repercusiones de las acciones del sujeto), el ayudante (o apoyo para conseguir el objeto) y el oponente. Todos los personajes deben cumplir una función y hay que evitar los estereotipos. La forma de hablar de un personaje le puede dotar de una voz personal propia.
Actualmente, es muy común la técnica de la "cáscara vacía", que preparar la figura del personaje de tal manera que cualquiera que lee la obra pueda rellenarla, como pasa con las protagonistas femeninas de Crepúsculo o Los juegos del hambre, que solo tienen sentimientos con los que puede identificarse todo lector.
Los antecedentes
Los antecedentes de un personaje permiten comprender sus reacciones. La forma más segura de definirlos es mediante la elaboración de una ficha que caracterice a cada personaje. Concha Perea aseguró que, si la historia y los personajes están bien planteados, un personaje nunca puede rebelarse al autor.
La rebelión de los personajes
Esta afirmación enlazaba con la discusión mantenida el día anterior entre varios escritores a raíz de una pregunta lanzada por alguien del público. De hecho, ese fin de semana aprendí mucho con mis amigos escritores, pero también entré en contradicción con ellos. Y es natural, debe existir la disparidad para que todo lo que nos rodea cobre sentido y no nos aburra. Además, somos almas con personalidades diferentes. Cada escritor, cada persona, es un mundo, por lo que su percepción de la realidad es inevitablemente diferente. Debemos admitir que hay buenos y malos escritores y que tanto unos como otros pueden triunfar, porque el azar, la casualidad o el estar en el sitio adecuado en el momento oportuno también influyen.
Durante la charla del sábado sobre novela negra, discrepé con los ponentes y defendí la magia que hay al narrar, reconociendo que, a veces, los personajes se sublevan al escritor, aunque, en efecto, todo eso suceda dentro de la mente y tenga una explicación lógica y pragmática. Cuando el escritor hace su tarea, es capaz de concebir un universo enorme para desarrollar la historia que quiere contar y, tal vez porque el subconsciente escapa a nuestro control, los elementos que componen dicho universo cobran vida propia y pueden reaccionar por sí mismos. Parece una locura (yo prefiero considerar que es parte de la naturaleza inexplicable que nos hace seres pensantes), pero son vidas intangibles que quieren progresar solas, como sucede en los sueños. Y, personalmente, me parece que es parte del talento que puede tener un escritor a la hora de abordar sus narraciones. Los personajes de nuestros relatos no tienen que ser meros títeres, afortunadamente, y nosotros no nos limitamos a manejar siempre sus hilos.
Naturalmente, lo que sí controla el autor es la escena y los parámetros que delimitan ese universo en el que se desarrollan los personajes y sus experiencias. Me parece que esto no entra en contradicción con tener los planteamientos claros desde el principio, tanto para la trama como para los personajes que la viven. Mis personajes sí se pueden rebelar en determinadas circunstancias.
2 comentarios:
Me parece bastante bestia incluir a Katniss Everdeen como ejemplo de "cáscara vacía" junto a Isabella Swan de Crepúsculo. Que la trilogía de "Los Juegos del Hambre" comience con un best-seller comercial parece que hace olvidar que mejora a ojos vista, y que tiene una excelente caracterización de personajes, pese a la dificultad de que a todos se les conoce desde los ojos de Katniss.
La Everdeen, al contrario que Isabella Swan, no es una cáscara vacía para que el lector pueda rellenarla. Es una adolescente sin terminar de desarrollar: los huecos que tiene su personalidad son los propios de una personalidad sin formar. El personaje es valiente, egocéntrico, extremadamente fuerte y cabezón, y al mismo tiempo extremadamente egoísta, en muchos puntos odiosa. Katniss no es un personaje cáscara vacía. Puede que no sea perfecto, pero si el lector se identifica en muchos casos con ella, en muchos otros también quiere sacudirla o darle de guantazos. Cuando te identificas con Katniss, es porque la autora está haciendo las cosas bien. Nadie con medio gramo de personalidad puede identificarse con Isabella Swan.
Buena entrada en general... Sólo quería aclarar que meter a la Swan y a la Everdeen en la misma frase me parece un tremendo insulto para Collins. La comparación sería insultante incluso en el caso de protagonista de triángulo amoroso, pero llamar a Everdeen "cáscara vacía" me parece una exageración. No es alguien con quien todo el mundo pueda sentirse identificado, y mucho menos una adolescente corriente. Que el personaje sea adolescente y no tenga la psique terminada de desarrollar (además de que se vea impulsada principalmente por las ganas de comer y sobrevivir, punto) no significa que esté vacío: significa que está bien escrito, que es otra cosa.
Gracias por tu sincera opinión, Isa. Yo no puedo defender una postura ni otra, pues no he leído las obras citadas. Tal como digo al principio del artículo, en su mayor parte, salvo mis reflexiones finales, es un extracto de la actividad en modalidad de taller que impartieron los escritores Concha Perea y Teo Palacios durante las III Jornadas Literarias MCUL.
Como habrás podido ver, yo mismo no estaba de acuerdo en otros aspectos con mis amigos y colegas.
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