lunes, 20 de noviembre de 2006

El escritorio: Innegiamo al Signore

Dicen algunos poetas que nunca escuchan ópera porque adormece los sentidos. Les creo, porque los sonidos que desprende la buena ópera parecen capaces de asfixiar la más profunda inspiración, al sumirnos en el placer de la absoluta percepción sensorial.

El museo nos acoge en su cálido seno, entre valiosas obras de la pintura, mientras una garganta artística vibra y ejerce su dominio magistral de la voz. El aire se llena de sonidos que relajan el alma. Las notas dramáticas del piano se deslizan dibujando en la mente el esbozo de la música materializada, que evoca imágenes de épocas desconocidas. Se suceden una pieza tras otra, a cual más famosa e incluso popular, todas de grandes compositores italianos, como Verdi o Puccini.

Es inevitable que el corazón se resienta y las sensaciones se desborden ante tan prodigiosa exhibición de magia fabricada con las voces humanas. La melodía de la Casta Diva de Bellini se pasea entre el respetuoso público dando color al silencio. Me llega la fragancia de un perfume cuando la señora sentada a mi lado mueve la cabeza, buscando el rostro de la soprano. Y los sentidos se confunden, ebrios de emociones.

Transcurre el tiempo con suma rapidez, como un agente inadvertido que nos arrebata un poco de vida y nos deja en su lugar el pasado con sus recuerdos. El cerebro se mantiene alerta y ya va lamentando que cada vez esté más cerca el desenlace de esta brillante interpretación coral, que ni la más experta formación de ángeles podría superar. La multitud aplaude con alborozo cuando aún quedan vestigios de la última nota cantada.

Pero nos obsequian con una obra fuera de programa y nos deleitan demostrando sus virtudes con una cascada final de truenos, concebidos por Mascagni para abrumar a los más orgullosos. Parecían inimaginables sobre una partitura hasta que son escuchados. El coro hace retumbar la nave y su poder se transmite a través del suelo, resonando en todo mi cuerpo, invadiendo mis oídos por dentro y por fuera. Entonces, justo antes de que todo acabe y pueda empezar a sentir añoranza de este recital, es cuando se me eriza la piel y siento escalofríos.



Notas: Con motivo de la campaña “Toscana en España 2005”, la Camera Italiana di Siviglia organizó el viernes 18 de noviembre de 2005 el recital “Cori d’Opera a Siviglia”, en el que, dirigidos por Mario Ignacio Bustillo Martínez, la Coral San Marcos de Sevilla y la Coral San Martín de Callosa de Segura (Alicante) interpretaron hermosas obras de Verdi, Bellini, Mascagni y Puccini en una de las salas del Museo de Bellas Artes, ubicado en el antiguo Convento de la Merced. Mientras disfrutaba del recital, entre cuadros de Murillo, tomaba notas enloquecidamente. Seguramente, la señora a mi lado pensaría que era un periodista preparando la columna del día siguiente, pero no era más que la simiente de este pequeño relato.

Inneggiamo al Signore (Cantemos himnos al Señor) es el título de la pieza que ubico al final del recital; pertenece a la ópera Caballería Rusticana (Caballerosidad pueblerina) de Pietro Mascagni (1863-1945), con la que el autor ganó un concurso de óperas de un solo acto.

No hay comentarios: