jueves, 13 de noviembre de 2008

Bitácora de un isleño ambulante: Día 11

Mientras nuestra isla prosigue su curso, la comunidad ha decidido no preparar más partidas de exploración. Se aguardará al éxito o fracaso de la última, pero no se fabricarán más barcos. La resolución no se debe al tiempo que conlleva esto, sino a los recursos que se emplean. A causa de la construcción de naves y de la sequía padecida la última década durante el Viaje, la superficie de la isla se ha despoblado de árboles, por lo que se ha prohibido su tala hasta que el bosque se recupere.

Recuerdo que antes la vegetación cubría la isla y su verdor se confundía con el del mar. Ahora, muchos terrenos son áridos y la arena se extiende tierra adentro desde las playas. Ya no abundan los cocoteros en la orilla. Sus troncos han servido para alimentar hogueras y falsas esperanzas, pues muchos tienen la íntima convicción de que tampoco mi amigo y su valeroso grupo volverán.

2 comentarios:

J.E. Alamo dijo...

Una isla flotante... la trama se complica

José Angel Muriel dijo...

Sí, eso parece.