miércoles, 12 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 10

Nada que destacar en los dos últimos días.

Hoy se terminó de construir una nueva embarcación y se botó esta misma tarde. He estado observando atentamente los trabajos durante los últimos días. Partió tripulada por un pequeño grupo de voluntarios con ganas de emprender la aventura.

Personalmente, a mí me parece una temeridad en la que jamás me involucraría por iniciativa propia, pero para algunos el hastío es un lastre mayor que el riesgo. Esos valientes han zarpado hacia poniente. Desplegaron las velas a favor de los vientos y pronto fueron tan solo una mota en el horizonte. Un amigo mío gobernaba la nave. No sé si volveré a verle.

De las tres expediciones anteriores no se ha sabido nada. La primera salió hace ya casi diez años. Se lanzaron a modo de avanzadilla para intentar averiguar qué nos espera más allá. Pero nunca regresaron. Quizá naufragaron, se hundieron, se ahogaron o perecieron de sed y hambre. Tal vez les fallaran los instrumentos y se extraviaran.

Lamentaría tremendamente que algo tan nefasto les hubiera pasado, pero, egoístamente, no soportaría pensar que alcanzaron tierra firme y, estando en un paraíso, no quisieron o no pudieron volver por nosotros.

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