A Luis Alberto le conocí a través de mi amiga María del Águila Boge. En uno de esos viajes que hace de vez en cuando desde Washington, donde trabaja y reside, visitó Sevilla y María del Águila nos presentó. Desde entonces, nos hemos encontrado en otra ocasión y mantenemos contacto por correo. Se ha convertido en un amigo más, logrado gracias a la literatura y sus vínculos. No es la primera vez que le menciono en este blog, pero hacía tiempo que quería publicar alguno de sus poemas. Hace unos meses me envió algunos que había seleccionado con tal propósito y he decidido elegir este:
Cae vulnerable como piedra abatida por el embrujo de las hojas.
Cae con los llantos del viento que cambia el paraíso.
Cae debajo de las aguas tibias del diluvio y sus salvados.
Cae como aquella flor que alguna vez maldije con mis ojos.
Cae de frente en un lugar que no existe en cada rincón de esta tierra.
Cae bebiendo la oscuridad que lo explica en sus oraciones sin respuesta.
Cae porque el destino de la locura lo abandonó junto al abrazo de su lápida.
Cae en la cruz de la memoria deslumbrado por la ilusión de la dicha.
Cae empujado por el aire que lo confunde con su extensa geografía.
Cae en el surco generoso de los cirios antes que las lluvias lo resuciten.
Cae, y siempre que cae es noche, en la que celebra la alborada.
¿Quién, hombre/mujer, es la víctima de este diseño de serpientes?
© Luis Alberto Ambroggio
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