El ruido no cesa, pero no nos acostumbramos a él y nos cuesta conciliar el sueño. Por otra parte, la noche se ha hecho eterna. El cielo permanece oscuro y no se ilumina lo suficiente con el brillo de nuestros dos soles, que han quedado muy atrás.
La fuerza de la corriente es tremenda. Ninguna embarcación podría escapar de ella por muchos remeros que bogaran en sus costados. Ahora se hace evidente que nuestros exploradores tomaron nuestro mismo rumbo. Es imposible tratar de seguir otra dirección.
Apuntes y excentricidades de un escritor. Un rincón para quienes quieran comentar algo de literatura... y otros temas, ¿por qué no?
lunes, 17 de noviembre de 2008
Bitácora de un isleño ambulante: Día 15
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3 comentarios:
¡Dos soles! Ya sabemos algo más.
Pistas para ambientar un mundo que parecía el nuestro pero que no puede serlo si las islas se mueven solas. :D
Debe ser algo muy especial navegar en una isla
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