Hace unos 100.000 años, en algún lugar de África al sur del Sahara, un ser humano empezó a articular las primeras palabras. Con el transcurso del tiempo, se fue componiendo el lenguaje, el primero de nuestra existencia como especie. Fue la única vez que hablamos el mismo idioma, la lengua matriz de la que descienden todas las demás.
Aparte de facilitar la interrelación entre los distintos miembros de un grupo y la comunicación de hechos, sentimientos o necesidades, el lenguaje oral comenzó verdaderamente su evolución cuando alguien empezó a utilizarlo para contar historias, ya se tratara de anécdotas reales o de fábulas inventadas.
Para construir los relatos, independientemente de su forma, verbal o escrita, es necesario reunir los siguientes elementos:
1. La acción (lo que sucede). La narración se teje como la concatenación de escenas hasta alcanzar el desenlace. El arte de narrar radica en hacer esto con habilidad, para lograr suscitar el interés y la curiosidad del lector, oyente o espectador. Para eso está el conflicto de fuerzas, la pieza central de interés que incita a la acción.
Dado que la confusión desorientaría al lector, resulta fundamental el orden en que se cuenten los acontecimientos. La estructura más simple del texto narrativo es la composición lógica, aquella que expone los sucesos según su desarrollo cronológico y causal, presentando los diferentes personajes conforme vayan apareciendo en la historia. También se emplear la composición libre o artística, que se basa en romper esta secuencia natural, empezando por el final o por el medio.
2. El tiempo (¿cuándo sucede?). En toda narración existen dos clases de tiempos: aquel en el que se desarrolla la historia y otro en el que se desarrolla la intriga. Dependiendo de estos tiempos, el relato puede incluir ciertas variaciones en su ordenación:
- Orden lineal de los acontecimientos.
- Información sobre hechos pasados (analepsis según Genette).
- Prolepsis o anticipación del futuro.
- Anacronía o desajuste entre el orden de los sucesos y de lo narrado.
También puede afectar a su duración:
- Elipsis o salto en el tiempo, que suprime algunas escenas sin que se pierda la continuidad de la historia.
- Sumario retrospectivo o resumen de acontecimientos pasados.
- Sumario progresivo o anticipación de acontecimientos futuros.
- Escena, cuando coincide el tiempo de los sucesos con el tiempo de la narración.
- Extensión, cuando el tiempo del relato es mayor que el de los acontecimientos porque, por ejemplo, el autor se detiene en descripciones o análisis de lo sucedido.
3. Los caracteres (personajes que realizan la acción). Son los elementos funcionales de la estructura narrativa. En toda narración se cuentan hechos en los que intervienen personas, aunque también puede darse el caso de que aparezcan animales o cosas con cualidades humanas (por ejemplo, en las fábulas). En la mayor parte de las ocasiones, los rasgos físicos y psicológicos del personaje se reducen a los más significativos de su carácter y condición, pues su personalidad se irá revelando conforme avance el relato.
4. El ambiente (medio en el que sucede la acción). En el desarrollo del carácter humano influyen múltiples factores de orden fisiológico, sociológico o hereditario. Pero, además, las personas están condicionadas por las circunstancias que lo rodean, por el ambiente histórico y social en el que vive: el medio contribuye a modelar su moral y su psicología. Por este motivo resulta tan importante el ambiente dentro de la narración. La elección y elaboración de un marco espaciotemporal adecuado concede un fondo de autenticidad a lo narrado que no se conseguiría de otro modo.
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