Eran las 18:30 del viernes 30 de septiembre y la cola seguía creciendo. Después de hablar durante unos minutos con un grupo de lectores privilegiados, entre los cuales me incluyo, Laura Gallego García se despidió de los componentes de los clubes juveniles de lectura de la Biblioteca de Dos Hermanas y se dispuso a comenzar la firma de libros prometida en el programa del VI Encuentro de Literatura Fantástica. Fuera le esperaban decenas de seguidores, algunos desde hacía más de cinco horas. En la Biblioteca, nunca se había visto algo igual antes.
Mientras en otras salas se desarrollaban sendos talleres, uno sobre el dibujo de historietas a cargo de Juan Manuel Moreno y la Librería Sensei Comics, otro sobre cómo escribir una novela fantástica a manos del escritor Antonio Martín Morales, y más tarde otro fuera de programa encabezado por Rafael Jiménez, de la asociación “Carmona en Viñetas”, sobre la relación entre los clásicos literarios y los superhéroes, todos muy amenos y didácticos, más de trescientas personas se agolpaban a las puertas de la Biblioteca, anhelando que llegara el momento de entrar en la sala en la que les aguardaba su admirada Laura para dedicarles personalmente alguna de sus novelas.
Había gente de Cazorla, Jaén, Granada, Las Alpujarras, Algeciras, Jerez, Cádiz, Huelva, Cortegana, Sevilla y Madrid, entre otros muchos sitios. Todos, unos con más timidez que otros, entraban con ilusión y salían con satisfacción, expresada con transparencia inequívoca por medio de amplias sonrisas. Hubo quien dio a Laura una carta, o le entregó una poesía en su honor, o le regaló un ejemplar dedicado de su primera novela, como fue el caso de Las crónicas de Fantasía de Alejandro Miranda.
La experiencia resultó tan intensa que Laura apenas hizo otra cosa que hablar con sus lectores y escribir dedicatorias durante toda la tarde. Fui testigo de que, al menos durante las dos primeras horas, Laura ni siquiera bebió agua. Su afán era firmar a todos los que estaban en la cola y se entregó a esta tarea con paciencia, cordialidad y suma generosidad. La firma de libros se extendió hasta las once de la noche. La única solución para evitarlo habría sido clonar a Laura Gallego.
Cuando sus seguidores más jóvenes se reencontraban fuera, se preguntaban: "¿Qué te ha dicho, qué te ha dicho?". Tuve la suerte de acompañar a Laura durante varios ratos y pude escuchar las palabras de emoción de los lectores ("gracias por lo que haces, por hacer feliz a tantas personas", "te lo habrá dicho mucha gente, pero me encantan tus libros", "yo también leo tus libros, aunque este es de mi hija"), así como las respuestas de Laura, que callaré porque son un tesoro reservado a aquellos a quienes iban dirigidas.
Laura Gallego había sido invitada a participar en estos Encuentros desde casi el principio, pero las circunstancias no le habían permitido hacerlo hasta este año, aunque siempre dio muestras de querer acudir. Por la calurosa acogida que recibió, quedó claro que la estábamos esperando con ganas.
La firma de Laura Gallego fue un éxito cultural que, sin embargo, no tuvo reflejo en la prensa. Los medios de comunicación no aparecieron y no pudieron presenciar cómo, sobre todo entre los jóvenes, también hay hambre de aprender, de leer, de admirar y conocer a aquellos que tienen la capacidad de divertirles con un libro. No todos los ídolos dan patadas a un balón.
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