lunes, 21 de noviembre de 2011

Taller: El método del Copo de Nieve

Algunos autores y críticos literarios han tratado de sentar las bases de la escritura y facilitar la tarea de escribir definiendo estructuras narrativas, que actúan como herramientas de apoyo y son esquemas o mapas para orientar al escritor y permitirle alcanzar sus objetivos con más claridad y rapidez.

Ya hemos visto una de estas estructuras, "El camino del héroe". En esta ocasión, vamos a analizar el Método Snowflake o Método del Copo de Nieve, de Randy Ingermanson (también podéis encontrarle en su web). El nombre del método proviene de la Estrella de Koch, una curva descrita por el matemático sueco Helge von Koch en 1904 en un artículo titulado Acerca de una curva continua que no posee tangentes y obtenida por los métodos de la geometría elemental.

En términos matemáticos, esto significa que se trata de una curva cerrada continua que no es diferenciable en ningún punto. En un lenguaje más moderno, diríamos simplemente que se trata de una curva fractal que posee autosimilitud en cada una de sus partes y que se construye mediante un proceso iterativo que se inicia con un triángulo equilátero en el que cada uno de sus lados queda reemplazado por la llamada curva de Koch. Es más fácil comprenderlo si se observa la ilustración.

Este ejemplo trasladado a la literatura se interpreta como que, a partir de un elemento muy simple, se pueden construir estructuras más complejas. En este caso, el elemento simple sería una frase.

Según Randy Ingermanson, los pasos para diseñar una historia serían:

1. Escribir la historia en una sola frase.
La frase seleccionada debe contener toda la esencia de la historia que se desea narrar y tiene que contar por sí sola todo lo que se quiere decir, fundamentalmente el problema con que se encuentra el personaje y qué va a hacer para resolverlo. Es la frase que marca las pautas y delimita el objetivo del relato. Si al leerla no se siente la fuerza y el mensaje de la historia, es recomendable replantearla. Además, Ingermanson sostiene que su extensión debe ser exactamente de 15 palabras.

2. Escribir la historia en un solo párrafo.
Se empieza a "fractalizar" la historia, desarrollando la historia concentrada en la frase de partida hasta obtener un párrafo de cinco o seis líneas. En el proceso, deben conservarse las partes funcionales de la historia, es decir, dónde arranca (una línea para definir la situación concreta que origina o desencadena los demás acontecimientos), qué conflictos se generan (al menos, tres líneas para los tres conflictos principales, teniendo en cuenta la relación entre ellos) y la resolución (una última línea para la consecuencia lógica de los dos aspectos anteriores, que aporta coherencia a la historia). Las partes funcionales de la historia permiten al escritor conocer y comprender globalmente la historia que va a narrar. Para escribir y revisar esto debería bastar con una hora aproximadamente.

3. Definir los personajes.
Este paso es muy importante, puesto que los personajes son los que desarrollarán la historia de una manera u otra. Hay que pensar qué personajes representarán los papeles principales y estudiar cada uno de ellos, decidiendo su nombre, una frase que resuma su historia, la motivación que le mueve a hacer lo que hace, el objetivo que le guía, el conflicto que le impide conseguir lo que quiere, la revelación que le hará cambiar y aprender, y un párrafo que resuma su historia ampliando la frase inicial.

4. Escribir la historia en una página.
Llegados a este punto, sabremos si merece la pena escribir la historia cuyo embrión tenemos en la cabeza. Este paso consiste en extender la "historia en un párrafo" hasta una página. Basta con ampliar cada frase que compone la "historia en un párrafo" hasta convertirla en otro párrafo. A partir de este instante conviene controlar los puntos que generan conflictos y hacen avanzar la historia hasta su resolución. Es el momento de darle vueltas a las ideas y concentrarse en cómo desarrollarlas, para que la redacción posterior resulte más relajada, sabiendo hacia dónde se dirige el relato.

5. Describir los personajes.
Deben recuperarse los personajes principales que se han definido y dedicarles unas cuantas horas para desarrollar la historia vital de cada uno de ellos en una página. Este ejercicio se puede aplicar también a los personajes secundarios, aunque la recomendación entonces es dedicarles una sinopsis de media página.

6. Escribir la historia en cuatro páginas.
Hay que seguir desarrollando la "historia en una página" hasta obtener un resumen conciso de unas cuatro páginas con los detalles más generales de la trama. La idea básica es extender cada párrafo de la "historia en una página" hasta transformarlo en una página. En este paso ya se están tomando decisiones y, por eso, se puede sentir incertidumbre, pero el relato se puede ajustar y adaptar más adelante, sobre el esqueleto, consistente y bien diseñado que se está articulando. Al mismo tiempo, se están dejando para la redacción final las decisiones más superfluas, relacionadas con la descripción de escenarios, escenas y personajes. Hasta esta etapa, puede que la historia suscite al escritor la necesidad de realizar cambios en los pasos previos.

7. Profundizar en los personajes
Conviene dedicar tiempo a las descripciones que se han hecho de los personajes y, a ser posible, detallarlas más: aficiones, gustos, indumentaria, hábitos, etc. La clave es identificar aquellos rasgos que enfatizarán el cambio del personaje a lo largo de la historia que se va a narrar.

8. Descomponer la historia en escenas
A partir de la “historia en 4 páginas”, se preparará una lista de las escenas en las que se desarrollarán los puntos principales de la narración. Si lo hacemos en una hoja de cálculo, se simplificará bastante la tarea. Una columna contendrá el punto de vista desde el que se cuenta la historia y otra una única frase sobre lo que sucede en la escena, aunque se podrían añadir más para anotar los personajes que intervienen, en qué escenario se desarrolla, el capítulo al que pertenece, etc. Este índice de escenas puede ir actualizándose conforme se escribe la obra, para adaptarlo a los nuevos giros que se produzcan.

9. Desarrollar las escenas
A pesar de que Randy Ingermanson afirma que no realiza este paso, el ejercicio que supone puede resultar muy útil para el desarrollo de una novela. Se trata de extender las escenas antes mencionadas y desarrollarlas en varias páginas, esquemáticamente, sin hacer mucho hincapié en el estilo ni los detalles, pero incluyendo fragmentos de diálogo, descripciones que ayudarán a dar forma a las escenas o planteamientos de los conflictos que pueden surgir. Este proceso se puede prolongar desde una semana hasta un mes (con una hora como mínimo para cada escena), en función de las necesidades de la obra, y obtiene como resultado un primer borrador. No obstante, existe un riesgo a tener en cuenta, ya que la sinopsis deja de reunir ideas generales para transformarse en una auténtica narración. Por tanto, pueden aparecer dudas, incoherencias o problemas que antes no se habían detectado. Aunque siempre es mejor que ocurra en esta fase que cuando ya se ha avanzado mucho en la obra.

10. Escribir la historia definitiva
En este punto, ha quedado definido el esqueleto de la novela y lo que queda es escribirla, tomando decisiones definitivas. Aun así, puede que se entrometan nuevos personajes que no se tenían previstos o nuevas subtramas que no se habían diseñado, por lo que es recomendable tomar notas y estudiar si realmente deben incluirse. Lo más importante es que la historia siga su curso y no se detenga.

Con estos diez pasos, se puede realizar el diseño de una novela. A cada escritor le tocará extraer sus propias conclusiones y descubrir si el sistema le resulta útil (en su totalidad o en alguno de sus pasos, que también es interesante, sobre todo para desarrollar mínimamente ideas que nos parecen gérmenes de futuros relatos).

Entre las ventajas del método están que se pueden detectar incongruencias con anticipación, el diseño es flexible y permite revisarlo y reescribirlo antes de acometer la propia novela y hace posible programar el trabajo de preparación de la obra, dedicando lapsos determinados a cada tarea (la historia en párrafos, la historia de los personajes, el desarrollo de cada escena, etc.). Como mínimo hace reflexionar al autor antes de ponerse a escribir. Entre sus dificultades, puede que resulte casi imposible definir con suficiente exhaustividad los personajes. Pero lo crucial es que el escritor disfrute haciendo su trabajo.

Nota: No confundamos todo lo expuesto con lo que algunos autores denominan Literatura Fractal.

1 comentario:

Camila dijo...

Como soy una escritora amateur me gusta saber ciertos tips para poder escribir historias. Trato de escribir todos los días algunos párrafos aunque sea. A pesar de estar en los hostels calafate trato de continuar escribiendo