El sábado 8 de octubre, segundo día en las II Jornadas Literarias Mejor con un Libro, comenzó con la conferencia Documentación en la novela histórica de Teo Palacios. Nos reunimos en un salón bastante confortable del Hotel AC Málaga Palacio, en el que la Librería Luces había instalado un punto de venta para secundar las presentaciones de libros que se hicieron. Resultó sorprendente que, en plena crisis, la organización de las Jornadas hubiera logrado contar con medios y recursos más que suficientes como para congregarnos en uno de los mejores hoteles de Málaga.
Teo nos fue introduciendo gradualmente en las dificultades con que se encuentra un escritor. Para empezar, afirmó que el pánico al folio en blanco se vence escribiendo, lo que sea, pero escribiendo. Y, sobre todo, trabajando mucho. Si se prepara previamente lo que se va a narrar, en forma de esquema o documentándose si resulta preciso, costará bastante menos enfrentarse a la redacción. En particular, esto es aplicable a la novela histórica, en la que lo más crítico es ambientar una época que el escritor no ha vivido. Tal como manifestó Umberto Eco sobre lo que le había costado escribir El nombre de la rosa, una de las obras que Teo tomó como paradigma, puede haber un 20% de inspiración y un 80% de transpiración.
En la novela histórica, cualquier detalle puede condicionar aspectos sobre la época concreta en que se desarrolla la trama: los hitos en la vida de un personaje basado en la realidad, hechos que solo pueden producirse en una estación del año, etc. Pero, como le ocurrió a Teo con Esparta, puede pasar que no existan vestigios ni documentación para poder ambientar y describir el entorno.
Otro problema es la cronología. A veces, los personajes históricos se convierten en mitos porque ni siquiera se sabe si existieron. Para complicarlo más, los historiadores no se ponen de acuerdo al datar los acontecimientos y puede haber teorías diferentes, con fechas muy distantes, sobre los mismos sucesos. Entonces, ¿cómo se puede ser fiel a la historia? Al final, puede que no quede otra opción que elegir uno de las caminos posibles. En esta decisión puede ayudar el apoyo de expertos y especialistas.
Todas estas reflexiones de Teo me hicieron recordar mi propia experiencia. Aunque en la novela histórica se exige especialmente que esté bien documentada, es algo muy valorable en otros géneros. Sea cual sea la temática, lo más fácil es ambientar el relato en el presente. Si no es así, hay que documentarse (llevo años haciéndolo para una novela que no he empezado aún). A veces incluso es necesario hacerlo con documentos en otros idiomas (para La estela del Dragón, leí varios ensayos en inglés y una reproducción de un ejemplar de The Mercury de julio de 1588, un periódico de la época en inglés antiguo que contaba cómo se avistó la Armada española al acercarse a Inglaterra). Por último, otra forma de documentarse, aprehender la esencia de los lugares e inspirarse es mediante el viaje, el desplazamiento y el paseo físico por los lugares que se quieren utilizar de escenario.
Después de la interesante conferencia de Teo Palacios, la escritora y actriz Regina Román, acompañada de Cristina Baca (miembro de la Asociación), nos presentó su última novela Del suelo al cielo, que encaja dentro de la psicocomedia, un género concebido por ella en torno a la psicología de crecimiento personal en tono de humor. En mi opinión, su actitud me pareció muy valiente, en cuanto que apostaba por cambiar el mercado de los libros y abaratarlos para acercarlos a los lectores. Su iniciativa, a través de la Editorial Clessidra, consiste en conseguir que los libros de un autor se encuentren siempre disponibles a un precio razonable y no queden descatalogados, aunque pase el tiempo. Por ejemplo, la editorial vende los libros a 15 € en su web, gastos de envío incluidos, y organiza presentaciones y encuentros en los que lo hace a 10 €. Francamente, le deseo que tenga el éxito que va buscando.
A Regina le siguió el escritor malagueño Miguel Ruiz Montáñez, que, acompañado de Juan Ramón Gálvez (siempre sincero), presentó su novela más reciente: El país de los espíritus. La obra trata sobre Haití y en parte está basada en experiencias reales del autor, quien, después de asistir a ceremonias rituales de brujería o al Mercado del Hierro donde se venden pócimas y conjuros, trató de reflejar esta atmósfera dentro de la historia que nos cuenta. La mezcolanza de sociedad y religión, con la santería y el vudú, son los ingredientes principales de la novela, ambientada en el presente, con reminiscencias históricas. El vudú es una religión basada en creencias animistas tahínas y africanas, con prácticas añadidas de magia negra, brujería, hechizos y santería a su alrededor.
Miguel Ruiz intentó lanzar un mensaje de optimismo sobre el futuro de Haití, país que conoce bien y en el que había impartido clases antes del terremoto de enero de 2010 que arrasó la nación, dejándola sin estructuras básicas. La salvación puede estar en el regreso de la clase media que emigró a Miami; con su economía y sus títulaciones académicas podrían devolver la estabilidad a Haití.
Durante esta presentación, Miguel Ruiz también intercambió impresiones con el público sobre los contratos que se firman con las editoriales. Aspectos como el título, la cubierta, el precio, la contraportada y la sinopsis escapan al control del escritor, sobre todo en las ediciones internacionales. Lo único que puede controlar, básicamente, es su obra original registrada.
Después de comer, asistimos a una de las actividades más esperadas, una conferencia destinada a escritores a cargo del Dr. Francisco Pérez Fernández, coordinador del Departamento de Criminología en la Universidad Camilo José Cela que, a petición del público, volvía para ampliar los contenidos que no dio tiempo a ver en las I Jornadas MCUL. Paco Pérez nos habló del arte de la perfilación criminal, que es la aplicación de la psicología y la psiquiatría a la técnica criminalística en la detección, el control y la captura del delincuente.
Históricamente, el primer esbozo de un criminal lo hizo Thomas Bond, médico que llevó a cabo la autopsia de víctimas de Jack el Destripador. Como nunca se le atrapó, no se sabe si Bond acertó en sus conjeturas. El inspector de policía Ernst Gennant persiguió al Vampiro de Dusseldörf; cuando lo capturaron se demostró que tenía razón en todo lo que había supuesto, pero su informe, por extenso, resultaba poco operativo. James A. Brussel, del FBI, estuvo tras la pista de George Metesky (conocido como Mad Bomber) gracias a un perfil exacto que concretaba rasgos del criminal. A partir de entonces, empezó a funcionar una Unidad de Ciencias de la Conducta en Quantico, Virginia.
De acuerdo con Paco Pérez, es muy importante estudiar adecuadamente la escena del crimen. Todos los detalles cuentan, por lo que no se debe tocar nada. Las pistas que se obtengan en ese instante son cruciales para la identificación del delincuente. De este análisis debe encargarse la policía científica y el personal forense. Mientras tanto, los agentes que acudan a la escena del crimen deben limitarse a hacer una inspección ocular y tomar declaraciones.
Con todas las pistas que se encuentren en la escena del crimen, el perfilador hará su trabajo: un perfil del criminal a partir de los datos que se tengan. Analizando la escena del crimen y la relación entre el criminal y su víctima se pueden aportar resultados para ayudar en la investigación y la acción policial. Un perfilador debe ser intuitivo, carecer de prejuicios y admitir que ha errado cuando se equivoque para empezar de nuevo. No debe inventarse historias ni especular.
Paco Pérez continuó desgranando detalles de su profesión y de cómo debe contarse la investigación de un asesinato, partiendo de la máxima de que la ficción tiene que ser verosímil y el narrador ha de servirse de ciertas verdades para contar lo que quiere contar. A pesar de que la charla se prolongó más de lo previsto, resultó breve debido al interés que había vuelto a despertar.
A continuación, Pedro de Paz, acompañado de Jorge Díaz, presentó La senda trazada, su cuarta novela, ganadora del XX Premio de Novela Luis Berenguer. Jorge Díaz reseñó que a un escritor se le exige mucho más cuando deja de ser novel y, en este sentido, La senda trazada cumple las expectativas del lector. ¿Todo lo que hagamos está predeterminado? ¿Se puede interferir? ¿Puedo beneficiarme de esto? Pedro de Paz responde a estas preguntas en la obra y por eso resulta tan interesante. De hecho, Pedro lo resumió diciendo que toda decisión que se toma en la vida significa un peaje.
Pedro de Paz también comentó que presentarse a un concurso literario hoy en día puede ser una opción para llegar con más respaldo editorial a los lectores, con cierta difusión y promoción, como de hecho le ha ocurrido con Algaida. En sus otras novelas, la principal dificultad fue la capacidad de documentarse, mientras que en La senda trazada lo fue interiorizar y ponerse en el papel del protagonista.
La última actividad del sábado era ¡¡¡Peligro!!! Escritores sueltos, una firma de libros en la planta baja del hotel, en la que hubo tiempo de escribir dedicatorias y seguir charlando.
Gracias a la generosidad y el entusiasmo de personas como Carlos Martell, Juan Ramón Gálvez, Cristina Montero y Cristina Baca, quienes promueven estas Jornadas, ha sido posible que todo salga bien y que nos lo hayamos pasado estupendamente. Les agradezco que hayan contado conmigo y me hayan dado la oportunidad de conocer nuevos amigos y deseo que se repitan y sigan creciendo.
2 comentarios:
Geniales las crónicas, Angel. Quien no las haya leído, no sabe lo que se pierde, la verdad. Acabo de revivir las jornadas completas (otra vez).
kwadoa
Gracias, amigo. Por cierto, he omitido tu apellido una y otra vez porque no lo recordaba.
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