Son varios los pabellones que quedaron como legado de la magnífica Expo 92 de Sevilla. Construidos como algo efímero, por su belleza o utilidad, consiguieron quedarse y se reaprovechados para otros fines. Entre ellos, está (estaba) el célebre pabellón de Hungría, obra del arquitecto Imre Makovecz, uno de los más singulares y hermosos. Se trata (trababa) de una especie de iglesia rural típica húngara con siete torres con campanas de bronce. Todo el edificio es (era) de madera, revestido de pizarra. En su interior se conserva (conservaba) un roble traído de las riberas del río Danubio, cuyas raíces pueden (podían) verse a través de un suelo de cristal. Sin duda, es (era) una auténtica maravilla visual y arquitectónica, muy llamativa.
Hace relativamente poco, a finales de 2002, tras ser restaurado, se convirtió en el Pabellón de la Energía Viva, un original museo interactivo dedicado al medioambiente y a las energías renovables. Las actividades claves de la iniciativa eran tres: exponer las últimas innovaciones para el desarrollo sostenible; la formación tanto reglada (un Master especializado en energías renovables, cursos superiores, monográficos), como no reglada (jornadas, seminarios,...); y la investigación como línea de acción especializada. Además, se realizan (realizaban) talleres educativos organizados por monitores para los niños. Se vende (vendía) como la oferta turística más novedosa en Sevilla, por tratarse del único museo interactivo de energía y medioambiente. La iniciativa fue alabada por la crítica internacional.
Gracias a su gran belleza arquitectónica posee (poseía) más de veinticinco premios. Sin embargo, el pasado 10 de enero se desveló que la empresa propietaria, ExpoAn, pretende derribar el pabellón para construir un edificio de oficinas... (y lo consiguió). O no.
La gente, afortunadamente, no se queda quieta y reacciona: ¡¡No al derribo del Pabellón de Hungría!!. Esperemos que las formas verbales que he puesto entre paréntesis no se conviertan en realidad. Desde aquí denuncio el hecho y me sumo a la protesta.
Apuntes y excentricidades de un escritor. Un rincón para quienes quieran comentar algo de literatura... y otros temas, ¿por qué no?
lunes, 22 de enero de 2007
Reflexiones de un ególatra: ¿Adiós, querido pabellón?
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