martes, 16 de julio de 2013

Para lo más importante de mi existencia


Érase una vez, una chica que estaba buscando la felicidad que tiempo atrás había tenido. Era muy joven, pero había tenido que enfrentarse a todo tipo de adversidades. A pesar de todo, aunque las fuerzas le flaqueaban, nada venció su carácter positivo y luchador.

En uno de los momentos más críticos de su vida, se dio una de esas casualidades que el mundo nos concede a veces. Conoció a alguien con quien fraguó una bonita amistad. Con él y con el cariño que le proporcionó recuperó energías y se redoblaron sus ánimos. Él, a cambio, vio su ternura convertida en amor, el mayor regalo que una persona puede recibir. 

La chica y el chico siguieron juntos, entrelazando sus destinos, y construyeron un camino para los dos. Levantaron su vida en común desde los cimientos. Primero, con un hogar en el que reencontrarse y compartir la intimidad que requería el compromiso mutuo que habían adquirido. Después, con la charla y la comprensión. Por último, con el deambular ocasional por el planeta, atesorando experiencias y conocimientos de otras tierras y otras culturas, que era con lo que más disfrutaban. Mientras tanto, su hogar se iba haciendo más grande, preparándose para aumentar la familia más pronto o más tarde.

Tampoco esto fue trivial. Las alegrías vienen precedidas de sufrimientos y las tristezas de diversión. Pero sus denodados esfuerzos obtuvieron fruto, en dos ocasiones nada menos, y la familia que habían formado no tardó en duplicarse. Una niña y un niño, rubios y risueños, les proporcionaron momentos tan inolvidables como los que ya habían experimentado antes solos. Y los vieron crecer, hacerse personas y madurar. Y siempre permanecieron unidos.
Pase lo que pase, la chica de este cuento siempre sonríe, siempre parece feliz. Sin embargo, a pesar de lo fácil que pueda parecer su vida para quien la mira desde fuera, ha afrontado continuamente contratiempos y dificultades. Nadie le ha regalado nada, ni siquiera amor, porque, inevitablemente, el amor se recibe y el amor se da.

No obstante, esto es la felicidad. En esto consiste ser feliz. Y, en eso, la chica de este relato es una experta. Ella sabe ser feliz por encima de todo.

¡Muchas felicidades, hoy y todos los días!

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