Gracias a la recopilación de curiosidades matemáticas que hace Pickover en su libro El prodigio de los números, supe de un portento de la naturaleza más abstracta que demuestra, según las directrices que marcaron algunos, la existencia de Dios.
Todo comenzó cuando alguien afirmó categóricamente que no era de esperar que los dígitos de un número irracional (aquel que no puede expresarse como el cociente de dos enteros) elegidos al azar mostraran patrones obvios en sus primeros 100 dígitos. Se dijo que, si se hallara una estructura así, constituiría una prueba irrefutable de la existencia de una inteligencia superior. De hecho, esta idea ya se describía hace años en la novela Contact, de Carl Sagan.
Entonces aparecieron los números esquizofrénicos, que componen un conjunto verdaderamente extraño y que descubrió el matemático Kevin Brown. Un número esquizofrénico es aquel que se construye, para cada número positivo n, según la siguiente regla recursiva:
f(n) = 10 x f(n - 1) + n
De este modo, se obtiene:
f(1) = 1
f(2) = 12
f(3) = 123
f(4) = 1234
Pues bien, los primeros 280 dígitos de la raíz cuadrada de f(49), escritos de forma que destaquen los patrones más significativos, son:
1111111111111111111111111,1111111111111111111111
555555555555555555555555555555555555555555555
2730541
66666666666666666666666666666666666666666
0296260347
2222222222222222222222222222222222222
0426563940928819
4444444444444444444444444444444
38775551250401171874
9999999999999999999999999999
Esta disposición de dígitos, que consiste en repeticiones de algunos alternando con secuencias aparentemente aleatorias y que se sigue produciendo si se amplía la secuencia decimal del número, no deja de ser admirable. Y para algunos, seguramente, místico.