-Hoy hemos tocado mejor que nunca. ¡Los chicos han tenido un buen día y estábamos muy sincronizados!
Luis acaba de llegar a casa. A pesar del entusiasmo con que cuenta cómo le ha ido, siente una gran pena al mirar a su mujer, que está preciosa y se acicala frente al espejo. Se está vistiendo para ir al trabajo.
-¿Qué habéis tocado? –le pregunta, sin apartar los ojos de su imagen en el cristal.
-Oh, unas cuantas piezas de jazz, alguna melodía de Glenn Miller… Hemos gustado mucho.
-¿En el sitio de siempre?
-Sí. Había tanta gente… Nunca me he sentido tan metido en el espectáculo.
Luis deja la funda de su clarinete en el armario y añade con resignación:
-Si cada persona que se ha parado hoy a escuchar nuestra música en la calle nos hubiera dado una moneda, este mes no tendríamos problemas para pagar el alquiler.
Apuntes y excentricidades de un escritor. Un rincón para quienes quieran comentar algo de literatura... y otros temas, ¿por qué no?
lunes, 13 de febrero de 2012
El escritorio: Jornada laboral
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