jueves, 26 de octubre de 2006

Reflexiones de un ególatra: Falocracia

Estos días, con la presentación de Volver en Estados Unidos, se está volviendo a ver mucho a Almodóvar por la tele. Como vuelva a ganar, le van a tener que dar un buen premio aquí en España, porque seguirá batiendo récords. A quien también estamos viendo mucho es a Pe, Pene o como queráis llamarla. Siempre es noticia, pero la promoción de la película la ha puesto otra vez en la pantalla. Para colmo -mucho más importante-, ahora parece que sale con Legolash, Will, Orlando o como queráis llamarlo.

Con ese espíritu que arrastramos desde la Edad Media en España, muchos serán a los que llame la atención la vida sentimental tan díscola de Penélope Cruz (o de Elsa Pataky). Desde luego, se está conociendo a todo Hollywood. Claro que, si pudiera, en su lugar yo también lo haría. Conviene establecer contactos y promocionarse...

Sólo dejo la insinuación de lo que, segura y lamentablemente, muchos en este país habrán pensado y no pensarían si el protagonista de tantos amoríos fuera un hombre (saldrá a comparación Antonio Banderas que, muy noblemente, sigue con Melanie desde que se plantó en América).

Vivimos en una falocracia. Y es difícil derribarla.

Si algo bueno tiene el capitalismo es que está permitiendo que la mujer gane terreno hacia la igualdad. Pero en el fondo hay muchos hombres que, digan lo que digan, siguen sin ser ecuánimes. Frente a un hombre y una mujer, más probablemente optarán por un hombre. Seguimos sintiendo discriminación. A veces esta discriminación se vuelve en contra de los varones y actúa contra ellos. En realidad, esto es otra batalla perdida por todos. Porque la igualdad sólo se conseguirá pacíficamente, solidariamente. Eso es lo que tenemos que aprender, moral y civismo.

Para ilustrar esto, vuelvo a los ejemplos gráficos en los que desvelaré algunos aspectos de dos películas.

Primero vi Separados, recién estrenada. Acudí desilusionado (no tenía otra mejor que ver en cartelera), pensando que se trataba de una comedia grosera. Desde luego, groseros son los mensajes de los personajes, sobre todo del masculino (interpretado por alguien que además produce la película, lo que le honra). Pero es una comedia antiyanqui que critica inteligentemente la hipocresía y la actitud habitual en el cine estadounidense. A las chicas, aconsejo que la vean. Pone a los hombres y a las mujeres en su sitio y termina como debe terminar. Es bastante realista y me ha servido para recomendar a alguien, de forma indirecta, lo que debería hacer. Pero no me ha hecho caso.

Después he visto Click, de la que esperaba más. Pero sólo es un remedo de Como Dios (¿así se titulaba?), la de Jim Carrey. Esperaba más risas, pero me disgustó la hipocresía y la actitud habitual del cine estadounidense. El protagonista es un padre de familia, muy trabajador (tanto que se pasa todo el día en la oficina y no tiene tiempo para los suyos), que mantiene a su mujer y a sus hijos y que es la pieza fundamental sin la que no podrían subsistir. La mujer no trabaja, es ama de casa, la pieza decorativa. La hija es guapa pero tonta, al menos de mayor (¿dónde mete su perspicacia infantil?). Y el hijo es conflictivo pero digno heredero del legado profesional de su padre (el famoso patriarcado que nos venden los yanquis, auspiciados por la cultura judía). De hecho, en un momento dado, el protagonista replica en una discusión con su mujer que se deja los cuernos en el trabajo por ella y por sus hijos, que trabaja por ellos, vamos que lo hace para mantenerla y que ella no trabaje (esta frase le costó al protagonista de Separados la crisis en su relación con la protagonista). Al final, Adam Sandler se me hace odioso y no me creo nada. Aún menos la moraleja típica. Nos meten el mismo mensaje en cada "telefilme" que emiten en la televisión.

La falocracia perdura. Le hacen propaganda desde Norteamérica. Y nosotros, por desidia, seguimos ese modelo. Pero en Europa, ¿no somos más listos?

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