Mi buena amiga Nadia, cubana residente en Miami que ya ha participado en alguna ocasión dentro de este apartado, me envió hace poco un texto inspirado en su querida perra, llamada "Blanquita", que lamentablemente falleció a principios de diciembre. Con sumo placer, publico aquí, a petición suya, las palabras que quiso dedicarle.
Nuestra familia pertenece al grupo de personas que son amantes de los animales. Por eso, al mudarnos a una casa con un patio amplio, nos propusimos buscar un perrito pequeño con el fin de inculcar a nuestros niños el amor a los animales y a la Naturaleza.
Fuimos a buscar a "Blanquita" una noche en que mi prima me llamó por teléfono y me comunicó que tenía para darnos una perrita Poddle de tamaño mediano, recién nacida, de tan solo unos días. Enseguida que la vimos nos enamoramos de ella. Después de admirar su dulzura, agradecimos a mi prima su obsequio y partimos rápidamente para mostrar al resto de la familia la nueva adquisición. Temblaba temerosa cuando la tomé y la puse en mi regazo camino a casa. Comencé a quererla desde aquel instante.
Sus ojitos apenas se veían, pues su pelo largo y abundante los cubría. Su pelo era ensortijado y blanco como el algodón, y después de algunos nombres sugeridos, decidimos todos llamarla "Blanquita". Luego de varios días, aprendió a reconocer su nombre y respondía rápidamente cuando la llamábamos, excepto las veces en que ella sabía que era para darle un baño. Comenzamos a llevarla a una peluquería de perros y le colocaban un lacito rosado en el tope de su cabecita dejando sus nobles ojitos al descubierto. Sin embargo, aunque a veces es costumbre cortar la cola de los Poddles por estética, decidimos pasar por alto esta costumbre y mantenerla tal y como la habíamos recogido.
Al igual que casi todos los niños a temprana edad, "Blanquita" a veces tenía momentos de inquietud que nos hacían enojar en gran manera. Por ejemplo, fueron varias las veces que tuvimos que tirar a la basura algunos pares de zapatos, porque "Blanquita" adoraba mordisquearlos y hacerlos trizas. Otras veces, jugaba con el papel higiénico del baño hasta ripiarlo completamente y esparcir los pequeños pedazos por todo el piso de la casa. Cuando la bañábamos, adoraba subirse a las camas después de retozar un poco en el patio y poner incluso su cabecita en la almohada, como una persona que busca su confort. A veces, si notaba que la puerta principal se había quedado abierta, solía escaparse a la calle súbitamente haciéndonos correr tras ella por toda la cuadra para evitar que accidentalmente fuera atropellada por algún vehículo.
Por suerte, después de un improvisado entrenamiento, "Blanquita" aprendió y fue adquiriendo hábitos más razonables. Aprendió a avisarnos cuando quería salir para sus necesidades fisiológicas, subía a la cama solo si le permitía, se quedaba sentada tranquilamente si alguien dejaba la puerta abierta, y finalmente nuestros zapatos se mantenían ilesos.
Jamón y pollo eran su comida favorita y se sentaba durante largas horas frente a la ventana para disfrutar del exterior. Mostraba una alegría extraordinaria cuando algún familiar llegaba a casa. Si la acariciábamos y retirábamos la mano, ella con una de las patas nos pedía que repitiéramos la caricia. Cuando se tendía, cruzaba sus dos patas delanteras dando la impresión de ser una fina y delicada damita.
Con los niños se comportaba de una forma especial. Aún recuerdo cuando le compramos a la niña un pequeño automóvil de juguete en el cual se paseaba por todo el patio llevando a "Blanquita" de pasajera. Aunque "Blanquita" me miraba con ojos implorantes pidiéndome que la salvara de tan peligroso paseo, soportaba los inseguros y aventurados movimientos de aquella conductora novata y resistía hasta que mi niña la liberaba cuando se cansaba de jugar.
Han pasado dieciséis años desde que "Blanquita" entró en nuestra casa. Nos hemos reído con ella, y hemos disfrutado su refinada personalidad, su amor, y su paciencia hacia nuestros niños que ya han se han convertido en adultos.
Pero los riñones de “Blanqui”, como le decíamos cariñosamente, comenzaron a fallar y por consiguiente sus pulmones también comenzaron a trabajar con dificultad. El mal era irreversible. Su doctor nunca dejó de atenderla pero su estado fue empeorando y deteriorándose apresuradamente.
Recordé a una amiga, la cual escuché decir en una ocasión que había tenido que “poner a dormir” a su perro porque estaba gravemente enfermo. A todos nos resultó insultante ese comentario. Para nuestra familia, el término “poner a dormir” a un animal que ha estado viviendo tantos años a nuestro lado significaba mandar a matar a un amigo. Hubo diversos comentarios, que si los animales tenían o no un alma, que si el único dueño de la vida era Dios y a Él solamente le correspondía quitarla, que si sufrían los animales al morir porque era dolorosa la inyección letal que le administraban, etc. El caso es que me prometí a mí misma que bajo ninguna circunstancia usaría este método para deshacerme de alguno de mis animales.
Pero hoy, después de verla sin querer tomar agua ni ingerir alimentos por tres largos días, de ver sus ojos como implorando ayuda, de verla respirando con tanto trabajo, de verla vomitando y arrastrarse por no poder mantenerse en pie, pensé que era más criminal de mi parte dejar que siguiera sufriendo de esa forma y entendí a mi amiga en su decisión.
Hoy nos despedimos de nuestra mascota pero la recordaremos como una perrita noble y fiel que participó en la formación inicial de mis hijos de alguna manera. Muchos de los momentos divertidos quedaron plasmados en retratos que disfrutaremos por largo tiempo. Pero por lo pronto, la echaremos mucho de menos.
No sufras más "Blanquita", y duerme tranquila, duerme…
Feliz Año Nuevo, Nadia. Feliz 2008 a todos.
Apuntes y excentricidades de un escritor. Un rincón para quienes quieran comentar algo de literatura... y otros temas, ¿por qué no?
lunes, 31 de diciembre de 2007
Colaboraciones: Blanquita, de Nadia
viernes, 28 de diciembre de 2007
Chistes cortos en inglés
Una amiga que vive en Miami, Estados Unidos, me envía curiosidades de vez en cuando. Hace poco recibí algunos chistes en inglés centrados en las relaciones entre alumnos y profesores. Los reproduzco en su idioma original porque algunos son juegos de palabras y perderían la gracia al ser traducidos.
TEACHER: Maria, go to the map and find North America.
MARIA: Here it is.
TEACHER: Correct. Now class, who discovered America?
CLASS: Maria.
TEACHER: John, why are you doing your math multiplication on the
floor?
JOHN: You told me to do it without using tables.
TEACHER: Glenn, how do you spell "crocodile?"
GLENN: K-R-O-K-O-D-I-A-L.
TEACHER: No, that's wrong.
GLENN: Maybe it is wrong, but you asked me how I spell it.
TEACHER: Donald, what is the chemical formula for water?
DONALD: H I J K L M N O.
TEACHER: What are you talking about?
DONALD: Yesterday you said it's H to O.
TEACHER: Winnie, name one important thing we have today that we didn't have ten years ago.
WINNIE: Me!
TEACHER: Glen, why do you always get so dirty?
GLEN: Well, I'm a lot closer to the ground than you are.
TEACHER: Millie, give me a sentence starting with "I".
MILLIE: I is...
TEACHER: No, Millie... Always say, "I am".
MILLIE: All right... "I am the ninth letter of the alphabet."
TEACHER: George Washington not only chopped down his father's cherry tree, but also admitted it. Now, Louie, do you know why his father didn't punish him?
LOUIS: Because George still had the ax in his hand.
TEACHER: Now, Simon, tell me frankly, do you say prayers before eating?
SIMON: No sir, I don't have to,my Mom is a good cook.
TEACHER: Clyde , your composition on "My Dog" is exactly the same as your brother's. Did you copy his?
CLYDE: No, teacher, it's the same dog.
TEACHER: Harold, what do you call a person who keeps on talking when people are no longer interested?
HAROLD: A teacher.
jueves, 27 de diciembre de 2007
ScifiWorld Magazine: Una de conejos
EN LOS PACÍFICOS PRADOS DE INGLATERRA VIVE UNA COMUNIDAD DE CONEJOS. CUANDO SU MADRIGUERA SE VE AMENAZADA, UN PEQUEÑO GRUPO DE VALIENTES ESCAPA DE LA MADRIGUERA EN BUSCA DE UN NUEVO HOGAR. CONDUCIDOS POR QUINTO EL VISIONARIO, PELUCÓN EL VALEROSO, Y EL HONORABLE AVELLANO HACEN FRENTE A MULTITUD DE DESAFÍOS Y PELIGROS QUE SUPERAN GRACIAS A SU FUERZA Y ASTUCIA PARA SOBREVIVIR, MIENTRAS PERSIGUEN SU SUEÑO.
A veces ocurren cosas que no parecen deberse a la casualidad. Sin embargo, entonces interviene la mentalidad científica para imponer orden y te obliga a decidir que no pudo ser más que el azar. Lo cierto es que, cada vez que pienso en "La colina de Watership", me vienen tres imágenes a la cabeza.
Continúa aquí.
lunes, 24 de diciembre de 2007
Más actividades con Ladrones de Atlántida
Debido a la precipitación con que sucedió todo, no pude avisar a tiempo. La intensa lluvia obligó a suspender las actividades del pasado viernes. La firma de ejemplares se ha pospuesto.
Sigo adelante con la promoción de mi libro. Esta vez toca visitar la Feria del Libro de Dos Hermanas, que se convoca en medio de las fiestas navideñas desde hace tres años con bastante éxito. Una de estas tardes, al son de los villancicos, estaré firmando ejemplares en la caseta instalada la Biblioteca Pública.
Fecha: Domingo, 30 de diciembre de 2007, a partir de las 12:00.
Lugar: Feria del Libro de Dos Hermanas (Sevilla), Plaza de El Arenal. Caseta de la Biblioteca.
Organización: Biblioteca Pública Municipal "Pedro Laín Entralgo".
sábado, 22 de diciembre de 2007
El escritorio: Sentidos que no lo son
Lamentablemente, hoy día, confundimos el sentido del humor con la falta de sentido común.
jueves, 20 de diciembre de 2007
ScifiWorld Magazine: La fantasía vuelve al cine por Navidad
UN REPASO A LAS MEJORES PELÍCULAS DE FANTASÍA QUE SE ESTRENARÁN ESTA NAVIDAD EN LA GRAN PANTALLA. ¿QUIÉN DICE QUE LA MAGIA SE HA MUERTO EN EL CINE?
El otoño llega a sus últimos días con varios estrenos cinematográficos bastante más interesantes de lo que parecían en principio. Paradójicamente, los avances que podíamos ver semanas antes, pese a su espectacularidad, no hacían justicia a las películas que anunciaban. Era propaganda contraproducente. Habrá quien no irá a verlas debido a la falta de intensidad de la campaña de promoción. Porque muchos, especialmente los que suelen disfrutar con las buenas historias de ficción, con la fantasía más original, se sienten escépticos y ya no creen que el cine les pueda sorprender, en particular si las producciones proceden de Norteamérica.
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martes, 18 de diciembre de 2007
Colaboraciones: Nickelodeon, de David Mateo (Tobías Grumm)
A David Mateo se le conoce también como Tobías Grumm, sobrenombre que utiliza en la célebre saga La tierra del dragón, que ya va por el tercer volumen y que va a llegar a Iberoamérica dentro de poco, según ha anunciado en su blog. Le conocí durante una HispaCon, la celebrada en Dos Hermanas, aunque entonces no pudimos cruzar palabra. Desde nuestra colaboración para el II Encuentro de Literatura Fantástica nos une una sincera amistad (sí, escribiendo y leyendo se hacen buenos amigos), una amistad que nos ha llevado a reencontrarnos en otros proyectos. Hoy le dedico un hueco en este rincón de internet y para ello publico el relato que me ha cedido, Nickelodeon, uno de los publicados más recientemente (apareció en la antología Mis pequeños grandes cuentos). David, que tengas más suerte aún y gracias por tu apoyo.
Nickelodeon
La encontré en un convento situado a las afueras de Nueva York, a mediados de 1910; por entonces ya me sentía embargado por una intensa depresión que mermaba mi ímpetu creativo. Los Estudios Edison habían rechazado mis tres últimos trabajos, algo que por otro lado no me cogió por sorpresa, pues ni yo mismo había quedado satisfecho con ellos. Desesperado por encontrar una solución a mis problemas, recorrí extraños barrios y oscuros suburbios, siempre en busca de la chispa furtiva que acabara por despertar ese afán que parecía haber abandonado mi subconsciente. Pero toda imagen que pasaba por mi retina me parecía pueril y anodina, un remedo insustancial de mil diapositivas que ya habían desfilado ante la lente de mi cámara. Finalmente, fue la Madre Superiora del Convento Católico de Sant’Asbesto la que me llevó hasta ella.
Según sus palabras la habían abandonado en la puerta del noviciado no siendo más que una niña. Hasta los quince años fue una criatura introvertida que jamás se había relacionado con el resto de las monjas, pasando los días enclaustrada en su celda, recluyendo su belleza entre los muros de una fría habitación o rezando ante las imágenes aceradas de la Iglesia. Finalmente, llegada la pubertad, había entrado en un estado cataléptico que tan sólo abandonaba por las noches, cuando despertaba de aquella apoplejía mental y los habitantes de Sant’Asbesto podían verla contonearse sola en el patio situado ante los claustros, bañada su blanca piel por el fulgor mortecino que emanaba de la Luna. Marie bailaba y bailaba hasta el alba, sin descanso o respiro, sólo en ese momento regresaba a su encierro y aquellas que se cruzaban en su camino, quedaban sorprendidas ante la expresión macilenta de su rostro, ante sus pupilas dilatadas, ante la mortal ingravidez que parecía dominar todos sus movimientos y la arrastraba inevitablemente hacia ese letargo que parecía dominar el resto de su vida. Ningún médico había encontrado solución a su enfermedad, así que con el permiso de la Madre Superiora, llevé a Marie al pequeño almacén donde desarrollaba mi trabajo y le di cobijo en un zulo situado en el sótano.
Tal como había anunciado la rectora de Sant’Asbesto, Marie se mostró dócil como un cachorro arrancado de la madriguera. No era más que una niña de diecisiete años, de piel blanca y cabello rizado, moreno como finas hebras de obsidiana. La inocencia bullía por sus ojos, desdibujándose entre un rictus de incomprensión, apatía y depresión del que me enamoré inmediatamente.
Sólo con la llegada de la noche, Marie abandonó el zulo, atravesó descalza el piso de cemento y se situó en el centro del sótano, rodeada de paredes sucias y agrietadas. La luz de una bombilla era el único foco de claridad del escenario ante el que coloqué el cinematógrafo. Marie comenzó a bailar entonces, mientras la bobina de la cámara registraba cada uno de sus movimientos, cada uno de sus pasos, cada uno de sus gestos. Sus brazos se agarraban a un ser etéreo mientras sus piernas se deslizaban rítmicamente bajo el camisón de seda. Quedé hipnotizado por su danza sensual, por el movimiento de una frágil cadera que rozaba las paredes mientras era arrastrada por una fuerza sobrenatural que se diluía entre las sombras. Llegué a ver la punción de sus pezones bajo la tela, la rigidez de sus extremidades mientras sus músculos se ponían a prueba hora tras hora, hasta que su tersa piel quedaba bañada en sudor y la luz reflectaba sobre ella como un crisol de constelaciones.
Durante toda la noche llené diez bobinas con más de cuatro horas de metraje, llegada la madrugada, Marie comenzó a emitir extraños gemidos que me erizaron el vello de la nuca. Su faz se contrajo en una máscara de horror que estremeció todo mi ser, pero en contra de todas las leyes cristianas, no dejé de grabar, sino que seguí accionando el cinematógrafo presa de una mezcla de emociones que iban desde la fascinación al terror más absoluto. De pronto, el crujido de la tela al rasgarse rompió el silencio y el cuerpo de Marie quedó desnudo, paralizado por un rictus tenso que la obligaba a ponerse de puntillas mientras los dedos de sus pies y sus manos se retorcían agónicamente. Los jadeos aumentaron al tiempo que sus falanges se rompían una tras otra, pequeños crujidos que se encastraron en mis tímpanos y aún hoy me hacen temblar de terror.
Marie se vio propulsada contra la pared y varias de sus costillas se quebraron al encontrarse con el hormigón. El ruido de su cabeza al besar el muro resultó escalofriante, sus ojos se humedecieron al tiempo que sus brazos se alzaban hacia mí, rogando desesperadamente auxilio. Sin embargo, yo me veía incapaz de soltar la cámara y responder a sus ademanes, aquella sensación de descubrimiento que, durante tanto tiempo, había permanecido apelmazada en mi mente, renacía de golpe y eclosionaba con fuerza en mis entrañas, abstrayéndome del suplico de Marie y absorbiendo mi atención en el trabajo que me llevaba entre manos.
La joven se contorsionó mientras su cuerpo se elevaba centímetro a centímetro, contrayéndose el abdomen y encogiéndose los ijares. Los dedos de sus pies se despegaron del suelo, sus brazos chocaron contra el lienzo y quedaron en postura de crucifixión; una mano se marcó en su carne y oprimió su blanco vientre, impulsando a la lengua a surgir de su garganta y a retorcerse entre los labios. Su abdomen se abrió lentamente mientras los chillidos que surgían de su boca se hacían más y más desagradables; roja sangre manó por el torso abierto de Marie, manchando su pubis y resbalando por sus piernas. Rogué a todos los santos porque no se acabara la bobina en mitad de aquel acto sobrenatural, y lo cierto es que alguien debía estar escuchándome, pues el rollo continuó grabando hasta después de que la doncella expirara tras una última convulsión.
Su cuerpo cayó inerte al suelo, con el vientre dividido en dos profundas laceraciones por las que asomaban las vísceras. Marie se había convertido en una muñeca deslavazada de largas piernas y brazos descoyuntados. Su espalda se arqueaba en una postura imposible y sus ojos, crispados por la muerte, se clavaban en mí en una última súplica.
Presa de aquella inercia irrefrenable que había hecho mella en mi subconsciente, me encerré en el cuarto oscuro y proyecté la primera bobina. En la pantalla apareció Marie, tan bella en la vida como en la muerte, y al poco irrumpió su inesperado acompañante de baile, una sombra envuelta en un negro gabán que pareció emerger de la nada. Tuve que restregarme los ojos varias veces para constatar que no era un engaño del celuloide, sin embargo, por mucho que trataba de dejar atrás aquella pesadilla, seguía viendo a aquel espectro de larga levita, sombrero de copa calado a la testa y pose extravagante. El extraño realizó una reverencia y comenzó a bailar con Marie, apretándola con fuerza contra su pecho e ignorando sus aspavientos. Así, la pareja danzó durante una eternidad, deslizándose armónicamente por cada bobina del cinematógrafo.
El apogeo de la proyección llegó cuando el extraño arrojó a su pareja de baile contra el muro y, despojándose de sus ropas, reveló su verdadera identidad. Se trataba de un ser mitad hombre mitad macho cabrío que, alienado por una repentina sed de sangre, se arrojó sobre la víctima y desolló su vientre mientras daba rienda suelta a un torrente de carcajadas. Una vez más asistí al gesto de dolor de Marie, pude ver sus ojos desorbitados y sus labios emitiendo gritos silenciosos que se perdían en las tinieblas; pero a pesar del calvario que estaba presenciando, mi mente se hallaba extasiada por el resultado de aquel proyecto pues, conforme mi bella musa iba perdiendo la vida, yo comprendía que tenía en mis manos la culminación del trabajo que, durante tanto tiempo, se me había resistido.
Amanecía cuando oculté el cuerpo de Marie en el zulo, me despedí de aquella criatura invisible que moraba en mi cinematógrafo y me reuní con los productores de los Estudios Edison. Les prometí la mejor película que pudieran haber visto en los últimos meses: diez minutos de metraje que yo mismo había preparado antes de abandonar el almacén; un resumen pormenorizado de la macabra danza de mi querida bailarina y su insaciable visitante nocturno.
Supe que las cosas no iban por buen camino en cuanto la criatura salió a escena y se reunió con Marie. Su extravagante atuendo había cambiado y ahora, en vez de levita y sombrero de copa, iba arropado con mis pantalones, mi camisa, mi chaleco y, por supuesto, mi rostro. Pude verme a mí mismo bailar con la bella Marie, apretándola contra mi pecho mientras ella se resistía a ese fatídico final que yo tan bien conocía. Recé a Dios porque las cosas cambiaran, porque el argumento que culminaba mi obra maestra tomara un giro inesperado, pero la criatura que ahora portaba mi faz, acabó desnudándose y, empuñando un cuchillo de desollar, abrió el esternón de Marie ante los ojos horrorizados de todos cuanto se encontraban en la pequeña sala de proyecciones.
Años más tarde, alguien diría con acierto: ¡qué grande es el cine!
FIN
viernes, 14 de diciembre de 2007
ScifiWorld Magazine: Nuestros autores II
CONTINUAMOS CON EL REPASO DE LOS PRINCIPALES AUTORES NACIONALES DE LA LITERATURA DE GÉNERO, DE LA MANO DE JOSE ANGEL MURIEL.
Cuando se habla de escritores cuyo trabajo se aprecia y admira, resulta imposible sentir o expresar algún tipo de preferencia entre ellos. Es cierto que todo escritor tiene obras de diferente calidad, pero la importancia en este caso radica en el cometido de sus proyectos, en la manera en que marcan pautas en la literatura. Por ese motivo, como ya hice en el artículo anterior al dedicar unas líneas a Rafael Marín, Ángel Torres Quesada y Javier Negrete, me limitaré a referirme a los autores de esta segunda entrega siguiendo el orden cronológico en que les conocí personalmente.
Continúa aquí.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
Fondos de escritorio de Ladrones de Atlántida
Novedades en la web de El autor. He añadido una zona de descarga. En ella podéis encontrar fondos de escritorio con motivos extraídos de Ladrones de Atlántida. Espero que os gusten.
martes, 11 de diciembre de 2007
El escritorio: Pasa la página
Escucha.
Voces hambrientas que claman para ser saciadas,
gemidos que anuncian la muerte.
Pasa la página.
¿Oyes?
Gruñidos de los que moran en la calle,
pobres a miles que imploran una limosna.
Pasa la página.
Mira.
Montañas de hielo se desploman en el mar,
la lluvia y el calor nos azotan intempestivos.
Pasa la página.
Ríe.
Cuando hay que llorar,
la gente desafía las normas y perece en sus coches.
Pasa la página.
Llora.
No hay tregua que valga,
los asesinos siguen matando.
Pasa la página.
Grita.
Los que gobiernan discuten hasta el ridículo,
los problemas crecen, los impuestos menguan.
Pasa la página.
Sufre.
Siguen en silencio, recibiendo el dolor y la humillación,
mujeres que quisieron ser felices.
Pasa la página.
Despierta.
Todo lo que nos dicen es mentira, consciente o inconsciente.
Nos abruman, pero no te duermas, averigua.
Pasa la página.
Cierra los ojos.
Apaga la televisión. Insultos que generan violencia,
la cultura popular sigue en vías de extinción.
Pasa la página.
Desea.
Que empecemos un cuaderno en blanco,
que nos demos cuenta de lo que estamos perdiendo.
que no pasemos página el año que viene.
Feliz Navidad.
domingo, 9 de diciembre de 2007
Reflexiones de un ególatra: Repugnancia
A riesgo de parecer el típico occidental acomodado –al fin y al cabo, es lo que soy si me comparo con la inmensa mayoría de la población mundial-, esta vez voy a hablar de cosas que me repugnan. O, más bien, de cosas que he presenciado y me han repugnado, hasta la indignación. Debo dichas sensaciones, distintas y contradictorias por ocupar polos opuestos, a los viajes que he realizado hasta el momento a lo largo de mi vida. Porque, en los viajes, se aprende de todo. Generalmente, te quedas con los recuerdos bonitos y positivos, pero también las dificultades hacen mella en el alma del viajero.
Durante mi estancia en El Cairo, experimenté el caos más extraño, que cobraba vida propia en medio de aquella gigantesca ciudad, la más poblada del continente africano. Una de las excursiones que hicimos nos condujo desde nuestro hotel en el centro a la cercana llanura de Giza, donde se encuentran las tres grandes pirámides. Mientras nos acercábamos a aquel lugar, tan célebre y turístico, rodeado de hoteles lujosos, recorrimos la llamada avenida de las Pirámides. Desde mi asiento en el autobús pude contemplar el canal que flanqueaba la calle, por el que circulaban aguas pútridas, colmadas de basuras de todo tipo y hasta cadáveres de animales. Eso era el Tercer Mundo. Bueno, más bien lo era la hilera de viviendas al otro lado de la calle, habitadas por gentes que respiraban aquel aire, por niños que jugaban en torno a aquel canal contaminado. Debo reconocerlo, me resultó repugnante. Al mismo tiempo, me sentí afortunado y me dio lástima ver que realmente había gente que vivía en tan ínfimas condiciones.
En el otro extremo se encuentra Nueva York, la capital del mundo. Yo mismo alabo esa metrópolis, de gran magnetismo, cumbre del entretenimiento. Pero también representa el culmen del capitalismo, de la vanidad humana. Te das cuenta cuando te encuentras rodeado de tan altos edificios, de rascacielos que parecen imposibles de construir. Sin embargo, lo que realmente me repugnó no fue eso, porque ciertamente disfruté de los paseos por las calles neoyorquinas, sino lo que encontré en una tienda de la Quinta Avenida. Una tienda de muñecas muy peculiar. No solo las vendían, sino que las hacían a medida de su compradora, para que se parecieran a ellas, perfectamente equipadas con conjuntos a juego. Además, había una peluquería de muñecas, un médico (taller) de muñecas, un restaurante donde las niñas comían con sus muñecas sentadas al lado como si fueran personas y las madres pagaban facturas elevadísimas. Tal vez esto me repugnó mucho más que lo que había visto en Egipto. Era el colmo de lo absurdo, alcanzaba el mayor ridículo. Me avergonzaba que la humanidad hubiera llegado al punto de dar más importancia a una simple muñeca (y gastarse tanto dinero en su manutención) que a una persona de verdad, habiendo tantas que mueren de hambre al día. Seguramente, me dolió saber que pertenecía, lo quisiera o no, a esta facción del planeta.
viernes, 7 de diciembre de 2007
ScifiWorld Magazine: Nuestros autores I
PRIMER REPASO A LOS AUTORES NACIONALES DE FANTASÍA Y CIENCIA FICCIÓN QUE MÁS ESTÁN DESTACANDO EN LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA.
Hace pocos años, encontré en una librería varios números de la interesantísima colección Nova Ciencia Ficción. Uno de los libros que elegí para llevarme a casa fue el tomo que recogía las novelas cortas seleccionadas en el Premio UPC 1991. Se trataba de la primera edición del certamen, cuyo fallo había resuelto premiar exequo las obras Mundo de dioses, de Rafael Marín, y El círculo de piedra, de Ángel Torres Quesada. Además, se había otorgado una mención especial a La luna quieta, de Javier Negrete. "¿Escritores españoles de ciencia ficción? ¿Y ganando premios?", me pregunté entonces, ignorante de mí. Quise darle al libro una oportunidad. Y no me equivoqué.
Continúa aquí.
miércoles, 5 de diciembre de 2007
La biblioteca: Crímenes ejemplares, de Max Aub
Hacía tiempo que llevaba persiguiendo este libro. Max Aub es siempre un autor original. Hizo muchos experimentos literarios. Y esta recopilación de breves relatos se ha editado con mucho gusto, con mucho estilo. Todas las páginas son de papel negro y las letras argénteas.
Se trata de una colección de microrrelatos, es decir, relatos de muy corta extensión. Aub debió de ser uno de los pioneros en esto, aunque entonces no se les llamaba así. Los textos que componen esta obra tratan un tema común y, de algún modo, es una monografía con un hilo conductor: la muerte. El tono es cínico a veces, tétrico en otras ocasiones, de humor negro en muchos, sorprendente en algunos.
Me hubiera gustado encontrar la edición de Media Vaca, que tiene este aspecto:
Pero la edición, más económica e igualmente elegante, de Thule tampoco está mal:
La mayoría de los relatos son macabros y divertidos. Algunos ocupan una sola línea. Otros se extienden página y media. A veces existe relación entre el que estás leyendo y el anterior. Todos están llenos de un lenguaje fresco y espontáneo que a menudo sorprende. Tengo que añadir que se ha incluido alguno que a mí, personalmente, me ha parecido de mal gusto. Tal vez debería advertirse que no es un libro para corazones sensibles, pero a la vez es un entretenimiento literario muy recomendable.
En la contraportada, uno de los relatos:
"Lo maté sin darme cuenta.
No creo que fuera la primera vez..."
Destaco dos relatos más:
"La verdad, creí que no lo descubrirían nunca. Sí: era mi mejor amigo. En eso no hay duda: y yo su mejor amigo. Pero estos últimos tiempos ya no le podía aguantar: adivinaba todo lo que yo pensaba. No había modo de escapar. Aun a veces me decía lo que todavía pugnaba por tomar forma en mi imaginación. Era vivir desnudo. Lo preparé bien; seguramente dejé el cuerpo demasiado cerca de la carretera."
"Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro."
Datos del libro:
Título:Crímenes ejemplares
Autores: Max Aub
ISBN (13): 978-84-930221-8-1
Publicación: 04/2001 por Media Vaca
Nº páginas: 144
Título:Crímenes ejemplares
Autores: Max Aub
ISBN (13): 978-84-96473-07-2
Publicación: 09/2005 por Thule Ediciones, S.L.
Nº páginas: 112
lunes, 3 de diciembre de 2007
III Encuentro de Literatura Fantástica de Dos Hermanas
Ya estamos organizando el III Encuentro de Literatura Fantástica de Dos Hermanas (Sevilla). El éxito de la segunda edición fue tan rotundo que nos hemos puesto a trabajar de inmediato en el programa de la siguiente (está previsto que se celebre durante la segunda quincena de septiembre de 2008). Esta vez no solo queremos que vengas al Encuentro, sino que además participes activamente desde el principio. Por eso, convocamos el siguiente concurso.
Consiste en proponer un lema para el III Encuentro de Literatura Fantástica. Te recordamos que la primera edición se tituló Crónicas de lo imaginario y la segunda Caminantes de otros mundos. Este año queremos elegir el lema entre todos los que envíe el público.
Las bases son las siguientes:
1) Cada participante sólo puede enviar un lema.
2) Cada participante propondrá a la organización el lema que haya elegido enviando un mensaje de correo a biblioteca@doshermanas.es con el asunto "Concurso de lemas para el III Encuentro", en el que incluirá su nombre completo, una dirección de correo electrónico a la que se pueda responder y el código postal de la localidad donde reside.
3) El lema debe constar de cinco palabras como máximo.
4) El lema ha de ser suficientemente significativo y estar relacionado con la literatura fantástica, en general, y con la creatividad en particular.
5) Se seleccionarán tres lemas entre todos los enviados: un ganador y dos finalistas.
6) El jurado del concurso puede declarar desierto el premio, pero se entregará un lote de libros a los autores de los tres lemas que se consideren más próximos a los criterios buscados.
7) Para participar en el concurso no es necesario inscribirse en el III Encuentro (puede participar cualquiera que lo desee), pero para la entrega de los lotes de libros, que se realizará durante el III Encuentro, los finalistas deben inscribirse antes del fallo y asistir al evento.
8) El plazo de entrega concluirá el 11 de mayo de 2008. El fallo será el 31 de mayo de 2008, se comunicará a los agraciados y se hará público a través de internet.
9) El ganador accederá a que la organización reconozca públicamente la autoría del lema y divulgue su nombre. Conservará los derechos intelectuales sobre el lema, pero renunciará a reclamar cualquier tipo de compensación por la utilización del lema por parte de las administraciones del Ayuntamiento de Dos Hermanas y por tiempo indefinido en cualquier mención presente o futura al III Encuentro.
10) La participación en este concurso implica la aceptación de todas las bases.
Notas adicionales: El uso que se hará del lema será meramente conmemorativo, sin afán de lucro. Los autores de los tres lemas seleccionados no tendrán que abonar la inscripción para asistir al III Encuentro.
Más información aquí.
domingo, 2 de diciembre de 2007
Colaboraciones: La expulsión, de Pedro Merino
Pedro Merino se dirigió a mí recientemente, atraído por la idea de compartir sus narraciones en nuevos ambientes. Este contador de historias, como él mismo se define, procede de la bella Cuba, pero reside en Tampa, Estados Unidos. Allí refuerza su inglés y trabaja como bibliotecario, siempre cerca de los libros. De hecho, lee todo tipo de literatura, aunque haya centrado sus esfuerzos de escritor en el género negro. Busca agente literario para publicar sus seis novelas y sus cuentos.
Pedro me ofreció algunos de sus cuentos. Los leí con placer, pero decidí publicar aquí La expulsión, que encontré en su blog, la Quinta de la Caridad.
La profundidad nerviosa movía y emergía pesadas basuras por la playa. Los bancos de arenas se desmoronaban y dejaban precipicios que los microorganismos vivos y muertos subían de repente impregnados en un objeto cilíndrico, cuya masa sonaba como metal contra los caracoles y piedras, embarrado de algas.
La marea subía y empujaba, entre el agua y la arena, los restos perdidos. El objeto iba y venía de un lado a otro por su forma. Rodaba sin pararse en un lugar. Brincaba porque no se dejaba dominar después de varios siglos tragado por las arenas. Volvía a emerger por la corriente que quería echarlo fuera de su hábitat.
Silbaba por los choques con otros desechos antiquísimos. Daba vueltas y se postraba, hasta que varias olas lo impulsaron hacia la orilla. Giraba y brillaba el cobre. Las puntas de las olas tendidas no lo rozaban, mientras el viento le hacía remolinear por la superficie arenosa. Aún sin brisa se movía.
Quedaba tranquilo, pero a medida que el sol se encaramaba, un fulgor encandilaba la vista de dos pescadores.
De lejos parecía un pez, de cabeza y cola, mutilado. Tenía la aproximación a una obra de arte. Los pescadores, después de amarrar el bote al muelle, se sintieron atraídos por el objeto. La pesca fue mezquina, pero uno de ellos lo vio y lo encestó junto a los pescados. El otro no le hizo caso y le criticó la carga inútil.
Caminaron hacia el poblado, uno resignado, el otro esperanzado. Cada quien se desvió en pos de su hogar. El de la pesada carga comenzó a imaginarse el contenido del objeto, las manos no se unían al asirlo y la longitud no superaba media braza.
En casa repartió la pesca con la familia y se llevó en la jaba el objeto. En el patio lo sacó y observó un sudor ferroso que espiraba. Buscó instrumentos para deformar la estructura. Le asestó golpazos hasta dejarle chichones y abolladuras. Lo agitó con brusquedad y esta vez desde la “barriga” parecían brincar monedas o joyas. Imaginó la más ambiciosa fantasía. Pero extenuado por el hambre, postergó la manera en que haría vomitar la entraña del objeto.
Por la noche, después de la cena, miró al hallazgo que le refulgía una sombra extraña. Un gaseoso olor le hizo toser y lo ocultó en el cuarto de desahogo.
Al despertarse recordó un sueño donde, por la tarde, un galeón español había encallado en los farallones y en la orilla distinguió a mujeres y hombres harapientos, contó a varios niños, y varios cuerpos inflados que las olas reventaban contra los dientes de perros, volvían a restregarlos y un color marrón teñía los alrededores; pero vio más: unos negros con taparrabos saltaban y gritaban alrededor de los blancos, mientras un negro vestido oraba mediante convulsiones arrítmicas en el mismo lugar donde encontraron el objeto cilíndrico.
Fue hasta la playa y notó que había pescados reventados. Pensó en la contaminación del agua o que habría un tesoro en los bancos de arenas. Varios días repitió la inspección, pero no emergió nada.
Habló con un biólogo marino y le explicó que cualquier hallazgo que se descubriera, pertenecía al patrimonio nacional porque estaba en la plataforma insular del país. Que si era de valor histórico tenía que devolverlo.
Dejó de pescar. Día y noche pensaba en el objeto. Esperaba con inteligencia operarle el vientre. Consiguió una sierra. Pero los dientes del disco se le partían al más leve contacto con la piel de cobre. El motor no tenía potencia. Las huellas de los intentos por penetrarlo se pronunciaban más; sin embargo, el sonido a monedas seguía tintineando desde dentro.
Buscó un berbiquí y observó que la punta del barreno echaba un humillo y desplegaba un olor a quemado. No podía penetrar el objeto. No había forma. Seguía con los deseos. La reserva del encuentro del hallazgo la mantenía con cautela. En cualquier instante podían decomisarle el regalo del mar.
Desilusionado porque todavía no había abierto el objeto misterioso, decidió esconderlo quién sabe hasta que día.
Pasaron años sin que no supiera el secreto. El hijo mayor iba a casarse. El pueblo lo esperaba en la calle. Adentro él terminaba de ajustarse la corbata. La novia estaba sentada en el auto junto con el padre. El objeto todavía brillaba con las abolladuras y chichones. El joven lo abrazó con las manos. Lo colocó encima de las piernas, cuyos extremos sobresalían. Alzó el martillo que hizo una curva en el aire. Cayó encima del objeto el peso exacto, el golpe definitivo... La detonación rajó las paredes como un movimiento telúrico.
El amigo vio expulsar fragmentos chispeantes que le vaciaron un ojo. Con uno, y ensangrentado, observó que recogían sesenta y cinco libras de carne de ciento setenta del joven. Recordó el mediodía que pasaron por la playa y a su compañero que cargó el objeto cilíndrico sin desconfiar de la devolución del mar "atorado con parásitos en los intestinos".