jueves, 21 de julio de 2011

Viajes: Mis rincones favoritos de la Toscana

El viajar es un placer, ya lo decía Fofó. Y para quien le gusta hacerlo se convierte en una dulce adicción. Vayas donde vayas, es como leer un buen libro, lleno de imágenes, vida y realidad. Sin embargo, en esta ocasión elegimos nuestro destino sin temor a sentirnos desengañados.

Hacía tiempo que queríamos visitar la Toscana. Por fin, con Irene a nuestro lado, emprendimos el viaje, ahora que las compañías de bajo coste nos lo ponen más fácil y más barato. Hay que destacar la belleza, paisajística y monumental, de esta región. Indudablemente, hemos disfrutado conociendo Pisa, Florencia, Siena, San Gimignano, Volterra y Pistoia. Pero también con el ambiente que las impregna y la naturaleza que las rodea. Merece la pena alquilar un coche durante unos días y recorrer sus carreteras.

Al contrario que otras veces, no voy a extenderme mucho ni voy a escribir una crónica del viaje. Pero sí deseo resaltar qué es lo que más me ha gustado, aparte de su gastronomía (mucho más allá de la riquísima pasta y la sabrosa pizza) y de compartir la experiencia con mi mujer, una vez más, y con mi hija, que se lo ha pasado estupendamente, mucho mejor de lo que cabía esperar para su edad.

Contemplar en persona la torre inclinada de Pisa suscita una sensación bastante intensa que seguramente querrás repetir.

Ir a Florencia sin deleitarse con las célebres pinturas de la Galería Uffizi o sin subir a la cúpula que Brunelleschi construyó para su catedral es un tremendo error. Aunque subir esas empinadas escaleras hasta la linterna del domo es un esfuerzo considerable y nada recomendable para quienes sufran de claustrofobia. No obstante, Irene lo hizo prácticamente sola, como una campeona.

Naturalmente, también está, entre otros lugares muy meritorios de la ciudad, el Ponte Vecchio. La curiosidad te hace querer verlo desde todas las perspectivas posibles: desde la izquierda, desde la derecha, desde la otra ribera, desde arriba, paseando por el propio puente...

Lo malo de Florencia es que tiene sus calles colmadas por la multitud de turistas que acudimos a conocerla, que tiene un tráfico imposible y unas comunicaciones regulares. Estas características, que harían descartarla como punto desde el que desplazarse a los alrededores, quedan compensadas por su ubicación geográfica estratégica, que te permite moverte por toda la Toscana.

Una de las vistas más impresionantes fue la de las torres de San Gimignano, visibles desde muy lejos. Cuando las vimos por la carretera, no recordaban tanto a los rascacielos de Nueva York como a unas estructuras extrañas y monolíticas, casi alienígenas, erigidas en medio de la campiña. En su día, esta localidad debió de ser aún más sobrecogedora, cuando contaba con decenas de torres altísimas.

Pero lo más excepcional y extraordinario de este viaje, a mi parecer, fue Siena, una ciudad indescriptible. Te pueden hablar de las bellezas de Pisa, Florencia, Roma, Nueva York... Pero no se puede describir Siena. Llegamos a ella de noche y sus calles, curvadas y con casas de similar estructura y material, nos hicieron creer que estábamos en un auténtico laberinto. Pasear por sus calles sin un mapa puede significar perderte continuamente hasta que aprendes a situarte en las calles principales. Y, en el centro de este laberinto, la Piazza del Campo...



Algunos consejos:

- Para comer, recomiendo especialmente la Trattoria Bordino (en Florencia, en via Stracciatella, al otro lado del Arno y camino del Palacio Pitti), con suculentos menús por 7 euros y variada carta; el Restaurante Pizzería Due Archi (en Siena, en Pian dei Mantellini), cuyas pizzas son espectaculares; y el restaurante Il Duomo (en Pistoia, en via Bracciolini), que permite probar otro tipo de cocina toscana, con pescado frito y deliciosas albóndigas.

- En general, es mejor reservar todo antes de partir, especialmente las entradas de los museos (como la Academia y la Galería Uffizi) y el alquiler del coche (nosotros lo hicimos por internet, con la empresa que utilizamos habitualmente, bastante económica).

Viajad y sed felices.

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